Capítulo 1

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Estaba lloviendo a cantaros y se me olvido la chaqueta en clase... Estaba con una simple camisa, debajo de un árbol. Estaba empapada y no paraba de tiritar por el frio que había. Pensé que me tendría que quedar allí hasta que la lluvia cesase. Eso creía, hasta que ella, se acerco a mí, con un paraguas entre manos.

- ¿Estás bien? ¿Quieres venir conmigo? - Dijo algo preocupada.

- Sí, gracias. - Asentí con la cabeza, algo asombrada. Ella, justamente ella, la persona a la que miraba, observaba cada día embelesada de su belleza, se acercó y se preocupó por mí. No podía creérmelo. Seguramente serían alucinaciones por pasar tanto frio. Pero aún así, aún pensando que era falso, no me arriesgué y me acerqué a ella cubriéndome yo también con el paraguas. A pesar de que ya no me mojaba, seguía tenendo frio, pero no me importó. Estar junto a ella me hizo desconectar de todo. Simplemente la seguía, seguía por donde ella iba.

Para cuando me di cuenta, estábamos frente a su casa. Nada mas percatarme de eso, me puse nerviosa, y comencé a imaginarme cosas. Cosas no demasiado apropiadas. Sacó las llaves de un bolsillo de su pantalón abrió la puerta y entramos. Lo primero que hizo, fue dejar el paraguas en una esquina donde había un recipiente para los paraguas. Había tres, para quien le interese. A parte de eso, no tuve tiempo de mirar nada más de la casa puesto que fuimos directamente a su cuarto. Pero por lo que pude observar, parecía que había nadie, y eso hizo que mis nervios aumentaran. Una vez en su cuarto, se acercó a mí y acariciándome el pelo me dijo:

- Estás totalmente empapada, - Me miró de arriba abajo. - pobrecita. Te dejare algo de ropa.

Estuvo hurgando un rato su armario. Hurgando y mirándome, como sí buscase ropa que ''conjuntase'' conmigo. Teniendo en cuenta, que yo era de las que nunca usaba faldas, ni pantalones más cortos que los que llegan hasta un poco más de la rodilla y siempre iba con camisetas o camisas de cuadros, y por el contrario, ella era de las que usaba push up's , shorts y ese estilo, en su armario, poco habría que pegase con mi estilo. Pero finalmente, sacó algo. Me dio, antes que nada, una toalla para secarme y luego, un chándal, un chándal tipo slim o pitillo llamadlo como queráis. Y junto a eso, una camiseta de manga corta con un grabado de ''I love New York''. Yos los observé como si fuesen algo del otro mundo. Pero para mí lo eran, era la ropa de la persona de la que estoy enamorada desde los 6 años, obviamente eran especiales. ¡Y me la iba a poner yo!

- ¿Me voy a duchar vale? - Me sacó de mis pensamientos. - Mientras puedes aprovechar a cambiarte. - Me sonrió. Eso provocó que me sonrojara.

Cogió ropa del armario y entró a su baño particular para ducharse. Yo, mire como entraba y posteriormente miré la ropa que me había dado, La dejé con delicadeza en la cama y me quité la camisa que goteaba un poco. Miré y toqué mi sujetador deportivo para comprobar sí estaba húmedo, y así era. Con dudas y vergüenza, me lo quité también. Cogí la toalla y me seque un poco el torso para no ensuciar la camiseta. Una vez puesta, me quité los pantalones y esta vez, me sequé las piernas directamente. No tenía intención de ir sin ropa interior por la vida, y menos por su casa. Cuando terminé de vestirme, cogí la ropa mojada y la puse en la toalla haciendo una bola para que no mojara y me senté en la silla de su escritorio. Comencé a mirar su cuarto con el sonido de la lluvia y del agua la ducha de fondo. Las paredes eran de un color celeste, llenas de baldas cuales estaban a rebosar de libros o peluches, posters, fotos con sus amigas y familiares y una ventana. También tenía un armario, un escritorio, la cama cerca de la ventana y una percha cerca de la puerta del baño. Una habitación normal y corriente pensaréis. Y así es, era una habitación como cualquier otra. Pero para mí, era especial. Volví a mirar el cuarto pero esta vez, me fijé que la puerta del baño, estaba entre abierta. Mi corazón comenzó a latir más rápido, me levanté y me fui acercando a la puerta poco a poco. Con cada paso que daba mi corazón parecía que se iba a salir del pecho. Al principió, pensé en mirar.

Lo que pudo serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora