A es por «Álgido»

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|Shinsuke Takasugi|

Había una atmósfera sagrada en los vestigios de madera quemada y tierra reseca de ese lugar, con las ruinas de lo que alguna vez fue Shoka Sunjuku a sus pies y los pinos meciéndose con lentitud por la brisa cálida fluctuando silenciosa, cerrar los ojos y saborear el antaño era una probada nostálgica de felicidad refugiándose entre los pliegues enrojecidos de su pecho. Una tarde serena, con el aroma del arroz cocido anticipando la merienda de la tarde, la suave risa de Shouyo viendo a los niños perseguirse y la sensación del sol lamiendo su piel mientras gritaba llena de felicidad y emoción al ser casi alcanzada por uno de sus compañeros, respirando profundo, polvo en las mejillas, aroma a cerezos en flor y metal en la saliva. Ante el vestigio de lo último, una fuerte presión constriñó sus pulmones como tenazas de acero y regresando de golpe al presente, entre las astillas y tablones ennegrecidos, se cubrió la boca con la manga del kimono antes de toser con fuerza, con pequeñas gotitas saladas entre sus pestañas y la sensación de sentir sus costillas quebrarse con cada expectoración violenta.

—Demonios... —Tomó una honda inspiración con la mano sobre el pecho, tratando de apaciguar en la medida de lo posible el casi imperceptible sonido ronco deslizándose entre sus bronquios, espuma pegajosa borbollando entre las aberturas. Después tragó saliva y arrugó las cejas ante el sabor de la sangre mezclada en su paladar, sin embargo, disminuyó cuando escuchó el crujido de la hierba reseca al ser pisada a sus espaldas y giró con lentitud para conectar con la atracción de un imán su mirada con la desigual musgosa.

—No esperaba ver caras conocidas —Takasugi permaneció sin mayor ápice de emoción en su rostro excepto por su delgada ceja arqueada y ese tono mordaz que sin querer arrancó una media sonrisa de los labios de (...).

—El azar a veces puede ser terrorífico sin dudas.

—¿Así lo crees? Parece ser de humor ácido más que otra cosa —La percepción de su presencia al acercarse hasta estar de pie junto a ella la acompañó con un sentimiento de comodidad pacífica, que se condensó en el silencio sin problemas. Ambos observando sin emitir palabra el par de varitas de incienso desgastándose con lentitud. No era coincidencia, porque la fecha coincidía perfectamente con la fatídica noche que había destruido de repente toda la felicidad años atrás, eso, y la sensación de su brazo rozando contra el suyo disparó una tenue tristeza en el centro de su espalda, de repente la añoranza era tan profunda que sintió los músculos de la garganta cerrarse hacia arriba—, ¿dónde estuviste? —Su voz profunda, sin muescas en el tono, sin oportunidad para contraatacar con un juego verbal la hizo suspirar, mientras enlazaba las manos tras la espalda, miró hacia el cielo.

—Por ahí, no era lo mejor continuar en la embarcación de todas maneras, lo sabes —Ante su respuesta, Shinsuke arrastró su atención hacia la manga del kimono empapada de sangre fresca—, aunque no importa ahora —Una pausa cortante. Sus pupilas fijas en él como dagas recién afiladas.

—Hm... siempre tan perceptiva.

—¿Qué rayos fue lo que hiciste, Shinsuke?

—Solo lo necesario —Ante su contundencia (...) se mordió el labio aún indignada.

—Estás muriendo.

—Tú también.

—No es el punto ahora, tú...

—¿Qué?

—Tenías otras alternativas.

—No lo creo —Shinsuke rememoró como un destello los bordes de su visión borrosos, el dolor desgarrador en todo su cuerpo y el charco de carmín extendiéndose a su al rededor con lentitud—, solo retrasé lo inevitable, un poco.

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