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Se sonrojó de sólo imaginar el desastre que tenía en un departamento, y lo mal vestida que estaba. Pero no le respondió.

— Quiero hablar contigo. De pareja a pareja. Y tengo la seguridad para decirte ciertas cosas y hablar de forma amena, si me permites yo...

¿Seguridad? Eso lo vería. Abrió la puerta de imprevisto, borrando de la mente de su novio todo el discurso que le tenía. Él ahora era el sorprendido.

— ¿Emma? ¿E-Estás herida? ¿T-Todo es-tá bien?

— A ver, principito valiente ¿De qué quieres hablarme? —Preguntó recargándose en el marco de la puerta.

— Es que yo... Me puse a pensar y..., te traje unas flores y algo de helado.

— ¿No venías a reclamarle nada?

Jamás lo había visto molesto, quería que él tomara la iniciativa de iniciar una disputa. Aunque sea una queja.
Aaron se puso rojo de la pena.

— Pues si. Tengo algo que decirte, y es que creo que tu me usas, y vengo a decirte que siempre te apoyaré y que la verdad ya no recuerdo ni de qué me había molestado. Lo siento.

Sonrió al verle tan apenado y sin poder verle a los ojos, y ella tan atrevida y grosera que le bajó todo el ánimo. Era su chico bueno.

— Pasa. Hablemos y busquemos en mi kamasutra de qué tantas maneras podemos usar ese helado.

— ¡Emma!

— Calla, y no te asustes si ves mi depa destruido. Yo suelo ser algo desquiciada. Por eso no te quería cerca.

— ¿Te sientes mejor? —Susurró, nervioso de que ella se enojará con la pregunta. A cambió de ello recibió una sonrisa.

— Ahora que te veo, si.

StupidellaWhere stories live. Discover now