Tormentas

NOTA DE LA AUTORA, UN AÑO DESPUÉS:

  Para ser honesta no había querido volver a leer este escrito por una extraña sensación de tabú hacia los sentimientos que encerré en estas palabras, quizás era por miedo, pero luego de meditarlo he caído en cuenta de que era principalmente porque fueron el desahogo de una niña rota, una que había sentido un terrible dolor que no quería revivir. Pero ahora veo que esa niña no podía haber drenado ese sufrimiento de mejor manera que en estas palabras, que ahora siendo una mujer me hacen entender lo mucho que he crecido, lo mucho que he cambiado, lo que he superado.

Estoy orgullosa de esa niña, porque se convirtió en algo mucho mejor, y no se preocupen por ella, ya no está sufriendo de la manera en que lo hizo, y sí, a veces los problemas la agobian y le superan, pero bastó encontrar estas palabras para darme cuenta de que, sin importar lo que acontezca, ella va a estar bien, porque estuvo mal antes, pero eso no la detuvo. 

Ya nada tan diminuto puede detenerme.

Y a la persona para la cual escribí esto, lamento que no podamos volver a ser amigos, y lamento tus decisiones, aunque seguro no más de lo que tú las lamentas. Pero no lamento las mías, fue un honor bailar bajo esa tormenta, y bailé hasta llegó la claridad, me sequé y finalmente florecí, ahora otras tormentas son las que pretenden hacerme bailar bajo sus corrientes, y sé que bailaré al compás de mi propio ritmo, y saldré ilesa como lo hice aquella vez.

Gracias por lo malo, de lo bueno ya me encargaré yo misma.