Capítulo 10: ¡Tú no!

Comenzar desde el principio
                                    

Escucharlo así hizo que esa bola de enfado se fuera trasformando en una de tristeza que se fue acercando a su pecho, apretándolo cada vez un poquito más.

-Lo siento mucho. -susurró al borde de las lágrimas.

Pablo quitó el espacio que los separaba y la abrazó con fuerza.

-Tienes que entenderme, por favor. Madrid es demasiado para mi y que no estemos como antes...

Miriam se separó para mirarlo a la cara y buscar algo para limpiarse las lágrimas. La cabeza le iba explotar y de paso el corazón.

-Pero es que son muchos años, tampoco puedes esperar que estemos como cuando empezamos a salir, las cosas han cambiado mucho. Te quiero Pablo, has sido un novio maravilloso, pero no quiero...

- ¿He sido? -la cortó él.

-No podemos seguir así, te quiero, pero también quiero esto, he luchado mucho por estar aquí y ahora que mi camino empieza no quiero abandonar, no voy a abandonar y voy a seguir hacia delante con todas las consecuencias. -dijo muy segura de sus palabras y manteniéndole la mirada sincera.

-Aunque te tengas que quedar aquí, aunque tengamos que romper...

-No me entiendes Pablo-dijo resignada y agotada. -Y te quiero entender y ponerme en tu situación, pero necesito que te pongas también tú en mi lugar.

-Me cuesta mucho ahora, a lo mejor con el tiempo pueda. -sonrió con tristeza cogiéndole las manos. -Gracias por esto, por todo el tiempo que hemos pasado...-no pudo continuar.

-Suena a despedida. Podría ser un hasta luego ¿amiga? -pidió Miriam sin querer perderlo de su vida, la vida cambiaba, ahora estaba en lugares diferentes, en diferentes caminos, pero lo quería en su vida como fuera, habían sido muchos años juntos.

-Mejor dejemos pasar el tiempo y ya veremos en un futuro que pasa. Voy a hacer la maleta. Te dejaré las llaves con la vecina.

Sentenció dándole el último abrazo y dirigiéndose hacia la habitación.

-No hace falta que te vayas ya. -él no le contestó, simplemente abrió su maleta, por lo que Miriam entendió que no estaba de acuerdo. -No puedo...-dijo de nuevo rota.

Miriam le dio un fugaz abrazo por la espalda a su ahora exnovio y cogiendo las llaves y poniéndose las zapatillas de deporte, y tirando de su pequeña maleta de mano, salió tan rápido como pudieron sus pies de aquel piso.

Al llegar al portal se tuvo que apoyar en él y tomar aire mientras miraba la hora, iba bien de tiempo. Tuvo que tomar aire un par de veces más, para no sucumbir al llanto.

- ¡Ey Miriam!

Armand se acercaba a ella acelerado.

-Qué alegría de pillarte antes de irte, venía a darte estos papeles del disco que tienes que...-Armand se calló al ver la cara descompuesta de Miriam. -Ey, ¿qué te pasa?

Miriam que hasta ahora mantenía la cabeza agachada la levantó fugazmente antes de ponerse las gafas de sol.

-Me duele mucho la cabeza. -intentó sonreír antes de coger los papeles y guardárselos en el bolso -creo que bebí mucho anoche.

Armand no quiso insistirle, aunque por lo que ya empezaba a conocer a la leona, no la creyó mucho.

-Debo irme, o llegaré tarde a coger el autobús con los chicos.

-¿Necesitas que te lleve?

-No, no te molestes, me vendrá bien caminar un rato para la resaca y luego cogeré un taxi. Ya has hecho bastante hoy por mí, y más siendo domingo. -sonrió agradecida.

Ellos y un piano: PabliriamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora