El discurso que nunca dije: Caleidoscopio

6 0 0
                                    

¿Cómo describirías tú la vida?

A mí me gusta pensar que es algo más que solo horas que pasan y se llevan nuestros días para convertirlos en recuerdos. Algo más que el reloj que quisiéramos se adelantara para llegar temprano a algunos lugares, a algunas personas. Me gusta pensar que vale más que la ansiedad y el miedo de encontrarnos frente a frente con el problema que no queremos enfrentar.

Para mí es una combinación de colores, con distintos matices de alegría y de vez en cuando algunas sombras de enojo o tristeza que se filtran dentro del sinfín de emociones y sentimientos a los que nos enfrentamos día a día. Se presentan en pequeñas noticias, momentos que pueden alegrarnos la vida o llevarnos al abismo.

A veces, es simplemente la rutina que vuelve la vida tan monótona y sin sentido. Te encuentras en un círculo vicioso en el que todos los días se repite lo mismo, como si fuera una coreografía mal hecha que tienes que repetir hasta que salga a la perfección. Vives tan ensimismado en completar tus tareas y en cumplir expectativas que te olvidas de ti mismo.

Cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde. Estás tan atrapado que tus manos y pies se atascan y te hunden más cuando intentas escapar. Eres gris. No eres blanco o negro, estás justo en el medio. La nada te invade y cuando volteas a ambos lados al cruzar la calle ya no te importa si llegas al otro lado o no. Y claro, piensas en ello pero ni siquiera lo intentas, porque sabes que no sería mejor que detenerse a pensarlo. Tratas de no tomar de la mano a nadie porque te da miedo arrastrarlos contigo. Y cuando lo haces nada pasa, porque ellos no son como tú. Se dan cuenta de que algo ocurre, pero no saben qué; te notan distinto pero no se atreven a preguntar qué pasa.

De vez en cuando dejas de ser gris, pero siempre vuelves.

Algunos días, sin planearlo, sales a caminar en un día soleado y comes tu comida favorita. Pasas tiempo con tus amigos y abrazas a tu mascota. Sientes que finalmente los colores comienzan a mezclarse para formar aquel color que tanto te reconforta, como cuando cierras los ojos en un día soleado y sigues notando la luz. Figuras débiles que se forman en esos momentos en los que sales de ti y te conviertes en otra persona distinta, atrevida y sin miedos. Poco a poco construyes un puente en el que al principio gateas por temor a caer a los colores grises. Algunos escalones faltan y otros están por romperse, pero no te detienes.

Cuando tomas confianza, enderezas tu postura y te apoyas bien sobre tus pies. Sientes que todo está formado tal y como tú lo deseabas. Comienzas a correr sin mirar atrás, ignorando que estás parado sobre algo inestable que tarde que temprano puede derrumbarse.
Pero sigues corriendo, riendo a carcajadas porque no recuerdas haber disfrutado tanto la lluvia. Te empapas de felicidad, y a tu alrededor solo hay figuras de colores que forman todo lo que te gusta: tu película favorita al lado de la persona que amas, el parque de diversiones que visitabas cuando eras más pequeño y tus dulces favoritos. Pronto, te encuentras saltando, tanto que todo alrededor de ti tiembla, pero no te importa.

Las personas que te rodean observan distantes. Se preguntan qué ocurre contigo, pero de nuevo se quedan callados. A veces te sonríen pero siguen sin acercarse, se limitan a señalarte con la mirada y a susurrar tu nombre cuando hablan de ti.

De un momento a otro comienzas gritar, pero es como si nadie te escuchara porque no recibes ninguna respuesta. Ves que ellos cubren sus oídos, así tú eres el único que escucha esa triste melodía que sigue haciéndote un nudo en el corazón durante las noches de insomnio. Caes de golpe. Las figuras que habías formado se tornan oscuras y frías, como la tormenta que arruina tu fiesta de cumpleaños. Se convierten en copos de nieve y en gotas de lluvia que golpean fuerte contra tu pecho y sientes que te ahogas.

Respiras, pero todo lo que hay alrededor es agua. Buscas una salida, alguna puerta, ventana o agujero, pero todo está oscuro. Te sientes cansado, incluso un poco agobiado; por lo que dejas de luchar. Respiras profundamente y sientes que el aire te falta, nada te satisface y dejas de confiar en las personas, te alejas de quienes podrían ayudarte y prefieres quedarte encerrado, rodeado de todos esos colores grises.

Sabes que volviste. Porque siempre vuelves.

¿En qué color te encuentras tú? 

10:48Where stories live. Discover now