Hay cosas que nunca cambian

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–¡Scott!– Piensa en abrazarlo pero luego recuerda que ellos no son muy afectivos, sin embargo no lo hace lo suficientemente rápido. Cuando se di cuenta ya está dandole un beso en el cachete. El escocés ríe.

–Las mismas costumbres de siempre, Argie. –Sonríe nervioso, tal vez fue mucha confianza. Su sonrisa se entristece un poco mientras ve las vendas en los brazos del más joven.– ¿Cómo has estado? ¿Te atendieron bien?

–Sí, estoy bien. ¿Cómo son las cosas afuera? No me entero de nada hace unos meses. Parece que prender una radio es como correr con un cartel luminoso por los cuarteles del gringo.

–Well, you know (Bueno, tu sabes) como siempre. Conflictos acá y allá. Aunque todos están muy atentos a tu caso. Brasil, Bolivia y Uruguay no dejan pasar ningún momento para recordarles a todos que necesitas ayuda. Ellos están mejorando por cierto, el clima ya está más calmado.–Lo mira y el latino se relaja un poco, eso era lo que más quería escuchar.– Rusia lleva un tiempo amenazando a USA con atacar pero no puede hacer nada que comprometa su situación con Ucrania. Ah, y Arthur lleva meses insoportable.

–¿De verdad?–Tomo un vaso de agua y le ofrece otro. Ya no está prestando mucha atención pero quiere seguir hablando. Se siente bien hablar con otras naciones, le recuerda que no todas lo quieren matar.

–Oh, hell, yes (diablos, sí). Todos estábamos preocupados pero el casi le lanza una engrapadora a Alfred, y no exagero literalmente dijo "Voy a abrocharle la yugular". Se lo tenía merecido, escucharlo hablar es espantoso pero obviamente tuve que intervenir antes de que nos abrochen una represalia.–Martin rió un poco. El escocés se sintió mejor por ello pero luego noto la extraña expresión en el argentino y la forma en que se llevaba la mano al pecho por un segundo.– ¿Cuál de todos ellos te hizo eso?

El latino dudo un poco antes de responder pero se rindió incómodo por el silencio.–Algunas son de China, los de los brazos algunos son de Francia, las menos profundas... hay algunas que otra de sus secuaces pero en su mayoría son de... él.–Scott abrió más los ojos mientras lo observaba asombrado y asustado.

–¿¡Te cruzaste con USA!?

–Están por todas partes, claro que me lo cruce.

–Sí, bueno pero como seguías resistiendo pensé que no lo suficiente como para que haga eso... ¿Cómo escapaste? Digo, por lo que se ve... debió ser un duro encuentro.

–No fue todo junto, fueron tres encuentros... deja un regalo para ayudarme a llevar la cuenta. Pero siempre escapo. Es más difícil cada vez, la última fue la peor.

El europeo quiso decir algo más pero finalmente le llegó la señal de que Arthur había vuelto al campamento y tenía que cumplir con su trabajo.–My brother is here, he' ll want to see you (mi hermano está aquí, el querrá verte).

Scott escoltó a Martin con sus superiores, apenas había un par de carpas armadas, el campamento debía estar listo para desarmarse en cuanto su hermano y los demás embajadores llegaran con los permisos. No los recibieron de inmediato porque estaban muy ocupados en dar los detalles sobre la expedición así que ellos se quedaron esperando fuera.

–¿Y qué se siente volver a estar entre soldados ingleses?– El argentino lo observo molesto mientras este sonreía con descaro.

–Ya no son lo que eran antes.–El escocés se sorprendió con la respuesta. – Antes me daban caramelos.

Ambos rieron. No porque el comentario fuera muy gracioso sino por lo extraña de la situación, estaban yendo al que antes fue su campo de batalla como aliados y estaban ahí parados haciendo malos chistes y hablando de sus viejos pleitos como quien recuerda cosas de la niñez.

–¿Y cómo están los demás? Si soy sincero una parte de mí pensó que ya se habrían "divorciado"

El aludido miraba a los humanos revisar el equipo y compartir bebidas calientes.–Yo también, pero hay demasiados problemas ahora para andar peleando con la familia. Estamos intentando mantenernos juntos.

–Eso es bueno... los hermanos sean unidos.–La frase era linda pero no le generaba buenos recuerdos ni antiguos ni recientes.

–Tus hermanos están muy preocupados, estoy seguro de que se alegrarán cuando se enteren de esto. Ellos quieren verte.

Argentina sonrío y Escocia lo imito para consolarlo. Entonces se escuchó una forzada tos detrás de ellos. Inglaterra había salido de la carpa. Ambos se dieron vuelta, Scott algo más molesto.

–¡Hermanito, volviste y no te convertiste en hamburguesa!– El latino sonrío por lo extraño del comentario.

–En lo que me fue tampoco te convertiste en alguien tolerable.–Su mirada volvió hacia Martin quien los veía divertido, y luego a su hermano.

–Keep calm, Arthie, I did take care of him (Tranquilo, yo lo cuide). Pero ya estabas por llegar así que pensé que estaría bien ponernos al día con Argie ¿No? No nos veíamos hace un tiempo.

–Sería mejor si hubiéramos tenido tiempo para armar una cancha.–El latino quiso aportar a aligerar el ambiente.

–Tal vez podamos hacer una después...–notó que Arthur lo observaba con el entrecejo fruncido.–Creo que tengo que seguir con lo mío, nos vemos luego, lindo.–Le guiñó el ojo antes de marcharse con algunos cadetes.

Al argentino y el inglés quedaron solos frente a las carpas.–So... ¿Cómo estuvo tu viaje?

–Estuvo... como me lo esperaba. Alfred es un idiota pero no quiere más escándalo con esto. Por otro lado tenemos buenas noticias, muchos confirmaron su presencia en las islas.

–¡Genial! ¿Pero crees que podamos llegar hasta allá?

–Por supuesto, él siempre fue malo vigilando fronteras. ¿Tienes frío? –Martín notó que estaba temblando levemente.

–Eh... algo.

–Vamos, están sirviendo algunas bebidas por allá, te conseguiremos algo de café y una manta.–El inglés lo tomó por el brazo mientras lo guiaba hasta unas mesas donde una fila de soldados esperaba algo que pudiera ayudarlos a enfrentar el frío. Tomó una frazada de una de las cajas y le pidió a los encargados unos vaso para ellos.

–¿Vos no tenes frío?–Argentina notó que tenía la nariz y los cachetes rojos, probablemente él estuviera igual. LA temperatura había estado bajando ahora que caía el sol.

–No, it's ok (está bien). No quiero sacarles otra.

–Puedo darte esta...

–¡Claro que no! Estás en recuperación, necesitas mantenerte abrigado.–El latino sabía que la salud era algo con lo que no podría jugar en ese momento así que uso lo único que se le ocurrió a su congelado cerebro y tapo a la nación británica con la misma tela.

–Entonces compartamos.– Luego de decir eso comenzó a tomar el café con leche que le había ofrecido y mirando hacía otro lado avergonzado porque probablemente hubiera incomodado a Arthur estando tan cerca.

–Eso... está bien.

Ambos se quedaron bebiendo y observando a su gente convivir mientras disfrutaban del calor de las bebidas y de la abrigada ropa que los cubría, como el de la paz de volver a estar justos y en calma con el otro como hacía mucho tiempo no estaban. 

No me dejes soloWhere stories live. Discover now