Capitulo 1

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______ oyó el teléfono antes de llegar a la puerta de la oficina. Subió corriendo los dos últimos escalones y abrió la puerta. Como se temía, la oficina estaba vacía, lo que significaba que Jenny llegaba tarde de nuevo, y tendría problemas con el jefe si ______ no la salvaba. Casi se lanzó a cruzar la habitación para descolgar el receptor.

-Schmidt PLC -entonó en su tono más eficiente-. ¿En qué puedo ayudarle?

-Soy el señor Cosway, para devolver la llamada del señor Schmidt.

______ tragó saliva. Sólo llevaba trabajando allí dos meses, pero sabía que Max Cosway era uno de los mejores clientes. Kendall Schmidt estaba negociando un contrato muy importante con él y era vital contestar al teléfono. Apretó el interruptor de la oficina del señor Schmidt y anunció:

-El señor Cosway quiere hablar con usted.

-Bien, traiga esas cifras enseguida -fue la brusca respuesta.

-Eh... ¿cifras?

-Las cifras que le dije que calculara para que estuvieran listas para cuando llamara.

Kendall Schmidt estaba convencido de que estaba hablando con Jenny y parecía impaciente.

______ miró a su alrededor con frenesí. Su vista se posó en una carpeta que había encima de la mesa de Jenny y respiró de nuevo.

-Ahora mismo, señor Schmidt.

Atravesó la oficina para encontrar a su jefe todavía al teléfono. Extendió las manos para recoger los papeles sin mirarla y ______ se alejó lanzando un suspiro de alivio y rogando porque Jenny llegara pronto.

Como secretaria jefe de Kendall, se suponía que Jenny debía llegar a las ocho y media de la mañana, pero dos semanas atrás había tenido una rotura emocional con su novio que la había dejado alterada y deprimida. ______, que empezaba a las nueve, había empezado a ir pronto para cubrirla en caso de que hiciera falta. Le caía bien Jenny, que también le había suavizado el camino a ella con el super exigente de su jefe. Además de eso, ______ sabía escuchar y Jenny le había relatado sus problemas con toda libertad, ganándose las simpatía de ______.

Sin embargo, Kendall era más difícil que cayera bien. Era posible admirar a un hombre que había creado por sí mismo una empresa a los treinta y cinco años. Pero era difícil de admirar un hombre que no solía mirar a los ojos a sus empleados y que esperaba de ellos la eficacia propia de los robots. Sus ojos Verdes dominaban una cara que hubiera sido atractiva si se iluminara un poco con una pequeña sonrisa. Su alto y firme cuerpo era más apropiado para una competición atlética que para una oficina.

-Hace ejercicio dos veces a la semana en un gimnasio -le había explicado Jenny-. Dice que eso le mantiene la mente para que pueda trabajar con eficacia.

______ había aprendido la verdad de aquellas palabras. Su potente memoria y mente ordenada le habían permitido mantener el ritmo de trabajo e incluso cubriría a Jenny durante aquel mal momento, pero le costaba un esfuerzo. Miró al reloj con nerviosismo. Probablemente, Jenny se habría pasado la noche llorando y después, se habría quedado dormida, pero Kendall Schmidt no sentiría ninguna compasión por ello. Estaba mirando la mesa de Jenny intentando adivinar qué petición le haría después cuando el megáfono se encendió y ladró una voz.

-Venga aquí. Tiene que tomarme unas notas.

Inspirando con intensidad, entró en la oficina. La cabeza oscura de su jefe estaba inclinada sobre los papeles, en los que estaba tomando notas.

-He cambiado ligeramente las cifras y he eliminado la cláusula ocho del contrato, así que tendrá que alterar eso también. Imprima esto por triplicado y envíe una copia al cliente -tachó algo en la lista-. Cuando lo haya hecho, le ciaré unas cartas que debe enviar urgentemente,..¿Quién diablos es usted?

Al final, alzó la cabeza para mirarla con el ceño fruncido.

-Soy ______ Fielding. La asistente de Jenny desde hace dos meses.

-¿La he visto antes?

-Evidentemente no -no pudo resistir contestar-. Pero he estado aquí.

Él lanzó un gruñido.

-¿Dónde está Jenny?

-Ella no es... no está en su despacho en este momento. Yo puedo hacer los trabajos que ha mandado.

-Pero usted no ha tomado ninguna nota -dijo él, mirándole las manos vacías.

-No necesito notas. Tengo una memoria excelente.

Él entrecerró los ojos ligeramente.

-Espero que no sea una fantasmada, señorita Fielding, porque no me gusta repetir las cosas.

-No tendrá que hacerlo.

______ le recogió los documentos de su mano y se fue antes de perder la calma.

Encendió el ordenador de Jenny para que pareciera que estaba allí, pero su precaución fue en vano. Kendall Schmidt había salido a la oficina exterior justo cuando Jenny entraba por la puerta. Como ______ se temía, había estado llorando.

-Debería haber estado aquí hace más de media hora -le dijo el señor Schmidt.

-Lo siento, señor Schmidt. He tenido algunos problemas

-Deje sus problemas personales en casa. Eso es lo que yo hago y lo que espero que hagan mis empleados. Que ésta sea la última vez.

Volvió a su oficina y cerró de un portazo ______ soltó una palabra muy ruda. 

-¡Eh, calla! -le rogó Jenny-. Te va a oír.

-Pues que me oiga -replicó ella, furiosa-. Es eso y más. Por supuesto que él no trae sus problemas personales a la oficina porque no tiene ninguno. ¿Y sabes por qué? Porque no tiene vida personal. Es una máquina y nada me daría mayor placer que tirarle a la cara sus trabajos -el teléfono sonó y lo descolgó-. ¿Sí?- preguntó malhumorada. 

-¿No ha terminado todavía ese trabajo? -preguntó Kendall -. ¿O necesito recordarle algo?

-No necesito que me recuerde nada, muchas gracias. Estaré con usted en un momento.

______ estaba en su oficina unos minutos más tarde colocándole el nuevo contrato delante. Él examinó las cifras y después masculló:

-Perfecto. Desde luego, tiene una memoria magnífica -de repente la miró de forma penetrante y ella se quedó sin aliento-. ¿Qué está haciendo aquí?

-Ya se lo dije, soy la asistente de Jenny.

-Lo que quería decir, es que por qué es usted su asistente en vez de al contrario. No es usted una chica joven en su primer trabajo. ¿Cuántos años tiene? 

-Veintiséis.

-Entonces, ¿por qué no ha ascendido más alto? 

-Empecé tarde. Tenía... obligaciones familiares. 

-¿De qué tipo?

Ella vaciló.

-Lo siento, señor Schmidt, pero es algo que no puedo discutir.

-No estará casada, ¿verdad? 

-No.

-¿Prometida? 

-No.

-¿Cuidando de padres mayores?

-No me queda ningún pariente vivo -dijo con voz tensa.

-Entonces, le ofrezco el trabajo de Jenny si ya no hay «compromisos familiares» que se lo impidan.

-No, no los hay, pero hay algo más.

-¿El qué? -preguntó él con impaciencia.

-El honor, la lealtad. Jenny ha sido muy amable conmigo y no pienso desbancarla sólo porque esté pasando un mal momento. Ella era una secretaria de primera antes de que esto pasara y, si usted tiene un poco de paciencia, volverá a ser de primera. Es inexcusable que usted ponga en riesgo su trabajo porque sea infeliz.

-Eso es todo, señorita Fielding. Vuelva a su trabajo mientras aún lo mantenga.

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