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Dedicado a todas aquellas personitas que han estado conmigo a través de la escritura.

Apenas comenzaba la etapa de la primavera así que esos días que se pasaban en Omelas eran algo fríos, aunque la vista por fuera era hermosa gracias a los brotes de las flores silvestres. En una de las habitaciones del motel la brisa golpeaba una vieja ventana que se abría y cerraba paulatinamente, las desgastadas paredes del lugar retenían los húmedos sonidos del choque de pieles, los gemidos y jadeos de aquellos amantes que disfrutaban de la compañía del otro.

Jimin observaba el universo que cargaban los orbes profundos y oscuros de su amado.

Sí, su amado, solo suyo y de nadie más.

El azabache se encontraba boca arriba con su respiración agitada, su cabello todo revuelto, una mordaza en los labios y su rostro empapado en sudor, con ambos brazos extendidos, atado con unos lazos, con sus manos sostenía la cabecera de la cama con fuerza para que no le ganaran las ganas de soltarse para tocar al chico que se encontraba sobre él. 

estaba siendo supuestamente castigado por haberle dicho a los padres de su novio que éste no era virgen desde hace mucho y que dejaran la maricada o el drama con el que va a ser su yerno quieran o no, agregando que de por sí ambos tenían los nombres del contrario grabados en piel y alma refiriéndose a los tatuajes.

Tuvieron que salir corriendo del lugar al momento que el papá de Jimin sacó su escopeta, pero regresando a su castigo nada , la visión del cuerpo perfecto de su novio perlado en gotas de sudor, rubor por el calor y este lo mirándolo con deseo y dominación o control absoluto sobre él mientras que con sus suaves movimientos se auto penetraba.

Sus hábiles contoneos de caderas, muslos y el restregar de sus nalgas, volvían loco y hacían sentir perdido al de felinos ojos, quien tenía su pálida piel cubierta de chupetones, arañazos y algunas partes solo sonrojadas como su cuello por haber sido presionado con anterioridad por las pequeñas manos del menor dejando sus dedos marcados en la nívea piel.

–Pon... tus manos aquí... –dijo Jimin jadeando. No resistió más así que soltó uno a uno los lazos que custodiaban las muñecas de Yoongi, poniendo estas en su pecho, específicamente sobre sus pezones, sintieron ambos electricidad pasar a sus pieles al hacer contacto –tócame, tócame –hablaba y gemidos salían entre cada salto que hacía sobre la virilidad auto penetrándose, Jimin al ser estimulado en sus aureolas, lo dominante en Jimin se esfumaba manifestando su lado más sumiso de un momento a otro fue perdiendo las fuerzas de sus piernas sentándose de golpe sobre el pene del azabache, creando un fuerte gemido sofocado en ambos, Yoongi elevó su pelvis y luego bajó con fuerza y rapidez causando agudos ruidos de deleite en su pareja, el de ojos avellana detiene los movimientos irguiéndose un poco para sacar la mitad del miembro que tenía dentro –¿te ordené que te movieras? –el menor lo miro con irritación al ver la sonrisa que se ocultaba tras la mordaza, volvió a introducir con lentitud el pene hasta tenerlo de nuevo dentro suyo, Jimin empezó hacer rotaciones con la pelvis, cerró los ojos por lo complacido que se sentía, también concentrándose en las manos ajenas que ahora descansaban sobre sus nalgas amasándolas a su antojo. Veneraba esas fuertes y venosas manos pálidas de Yoongi que sabían cómo sostenerlo y hacerlo sentir que todo a su lado saldría bien.

Jimin se inclinó quitando la mordaza de un jalón, excitado comenzó a moverse más rápido sobre Yoongi quien tomó del mentón al de ojos almendrados besándolo con fervor, mordiendo los rosáceos belfos del contrario en ese momento tomó el control girando sus cuerpos en el lecho quedando esta vez sobre el de ojos avellana penetrando a este duramente, Jimin se sostuvo rodeándolo con sus brazos y profundizando el beso. Una corriente pasó por los dedillos de sus pies hasta su vientre e intimidades, habían llegado juntos a la eyaculación.

Una noche en Omelas 2《°Y•M°》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora