Primera Nota: "Una Familia Perfecta"

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     Vivo en un pequeño pueblo, donde no muy seguido suelo ver gente de otros sitios. Pero no me quejo, estoy conforme con mi núcleo familiar. He decidido escribir en un diario los días que me resulten interesantes; donde el propósito de lo escrito sea recordar algo inusual en mi vida. La verdad, no pasa muy a menudo. Pero, ¿Qué mejor manera de empezar que escribiendo lo del día de hoy? Algún día nuestros futuros hijos leerán este diario y sabrán lo hermoso que eran nuestros momentos con Alise.  

     Alise, como cualquier mujer, era muy preocupada por su aspecto. Refinada y muy hermosa. Eso sí, no mentiré: Es un tanto dominadora en nuestra relación. No me preocupa la verdad, es la vida que elegí. Vivíamos juntos hace ya 3 años, donde me he preocupado todos los días por ella. Sé que como en cualquier vínculo sentimental, si no me preocupó, la relación se puede "marchitar". Ojo, odia esa última palabra... hacía mucho que no la decía. Espero que no husmeé esta página. Pero, ¡No vivíamos solos! Con nosotros convivía mi Tío Glen, el cual la mayor parte del día se la pasaba acostado. Pero algo he de admitir... ¡Es el hombre más mujeriego que he visto en mi vida!, o al menos era así en sus años mozos.

    Creo que me distraje de lo que iba a contar, no fue algo espectacular, pero creo que es menester guardar esta anécdota: Hoy, como nunca, Tío Glen se animó para acompañarme a buscar un poco de comida, y agua para Alise (ella estaba cansada, prefirió dormir un poco más). Salí al jardín a buscarlo, sabía que estaría allí. Agarré mi pala y lo desenterré. Se veía muy motivado el día de hoy. Tomé mi carretilla para trasladarlo y lo tiré encima. Cuando íbamos de camino al centro de abastecimiento, los pocos pueblerinos me miraban impactados. Quizás también les impresionaba que Tío Glen anduviera en esos lares a esa hora. Llegamos al lugar y, como siempre, pasé por delante de todos. La gente en este pueblo me debe querer mucho y por eso lo hacen. Tío Glen ofreció llevar las cosas, a pesar de la incómoda mirada del jefe que reparte los alimentos. Volvíamos a casa y he aquí la situación que aún me hace reír: Tío Glen le había hecho un par de muecas a unos ancianos en el centro de abastecimiento, lo que provocó que se dieran cabezazos entre ellos hasta caer al suelo, flotando en el charco de sangre que había dejado el desangramiento. Debió haber sido un momento glorioso. "Ay, eres todo un travieso", le comenté.

     Cuando llegamos a casa, dejé en su agujero a Tío Glen y lo tapé con tierra. Ya estaba cansado. Fui a saludar a Alise. Estaba despierta. Me acerqué para saludarla amorosamente y la regué como todos los días. Luego procedimos a tener nuestro momento de intimidad (aprovechando que mi tío ya estaba durmiendo, o eso pensaba): Acaricié sus pétalos suavemente, casi rozándolos, algo que la excitaba muchísimo. Besé su talló fogosamente hasta conseguir una reacción corporal satisfactoria. Empezó a decirme cosas subidas de tono al oído para encenderme. Pero, de pronto, se detuvo. Hubo un silencio muy incómodo. Se sentía observada. Era Tío Glen haciendo de las suyas; nos estaba espiando para llenar su sed carnal y satisfacerse más tarde. Cerré las cortinas y terminamos lo que habíamos empezado. Mis fluidos servían de abono para ella, así que no necesitábamos protección. A veces pienso en cómo serán nuestros hijos, pero creo que necesitamos más tiempo para pensarlo. En fin, amo a mi familia... No los cambiaría por nada.

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