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Harry se removió en su lugar con cuidado, sin parar de comer la fruta de su desayuno. Frente a él, Ron y Hermione comen también, más tranquilos y mucho más descansados a comparación de él.

No sólo se había desvelado, también estaba privado del sueño desde que Malfoy le propuso lo que le propuso. Se prometió no pensar mucho en el trato que el Slytherin buscaba pactar, pero le había resulta imposible.

Lo cierto es que se lo pensó tantas veces que aún a esas horas de la mañana, no tenía una respuesta clara a lo que iba a hacer respecto a Malfoy. Supuso que se negaría una vez más, así que se decidió por no seguir pensando en ello y continuó con su desayuno en silencio.

Escuchaba distraídamente la plática roñosa entre Hermione y su novio, donde le regañaba por cualquier cosa no educada que el pelirrojo hiciera. Harry lo miró con pena y bebió su jugo de melaza.

—Hey, Potter—llamó la conocida voz de Malfoy. Nuevamente, sobresaltándolo. Harry frunció el entrecejo e hizo un gesto de irritación que hizo reír al rubio. Ron y Hermione le miraron como si fuera un chico de dos cabezas, con las cejas alzadas y los ojos bien abiertos, para no encontrarse perdiendo ningún detalle a lo largo de la charla entre ambos enemigos. Y por el repentino silencio en el gran comedor, Draco dedujo que esa era la situación de todos los alumnos de Hogwarts—, ¿recuerdas nuestra cita de hoy? Estoy seguro que no dormiste pensando en ello.

Los ojos de Hermione casi se salieron de órbita y Ron se atragantó con su propia saliva, a la vez, las demás casas jadearon.

—Tú y yo no tenemos una cita para hablar de nada—bufó, decidiéndose por mentir para protegerse a sí mismo—. Así como no tuve problemas para dormir por pensar en ello, porque no había nada que pensar. Te dije que no lo haré, ¿de acuerdo? Creí ser lo suficientemente claro para que entrara en tu estúpido cerebro de serpiente.

—Auch—Draco se burló, poniendo una de sus manos sobre su corazón mientras hacía un puchero. Y Harry, tan molesto e irritado como siempre que le tenía cerca, rodó los ojos hasta ponerlos en blanco por su acción—. Si algo sé con seguridad dentro de mi estúpido cerebro de serpiente, es que vas a aceptar. Los Malfoy siempre consiguen el sí.

Harry entrecerró los ojos, mirándolo.

—¿Te he dicho las suficientes veces lo egocéntrico que eres?—preguntó. Recargó su codo sobre la mesa y casi al instante, sostuvo su cabeza con su mano. Estaba harto de esa situación y sólo habían sido dos días.

—¿Y a ti lo pésimo que se te da mentir?—chasqueó Draco su lengua, acercándose peligrosamente a Harry, hasta tener su rostro a un palmo de distancia del contrario. Los ojos grises del rubio destellaron con suma diversión—, porque de verdad eres malísimo fingiendo que realmente no te interesa mi propuesta.

—No me interesa. Pensé que ese punto ya había estaba claro.

Draco se rió en sus narices y se alejó de nueva cuenta, suspirando con tanta añoranza que por un momento Harry pensó que Malfoy de verdad disfrutaba de tenerlo comiendo de la palma de su mano, de tener el control aunque el morocho pensara lo contrario. Ron apretó su agarre sobre los cubiertos que Hermione le había obligado a usar, y los colores en el rostro de Granger simplemente desaparecieron.

—Recibiré un sí como respuesta—soltó Draco en apenas un murmullo, como si estuviera hablando consigo mismo y no con el de lentes. Sonrió con aires encantadores, y Harry juró escuchar uno que otro suspiro a sus espaldas: no podía creer que hubiera chicas tan ilusas que cayeran rendidas por un pretencioso del calibre de Malfoy:—, claramente no puedes resistirte a mis encantos.

Y se fue de la misma manera en que llegó, increíblemente silencioso y feliz con poder molestar a Potter un rato más.

—¿Qué mierda fue eso?—exclamó Ron, sorprendido y con ganas de llorar de la rabia. Miró hacia donde el Slytherin se había ido, casi incapaz de creer lo que sus ojos acababan de contemplar. Su novia tomó su mano sobre la mesa en gesto de apoyo, tan sorprendida como él.

Y Harry habría respondido tan rápido como la pregunta fue lanzada, sino fuera por una pelirroja que se deslizó sobre el asiento largo de madera donde él estaba sentado y se acercó interesada al pequeño grupo.

—¿Qué quería Draco?—cuestionó, tan interesada como el resto de su casa. Inclinados sobre la mesa con expresiones aturdidas. Y frunció el entrecejo porque, ¿desde cuando era Draco para ella? 

—Nada importante.

Pero la respuesta fría del niño que vivió no resultó suficiente para ninguno de los ahí presentes.

—Para no ser importante, el parecía insistir demasiado en ello—se burló Seamus, colándose a la plática con una ceja alzada y una sonrisa pícara.

—¿Desde cuando el feo de Malfoy quiere salir contigo?—volvió a hablar Ron, y Harry se horrorizó por la mala deducción sobre porqué Draco Lucius Malfoy había ido a hablarle en medio almuerzo.

—Malfoy es lindo—defendió Ginny antes de que Harry respondiera por sí mismo. Ron miró a su hermana como si se hubiera vuelto demente y casi sufrió un paro cuando la propia Hermione le dio la razón, apuntando a la pelirroja con su dedo índice—, y Harry también. Así que no entiendo porque no se habían juntado si tanto se gustaban.

Harry abrió su boca ofendido, listo para soltar insultos a diestra y siniestra por la insinuación de la hermana de su mejor amigo, pero Ron lo había interrumpido esta vez.

—Malfoy no es lindo—contradijo—. No sé cómo tantas chicas lo buscan si lo conocen, saben que no las va a querer. Es un imbécil arrogante y feo.

—Ronald Weasley—rió su hermana, abriendo los ojos más de lo normal, deleitada. Dejó caer su boca hasta el piso y negó con su cabeza lentamente, como si no pudiese creer nada de lo que Ron había dicho—, no me digas que estás celoso.

—¿Celoso? ¿De ese hurón?—Ron hizo una risa falsa e incluso Hermione le miró incrédula—. No tengo nada que envidiarle a ese idiota.

—Claro que no, mi amor—le dio la razón la castaña, palmeando la mano de su novio para consolarlo y besándole castamente la mejilla. Y Ron tenía una sonrisa triunfante pintada en el rostro, hasta que el rostro de su novia se deformó con picardía y dijo:— salvo que es lindo.

Harry y los demás que alcanzaban a escuchar de su conversación se burlaron extasiados, vitoreando en busca de molestar al pelirrojo. Ron entrecerró sus pequeños ojos y se puso de pie indignado, saliendo dramáticamente del comedor con la túnica ondeando detrás de él. Con esa última imagen, todo Gryffindor explotó a carcajadas.

De filtros de amor y otros secretos, DRARRY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora