Capítulo 31

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•La niñera• 

Un gemido me hizo despertarme de mi sueño. Abrí los ojos lentamente para percatarme de que me había quedado dormida en el pecho de Tristan y que él se estaba quejando de dolor de cabeza.

—Oh, mierda—Gruñó y se masajeó las cienes.

—¿Estás bien?—Le pregunté —. ¿Quieres que te traiga un vaso de agua o algo?

—No, no, estoy bien así… es solo que… diablos, no volveré a tomar nunca más en mi vida.

—¿Siguiente chiste, por favor?—Murmuré divertida. Tristan sonrió y me abrazó, para luego plantarme un beso en la cabeza.

—¿Por qué eres tan bipolar? Unas horas atrás me odiabas.

—Pero ya no, así que deja de quejarte.

—Entonces… ________(TN)—Su tono se volvió nervioso—. Aún tenemos que hablar…

—Sí, acerca de eso…—Tomé una gran bocanada de aire—. Acerca de lo que te dije… de Alex… no era cierto.

—¿Entonces por qué…?

—Porque te había escuchado hablar con Ryan lo de la apuesta—Gemí—. Y estaba tan enojada contigo por haberme usado que te hice creer que yo también te había usado en cierta forma.

—________(TN)—Él se revolvió el cabello—. ¿Por qué no te molestaste en hablar conmigo?

—¿Hablar? ¿Luego de escuchar eso? Tristan, no me preguntes eso porque creo que ya sabes la respuesta… De seguro tú hubieras hecho lo mismo.

—¿Yo? No, yo habría hablado contigo.

—No es cierto.

—________(TN)—Murmuró frustrado—. Hace once años te perdí por no hablar las cosas, te perdí por malos entendidos y no te habría dejado ir sin una explicación antes.

—Bueno. De todos modos no debiste haber hecho esa apuesta para comenzar.

—¿Cuántas veces más tengo que decir que lo siento? Ya te dije que fue… como el mismo día que llegaste y no estaba muy preocupado de lo que sucedía contigo. Además ni siquiera me había acordado de la apuesta hasta que Ryan me lo dijo.

—Sea del modo que sea, Tristan, no está bien jugar con los sentimientos de nadie.

—No se suponía que tenía que involucrar sentimientos.

—¿Ahora te estás arrepintiendo?

—No dije eso.

—Pues lo hiciste parecer.

—_________(TN), por favor, tengo migraña y no estoy apto para contratacar tus acusaciones.

—Pues debiste haber pensado eso antes de tomar—Me levanté dispuesta a irme, pero Tristan me agarró de la mano y me tiró de nuevo contra él—. Suéltame.

—¿Te enojaste?

—No, solo que tengo que ir a ver si tus hermanos están bien.

—Están con Vanessa.

—Es por si acaso.

—Dame un beso y te dejo ir.

—Pues algo así dijiste hace tres horas atrás y veo que sigo aquí.

—Ahora es en serio. Solo un beso.

Me acerqué a sus labios sabiendo que no iba a ser solo un beso, y tal como predije no lo fue. Su mano derecha se enredó en mi cabello y la izquierda me sujetó la cintura para evitar que me escapara. Estuvimos como… 10 minutos besándonos como si no hubiera mañana.

—Ya… ya basta, tengo que… que… ir a ver… a los chicos—Murmuré entremedio de los besos.

—Cinco minutos—Murmuró y procedió a besar mi cuello. Lo mordió.

—Tristan—Dije en un jadeo estrangulado. De seguro había quedado marca.

—¿Qué?

—Deja de hacerte el inocente y suéltame.

—Solo cinco minutos—Regresó a mis labios y los besó otra vez. No había forma de que me escapara al menos que a él se le ocurriera soltar mi cintura.

—No—Corrí mi cara, pero entonces él comenzó a besar mi mejilla—. Tristan… por favor…

—Bien, bien—Accedió al fin y me dejó ir. Bajé a paso rápido la escalera y una carcajada se escapó de mis labios al ver el panorama. Vanessa tenía una cara que anunciaba que quería matar a alguien, mientras Ruby le hacía quién sabe qué en el cabello y Oliver jugaba con su estrambótica playera negra.

—Veo que se divierten—Murmuré.

—Mira las cosas que hago por ti y me pagas burlándote—Bufó, luego una sonrisa burlona adornó su rostro—. ¿Qué es eso, Jones?

—¿Qué cosa?—Pregunté extrañada.

—La increíblemente notoria marca en tu cuello.

—Ah—Por reflejo llevé mi mano a la marca. Mis mejillas se incendiaron—. Eso… nada.

—¿Nada? ¿Qué estuvieron haciendo allá arriba durante las últimas tres horas?

—Nada, Vanessa—Murmuré fastidiada pero ella obviamente no me creyó, y ni siquiera estaba mintiendo, solo nos habíamos besado.

—Bien, como sea—Dijo y se levantó del sillón. Ruby y Oliver hicieron muecas de disgusto—. Lo siento chicos, pero ya me tengo que ir.

Ellos se quejaron y nosotras nos reímos. La acompañé hasta la puerta y nos despedimos.

Tristan no bajó en la siguiente hora, tampoco esperaba que lo hiciera con la migraña que debía tener. Luego de dar unas cuantas vueltas por la casa ordenando las cosas que Ruby y Oliver habían desordenado, me encontré con el celular de Vanessa, probablemente se le había quedado o alguno de los chicos se lo habían sacado en un momento en el que no estuviera atenta.

Su casa quedaba a cinco minutos caminando así que iba a llevárselo antes de que se volviera loca. Vanessa no viviría sin su celular, además probablemente ni siquiera sabía que lo había dejado aquí. 

—Tristan—Murmuré desde el umbral de la puerta.

—¿Sí, nena?—Me preguntó con voz cansada.

—Tengo que ir a casa de Vanessa, vuelvo en 15 minutos no más. ¿Te importa mirar a tus hermanas?

—Ve tranquila preciosa, yo los veo.

—Gracias, y por favor, en serio, ten cuidado, vigílalos bien—Dije y me fui a la casa de Vanessa.

En el camino me fui pensando en lo bien que estaban las cosas con Tristan luego de todo. Jamás me imaginé que podríamos llegar a ser amigos de nuevo luego de lo que había pasado hace once años, y menos me había imaginado que seríamos novios, porque… claro, era completamente obvio que nuestros mundos eran completamente distintos al igual que lo éramos nosotros, en cada aspecto posible. Según yo jamás me involucraría con un mujeriego como él y sin embargo lo hice, solo esperaba que al estar conmigo cambiara su actitud, aunque por alguna razón confiaba en él y sabía que a pesar de todas las cosas que habían pasado, desde lo de hace 11 años hasta la apuesta, nos iba a ir bien. De todos modos, él no puede ser un rompecorazones toda la vida y yo no puedo estar evitando a los chicos para siempre, supongo que ambos teníamos que aprender del otro. Creo que era por eso que iba a funcionar, porque a pesar de ser totalmente distintos, podíamos complementarnos.

La puerta de la entrada estaba abierta así que solo entré. No había nadie en la sala, lo cual era extraño porque Vanessa ya se había ido hace rato y ya debería estar en casa.

Escuché unas risas en la cocina. Una era de Vanessa pero no estaba segura de quién era la otra, así que caminé unos pasos a la cocina, y simplemente no pude creer lo que vi.

—¿Vanessa?—Pregunté, queriéndome cerciorar completamente que era mi amiga la que se estaba besando con el que por el momento todavía era mi novio. Alex.

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Voten!

La niñera (Editando)Onde histórias criam vida. Descubra agora