Capítulo 4:

2.7K 224 28
                                    

Joder, estaba llegando tarde ya que yo misma en transporte había tenido que llevar a Tadeo a su colegio ya que en el medio de la noche Bastián junto con su novia habían salido de fiesta y se habían quedado a dormir en la casa de un amigo.
Una vez que entré a la Secundaria comencé a correr como una loca por los pasillos, fue en ese momento en el cual golpeé mi cabeza durísimo contra otra persona y caí al suelo. El dolor había sido bastante fuerte, pero preferí levantarme e intentar seguir, no lo logré ya que la persona con la cual me había chocado me cogió del brazo:

—Oye ¿estás bien? -aquella voz me indicó la persona la cual me tenía sostenida.

—Sí, bueno, no, pero no importa -dije, torpemente.

—Claro que importa, te golpeaste contra mi.

—¿Y?

—¡Qué no me pediste disculpas! -gritó, soltándome.

Fue ahí, cuando pude observarlo fijamente, su cabello negro estaba mojado y se le pegaba a la frente y sus ojos del mismo color que su cabellera me penetraban el rostro:

—¿Es enserio? -estaba indignada. —Claro que es enserio ¿piensas que golpearme y no disculparte es poco?

Rodeé los ojos, que arrogancia llevaba encima ese hombre:

—Pensé que te importaba como me encontraba, si me preguntaste si estaba bien. —Me estaba refiriendo si el golpe no te había afectado la cabeza, ya que como te dije antes, te ibas sin disculparte.

—¿Sabes qué? No pienso seguir con esta estupidez, estoy llegando tarde a clases y tu también, ya que estamos en el mismo maldito salón.

—Realmente no, el profesor de estas 2 horas faltó, tenemos tiempo libre.

Oh, esa era la explicación de porque no tenía mochila.

—Los demás deben estar en el patio del fondo, jugando fútbol -él asintió.

Lo observé por unos segundos más, su rostro no tenía ningún tipo de imperfección.

—¿Tengo algo en la cara o qué?

—Que manera de reprochar Misael -su nombre se me escapó.

—Wow, no pensé que alguien recordaría mi nombre -comentó, asombrado. —Tu eres Maxine ¿no es cierto? -asentí.

—Bien, nos vemos -dijo con intenciones de irse pero yo lo cogí de la muñeca. Su piel era suave. —¿No tienes alguna red social? Ya sabes, para agregarte y cosas así.

—¿Por qué suponía que me ibas a preguntar algo como eso? -suspiró. —No, no me interesa nada de esas cosas, ahora sí, nos vemos.

Era un chico que se podía definir fácilmente con una sola palabra: Extraño. Pero si se podían 2, arrogante también valía.
Busqué mi salón, con intenciones de dejar esa cosa que pesaba toneladas.
Allí, sentada, con los auriculares puestos y su vista fijada en el celular se encontraba Erika, me puse enfrente de ella, su emoción al verme fue tanta que se levantó y me abrazó:

—Que bueno que llegaste, pensé que me tendría que quedar 2 malditas horas aquí, además, tenía miedo de que ese raro o de que James me hicieran algo.

—Debo contarte algo -me senté y ella lo hizo a mi lado.

Luego de contarle lo sucedido, su rostro reflejaba completa confusión:

—Cada día mi teoría de que es un chico peligroso al cual ni deberías acercarte va tomando más forma querida Max ¿acaso para entenderlo debe ocurrirte algo de gravedad?

Misael ©Where stories live. Discover now