¡Estarán bien descuida!

Me mentí a mí mismo, era la única forma de recuperar la calma, me acomodé en el asiento recostándome un poco para dormir una hora, no pasó ni medio minutó cuando unos gritos llamarón mi atención abrí los ojos de golpe y sentí como tenía encima la mano de mi acompañante para que me calmara.

—Tranquilo, está bien... acá estoy. — pronunció.

Respiraba agitadamente, podía sentir como mi pecho subía y bajaba tan deprisa que casi me daba un infarto, lo observé atónito mientras fulminaba a un hombre de unos cuarenta años reírse con su tableta. —Solo era una estúpida película de terror...

—Demonios, casi me da un infarto. — exclamé...

—Vale que mi hermano está preparado para todo. — indicó en tono retador. Soltó una carcajada que liberó aquella pesadez que se había formado, lo codee con fuerza y este simplemente apretó la quijada sin quejarse.

Una de las aeromozas colocó las noticias locales, de las cuales ninguna formaba algo aterrador como lo había predicho mi compañero, aquello lo calmó más de lo que esperaba, siguió sintonizando canales disponibles y lo dejó en una película variada.

Se relajó y me contó sobre su primer amor de secundaria, de cómo estaba esperando la solicitud para entrar a la universidad, incluso habló de su llegada a la isla y como pasó hacer el chico nuevo. Era tan abierto para hablar que me resultó sencillo contarle acerca de mi confesión a Cristina antes de irme del país, y de cómo fue abandonar todo para seguir a mi papá por todo el país.

Al llegar al aeropuerto me bajé del avión aferrado a su camisa, se encontraba caminando como un escudo, cosa extraña ya que si nos atacaban sea cual sea el ataque él no tenía antibalas ni nada por el estilo, pero no quería entrar en contienda con él, por lo que acate sus órdenes.

Esperaba ver a la policía naval, al ejército, incluso algunos protestantes, pero nada pasó.

Era un día tan normal como otros en Virginia.

—¡Joseph! —Gritó una voz chillona desde el extremo de invitados, y ahí se encontraban mis amigos, con tres carteles tan llamativos que pasaban de lo extravagante. Alcé la mano para que aguardaran mientras avanzábamos a su encuentro.

El primer cartel lo tenía Ron, estaba escrito mi nombre con letra hecha a mano, sonreí al ver que su peinado era otro, ¿Cómo un amigo de toda tu vida cambia en menos de un me?, no lo comprendía... pero ahí esta uno de mis dos máximos confidentes con su cabello azabache parado en puntas, su cuerpo parecía más fornido como si todo este tiempo estuviera en el gimnasio, lo cual era extraño.

 El segundo cartel tenía escrito el nombre de Enrique, este lo sujetaba Cristina, tenía su cabello castaño corto hasta los hombros, lo había cortado y no lo noté en la vídeo llamada, su piel caucásica resaltaba sus labios rojo sangre, una figura e...

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El segundo cartel tenía escrito el nombre de Enrique, este lo sujetaba Cristina, tenía su cabello castaño corto hasta los hombros, lo había cortado y no lo noté en la vídeo llamada, su piel caucásica resaltaba sus labios rojo sangre, una figura esplendida que no le daba justicia con ese vestido que tenía.

IMPUROS (Mata, Huye y sobrevive) editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora