Capítulo tres

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No era el hecho de tener dolores musculares por ser tironeado por todo el aeropuerto, tampoco por los rugidos demandantes de mi estomago que exigían comer algo, lo que me tenían con los brazos cruzados como dos barras de metal, era la actitud sobre-protectora que había tomado Enrique.

El papel de hermano mayor lo había escrito en piedra, me dejó sentarme en la ventanilla por el simple hecho de colocarse como escudo en el asiento contiguo al pasillo. Mantenía su ceño fruncido de manera continua, por más que le pedía que se relajara no lo conseguía.

No compartió nada de las noticias que escuchó en la radio, al montarnos al avión la azafata pidió apagar los teléfonos celulares, lo cual lo incomodo más. Quizás era un problema con su país que yo no comprendía, de lo contrario las personas en el vuelo estuvieran algo alteradas.

Al despegar el avión y estabilizarse todo; la azafata nos trajo unos sándwiches seguido de postres, no era primera clase, pero aquello se miraba comestible. Enrique hizo dos llamadas en ese momento indicándoles algunas cosas en español que no comprendí. En otras ocasiones me hubiera enfadado la descortesía de hablar en un idioma privado, pero mientras mordisqueaba mi emparedado su segunda llamada captó mi atención.

—Por favor Richard, mi madre tiene una casa en Black Rock. — expuso en tono serio. — las cosas no son seguras por ahora, y hasta que no se normalice todo en los noticieros, es el lugar más seguro que existe. — hablaba tan rápido que me costaba comprender lo que decía, incluso decía algunas cosas en su idioma que mi padre captaba a la perfección. —nadie sabe de la ubicación, y tendrán todos los servicios, llegaremos con Joseph cuando todo se tranquilice, y si las cosas están mal en Virginia, nos iremos enseguida no se confíen...—colgó.

Termine que devorar la comida al tiempo que él tomó la suya. Me observó con cautela, algo no andaba bien, y no sabía cómo decírmelo.

Esperé que devorara la mitad de su porción de comida para luego caerle a preguntas.

—Sé que algo malo está pasando, tienes que confiar en mí. — presenté.

Cuando me arrastró por el aeropuerto tenía muy presentimiento, pero a medida avanzamos hasta nuestros asientos aquello se disipó, como si su compañía me brindara cierta seguridad, con su gesto torcido comenzaba a flaquear de nuevo.

Tomó un sorbo de su refresco y se aclaró la garganta.

—Al parecer hay un virus que afecta a las personas y es muy peligroso...— presentó con el rostro nuevamente tenso. — no sé exactamente que es, o que hace... pero no podemos bajar la guardia.

—¡Como la película que miramos el otro día! — bromee llevándome las manos a la boca. El apretó los labios en gesto de desaprobación. —zombis, ya lo veo venir, ¡genial! — continúe mi broma, lo cual comenzaba a sacarlo de casillas. — jugué; Plantas vrs Zombies, The Last Of Us, y toda la saga de Resident Evil, ¡estoy más que preparado! — alardee. Aunque todo en mi cuerpo me gritaba que tenía que tener miedo, que ese brillo inusual en su mirada no indicaba juego, necesitaba que ser relajara o ambos podíamos romper en nervios.

—Esto no es un juego y lo sabes, solo nos tenemos el uno al otro...

—Descuida galán, yo te protegeré. —Canté alzando ambos pulgares al aire. No sabíamos que nos íbamos a encontrar en Virginia o si realmente solo era en su país que todo estaba tan mal como escuchó la radio, pero no podía demostrar preocupación, se lo debía...

—Joseph, concéntrate y confía en mi... saldremos de esta...— concluyó

No volvimos a conversar después de la comida, parecía sumido en sus pensamientos, de la misma forma que yo estaba. El aire en aquel lugar comenzaba a tensarse de nuevo. No quería ni imaginarme que mis amigos estuvieran en peligro, o que les hubiera pasado algo, con mi padre y Martha al menos sabía que Enrique los había enviado a un lugar seguro.

IMPUROS (Mata, Huye y sobrevive) editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora