Día 2

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Para James el principio de ese día había sido fatal, despertó tirado en el piso desilusionado y adolorido.

Marcos no recordaba lo que había sucedido ayer por todo lo que tomó, no es como si fuera una persona que bebe sin control pero se sentía en confianza con los nuevos amigos que tenía.

James salió de su cuarto avisando que tenía cosas que hacer, Marcos aprovechó su mañana en bañarse, limpiar el cuarto, ordenar sus cosas, la cama, abrir la ventana y revisar constantemente el chichón que tenía en la frente.

Llegó a la cocina caminando lento pero seguro, le dolía mucho la cabeza, se encontró con Albert una de las montañas que solo conocía de vista cuando visitó en comedor.

-Hey muchacho, ¿que se te ofrece?- Albert era un hombre trigueño con una barba rasposa pegada a las patillas, alto como de un metro noventa, quizás algo más, de largas piernas y finas manos, no afeminadas pero si parecían suaves, su cabello de un negro azulado largo un poco más abajo de los hombros, agarrado en una coleta baja.

-Hey, quería saber si hay algo que me puedas dar para el dolor de cabeza- respondió Marcos mientras se sentaba en una de las sillas que rodeaban una mesa café oscura pequeña y ovalada.

-Para ese chichón nada, lo mejor será que lo dejes tranquilo y ya-

-No es para el chichón, es para la resaca, al parecer se me pasó la mano con la bebida ayer- habló Marcos mientras observaba a Albert preparar el desayuno -lo bueno es que llegue a mi cuarto-

-Por lo que sé te llevo James- respondió Albert sacando un vaso y unas pastillas de uno de sus tantos muebles de cocina que estaban pegados en lo alto de la pared.

-Oh! si es verdad, a todo esto ¿En dónde se está ese hombre?-

-Creo que descansando, vino a hablar conmigo hace casi una hora, no se veía con los mejores ánimos-

-¿No te dijo por qué estaba mal?- Marcos estaba preocupado, no sabía por qué, pero James era un constante punto brillante en su día a día, y eso que apenas si lo conocía, siempre al estar cerca del atractivo alcalde sentía un fuerte tirón que lo obligaba a estar cerca de él pero Marcos se alejaba, hacían que se le formara un extraño revoltijo en el estómago y sentía un gran atisbo de tristeza si estaba lejos de James, se sentía así ahora pero sabía disimularlo muy bien, excepto la preocupación. Cosas de familia... supongo.

-No dijo nada, pero no comió y eso es lo que más me preocupa, el Alf... James no tiene que saltarse comidas- dijo Albert de forma preocupada

-¿Por qué, se enoja?- intento burlarse Marcos, ya con la cabeza menos palpitante y de mejor ánimo

-No- habló el cocinero un poco tajante, a él no le gustaba que se burlaran de su Alfa -James tiene un extraño problema en su cuerpo que le pide comer de forma obligatoria tres comidas al día y siempre a la misma hora, su sistema sanguíneo es débil y extraño, las proteínas y minerales necesarios no son distribuidos de forma correcta y casi en la mayoría son desechados, además de que tiene que consumir una mayor cantidad de hierro para fortalecer la sangre-

Marcos quedó impactado con tal noticia, nunca en toda su vida se le hubiera pasado por la cabeza que alguien tan construido como James tuviera un problema tan extraño y complicado, con pena y dolor pidió su desayuno y el de James, se lo llevaría a su habitación. Primero averigua en donde queda, o quizás esté en su oficina.

-¿Cuál es la habitación de James, Albert?-

-Es su oficina-

-¿No tiene habitación propia?-

-Nop, James es muy reacio en todo lo que tenga que ver con dejar su oficina, por eso mandó a que se hiciera un cuarto al lado de su oficina, si entras te darás cuenta de que si miras a la izquierda hay una puerta café oscuro- Marcos no se había dado cuenta de eso cuando estuvo en la oficina del alcalde, bueno pero con el pedazo de adonis al frente quien se fija en una puerta.

-Bien, iré a llevarle el desayuno y así como yo también-

-De acuerdo niño, que te vaya bien-

-Ni me digas niño, no lo soy- Albert le entrego una bandeja con dos abundantes desayunos y se rio de Marcos, el cocinero era mucho mayor, por varios años.

*

*

*

Marcos se debatía entre tocar la puerta o solo entrar, no es como si tuviéramos mucha confianza que digamos.

Pero despertó en mi habitación hoy en la mañana, eso crea confianza ¿o no?

¿Por qué estaba en mi cuarto hoy en la mañana?, ¿que hicimos anoche?, yo estaba con ropa, así que creo que no pasó nada, a mí no me dolía nada, pero, ¿y si el de abajo era él?

Sin que Marcos de diera cuenta y de lleno es sus pensamientos, la puerta se abrió y James se llevó un plato y un vaso, entro sin darle a Marcos una mirada. Con el portazo de la puerta Marcos dejó de estar fundido en sus pensamientos y con un sobresalto abrió la puerta y se metió en las sombras de la oficina de James, este no había amarrado las cortinas ni abierto las ventanas, el olor a encierro era sofocante, Marcos escuchó otra puerta cerrarse y por primera vez vio la dichosa puerta café oscuro. Caminó con paso firme y girando el pomo de la puerta solo se atrevió a asomar la cabeza.

James estaba literalmente tirado en la cama, devorando su desayuno.

-Oye... James...- Marcos sentía que no le hacía bien estar ahí, pero esa cosa rara seguía llevándolo hasta el alcalde.

-¡Que! largo humano- James aun no lo miraba y eso molestaba a Marcos, este con todo su carácter entro y cerró la puerta fuertemente, James lo miro, aunque solo movió sus ojos.

-No me trates así James, no hice nada malo, a menos claro, que encuentres que te alimente como algo malo, porque si es así por favor dímelo y lo pongo en mi lista de personas a quienes no joder! imbécil!-

-¿Tienes una lista de personas que no jodes?- James seguía comiendo cada vez más pan.

-En realidad tu eres el único y primero en la lista por estúpido- Marcos se acercó a la cama de James y le regaló sus panes menos uno que se dedicó a comer tranquilamente mientras se sentaba en la orilla de la cama y dejó su bandeja a sus pies.

-¿Él único?, no puedes hacer eso, los demás deberían estar en esa lista, no yo, y las cosas son al revés, yo jodo- James lo miro serio y esperó a que hago sucediera, cinco minutos y nada aun. Este chico es tan lindo, tierno e inocente que nunca pensaría en que es mayor de edad. ¿Y si no lo es?, tendría que esperar a que sea mayor de edad, no le gustaba ser una persona ilegal con las reglas de los humanos, su manada tampoco podía romper las normas, tenían que camuflarse con las personas, no tener un letrero fluorescente en forma de flecha apuntando hacia sus cabezas.

Marcos lo entendió y su rostro se tiño de un fuerte rojo, se levantó rápidamente y paso a llevar la bandeja, el jugo se calló.

-¿Cuántos años tienes Marcos?- James aún no entendía como alguien podía ser tan ingenuo, quizás su pareja tenía un problema de retraso. O solo es lento para pillar las cosas.

-Emm.... yo... Si, emm... Tengo 33 años, ¿por qué?- Marcos se había alejado sus buenos tres pasos y James no se había dado cuenta. Eso es malo.

-No por nada, no te preocupes- A James le bajó todo el instinto protector y delicadamente se acercó a Marcos y acaricio su cabeza bajando hasta su mejilla.

Marcos calló ante la caricia y se apoyó en ella, volvía a sentirse seguro y en paz, estaba bien.

Estoy bien.

Dulce Pantera (ahora en DREAME, me cambio de plataforma)Where stories live. Discover now