Cuenta hasta cien y estrangúlate.

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Clarke alcanzó a tomar un sorbo de café antes de escuchar que lo llamaran.

-¡Sargento!- gritaron.

Todos en el precinto, con excepción de la Sargento Ronda y el Capitán, lo llamaban Detective.  Debía ser una mujer por el ruido de los tacones, y era externa a la fuerza.

Clarke siguió avanzando de vuelta a su oficina, con paso lento. Se podía imaginar quién estaría buscándolo a esa hora en la mañana.

-Detective - repitió la mujer alcanzando a Clarke y parándose frente que él. No interponiéndose pero sí en su camino.

-Dígame.- contestó Clarke con una cortés indiferencia burocrática.

-Lo he estado buscando por todas partes. - dijo ella con una sonrisa.
-¿Intentó en mi oficina? - preguntó Clarke.
- Sé que no estaba ahí - dijo ella sonriendo. - Con la oficial muerta y todo eso.

Clarke se despaviló rápidamente pero no dejó que su rostro lo mostrara.

-Me llamó Nancy Dreu. -dijo ella levantando su mano.

-¿En serio?- preguntó Clarke.
-Mis padres -dijo ella haciendo un ademán para quitarle la importancia. Saco su pase de prensa. - Ellos tenían un extraño sentido del humor.

-Chicago Tribune-  leyó Clarke. - ¿Qué puedo hacer por usted señorita Dreu?
-Quería hacerle unas preguntas acerca de los sucesos de anoche. -dijo ella sacando una libreta de su bolsa.

-No puedo comentar acerca de una investigación en progreso.- dijo Clarke y siguió caminando hacia su oficina. La reportera lo siguió.

-Lo entiendo detective pero hay cosas muy importantes que necesitan esclarecer y... -
-Es la policía quien las esclarece. No los medios. -terminó Clarke deteniéndose y volteando a verla.
-Ahora si me disculpa necesito hacer mi trabajo antes de que otros 10 cazachismes vengan a preguntar y escribir lo que les de su gana.-

Clarke le hizo un ademán a un policía uniformado y le pidió que se acercara.  -Por favor escolte a la señorita de aquí antes de que la detengamos por obstrucción de la justicia.-
-No hay necesidad- dijo ella guardando todo rápidamente, claramente ofendida. -Yo puedo encontrar la salida sola.-

Clarke regresó a su oficina. En un escritorio central tenían las cajas en las que estaban reuniendo todos los informes y reportes de la investigación. En el fondo tenían un pizarrón con varios apuntes, dibujos de las posibles armas homicidas, mapas de la ciudad con rayones y un mapa más grande, de América, con varias lineas pasando por encima de ellos.

Los detectives Dawson y Lopez estaban archivando todo cuando entró el Capitán.

-¿Ya está listo todo?- preguntó el capitán.
- Casi señor. -contestó Dawson. -Solo falta los últimos descubrimientos y los mapas.
-Entonces dejen de guardar todo. - dijo el Capitán.

El detective Clarke se levantó de su silla y fue hasta donde estaba el Capitán.
-¿A qué se refiere? -preguntó muy extrañado.
-Un viejo amigo mío me preguntó que pasó. Es de confianza. Después de hablar con él, decidió darnos el fin de semana con el caso. -dijo el capitán. -Oh, olvidé mencionarlo, es un juez federal.

Lopez y Dawson sonrieron y dejaron los archivos sobre la mesa. El capitán hizo un gesto para calmarlos.

-Tranquilos, no es definitivo. - dijo el Capitán. - Solo dijo que iba a revisar algunos antecedentes a la moción. De igual manera piensa fallar a favor de los federales pero tenemos 48 horas antes de que eso suceda.

- 48 horas para vengar a Petrenko- dijo Lopez entusiasmada.
- 43 -corrigió Clarke. -Pongámonos a trabajar.

El Capitán salió de la oficina. Les informó que no podría estar ese fin de semana, pues tenía unos asuntos "al Norte".

Mientras las Chispas CaíanOn viuen les histories. Descobreix ara