Ese instante de felicidad

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Hoy les voy a hablar de otra de mis pasiones. Algo que es muy mío, algo que no suelo compartir.

Cuándo era chiquita, a mis nueve o diez años, quería aprender a tocar la guitarra. Una banda que me gusta mucho (a ver si adivinan cuál) me habia inspirado ese nosequé adentro. Canciones de amor, una guitarra y mi pisciana intensa a flor de piel.

Mi bisabuela (mamá de mi abuela) era cantante y compositora. Ella cuándo era más jóven daba clases de guitarra, y siempre que iba a visitarla la hacía tocarme una canción. Mi nona me regaló esta guitarra, una de sus tres guitarras hermosamente cuidadas. Y me enseñó a tocar un poco.

Al volver a la ciudad me la traje conmigo, con la promesa de aprender. Fuí a profesores, después a la Escuela de Música, y en el medio de todo eso, mis bisabuelos fallecieron. Robaron las otras dos guitarras, pero esta quedó.

Desde que empecé a tocar que lo hacía sola. La música siempre la disfruté en solitario. Creo que yo soy bastante solitaria también... me gusta. Que se yo. Apagaba mi cabeza un rato, me dejaba volar, me ponía a escribir o a leer y todo pasaba.

Siempre me presionaron mucho por todo. Quizá sin intenciones de, pero me agobiaron demasiado. Entonces me empecé a cerrar. Al cerrarme con todos bastante, me abría escribiendo. Y también me abría tocando la guitarra.

Con los años se volvió algo que hago sólo cuándo estoy sola. Silencio... música. Soledad... música. Mal humor... música.

La música apagaba mis malos días, las malas energías y mis cables cruzados. Y lo sigue haciendo.

¿Saben? La música sana me dijo una vez mi cantante favorito, y cuánta razón tiene. ¿Que les gusta a escuchar a ustedes? ¿Tocan algún instrumeto?

No importa qué, siempre hagan lo que les haga feliz. Solos o para el mundo, no importa. Lo que importa es ese instante de felicidad.

GIRASOLWhere stories live. Discover now