Día 2: Un pequeño héroe con una gran cicatriz.

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Desde pequeño siempre me he preguntado, ¿es verdad que nadie nace siendo malo?

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Desde pequeño siempre me he preguntado, ¿es verdad que nadie nace siendo malo?

Mis padres siempre decían que nadie puede nacer malo, que son las circunstancias los que te hacen malo. Una vida difícil, una cicatriz tan grande que va creciendo por todo lo que te rodeo y te hace daño es lo que la abre cada vez más, hasta que ya no eres más que una gran herida abierta, latente y que nunca podrá cerrarse.

Yo sé lo que es eso.

Lo supe el día que mis padres salieron a su ronda diaria de patrullaje, como cualquier otro día en el que era encargado con mi tía porque ellos no querían que esa oscuridad de la que se rodeaban cada noche rodeara también a su hijo.

Lo supe en cuanto el teléfono sonó en la noche, porque una llamada nocturna nunca ha sido un buen augurio.

Lo supe cuando mi tía me vistió de forma apurada y con sus ojos rojos tratando de aguantar el llanto inminente.

Lo supe mientras ella conducía apurada, sin decirme palabra y dando a entender que yo tampoco debía preguntar porque la pondría mal.

Lo supe cuando las luces blancas de la sala de emergencias iluminaron mi cara y mi tía preguntaba por los nombres de mis padres y la enfermera pedía que la acompañara.

Debo admitir que fue un funeral triste pero lleno de gente, que me daba condolencias a mi tía y a mí, quien sería la que se encargaría de mí porque no tenía a nadie más y ella tampoco tenía nadie desde hace mucho tiempo.

Solo ella y yo a través de los años.

-Cariño-la voz de mi tía siempre era un bálsamo para mi corazón que se había secado-¿quieres el desayuno de siempre o algo más especial?

-Lo de siempre tía-sabía el porqué de su pregunta, siempre hemos preferido una rutinaque no cambia en nada.

-Bien...pero apúrate porque ya es tarde para la escuela-ambos éramos cariñosos a nuestro modo, porque las cicatrices secan corazones de los que una vez fuimos alegres.

Dejando mi cuarto que tenía algunas imágenes alusivas a superhéroes después de un rato, comiendo el desayuno de siempre y siendo llevado al mismo colegio al que asistía todos los días con la misma rutina como mantra.

No quería algo nuevo en la vida, porque siempre que algo cambia trae consigo algo malo también.

Y lo supe cuando otros rojos como los míos se hicieron presentes en el salón, eran tan rojos y estaban tan rotos como los míos, supongo ese fue el motivo del porque la maestro lo sentó a mi lado, creyendo que dos corazones rotos pueden repararse mutuamente; como si estar marcado de cicatrices fuera algo malo.

Sorprendentemente fue cierto, porque con el paso de los días ese niño fue el único que nunca me preguntó porque nunca sonreía, porque vivía con mi tía y no con mis padres, tampoco me preguntó si podía sentarse a mi lado en el recreo, ni si podía esperar en la misma banca a las personas que nos recogían; solo lo hacía, y eso me hacía sentir un poco bien.

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⏰ Last updated: Apr 16, 2019 ⏰

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