Capítulo 36: Culpable.

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Mi madre se sentó a la orilla de mi cama solo para decirme que ya era hora de levantarme, que tenía que ir al trabajo y comer antes de irme

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Mi madre se sentó a la orilla de mi cama solo para decirme que ya era hora de levantarme, que tenía que ir al trabajo y comer antes de irme. Todavía cansado me incorporé junto a ella, restregándome los ojos con la mano y al mismo tiempo bostezando.
     —Tenemos que hablar, hijo —dijo ella, viéndome con un dejo de preocupación.
     — ¿Y ahora qué hice? —pregunté dormitado.

No pude pensar en algo que no implicara alguna estupidez de mi parte. Cuando Millaray decía que teníamos que hablar, significaba que algo estaba mal conmigo o que yo había hecho algo malo. Siempre trataba de hacer las cosas lo mejor posible para que ella no se decepcionara de mí, no me gustaba ponerla en penas por cosas que eran asunto mío, yo tenía que solucionarlo. Además, ella tenía suficiente con todo lo que nos había sucedido recientemente.
     — ¿Fuiste tú? —preguntó directamente, sin una previa introducción.
     — ¿De qué estás hablando?
     — ¿Tú lo mataste? —su semblante serio me dejó claro que ella lo sabía todo y yo no podía negarlo porque no podía seguir escondiéndome. No me quedó de otra más que mover la cabeza asintiendo, admitiendo que yo había sido el que le disparó a Julio Corona porque quería vengarme de lo que me había hecho.

Millaray me abrazó cuando escuchó mis razones. Me dijo que me amaba a pesar de todo y que me entendía, pero que tenía que aprender con eso a dejar de pensar en caliente porque los errores deben darme la experiencia para aprender a no volver a arruinar las cosas, y menos de esa manera. Le pedí perdón en ese momento; perdón por decepcionarla cuando era lo que menos quería provocar. Ella me dio todo desde que tenía cuatro años, y yo tenía que agradecérselo cada segundo de mi vida porque por ella yo estaba ahí, despertándome para ir al trabajo.
     — ¿Qué aprendiste del cuatro de julio?

Su pregunta era desagradable. No quería pensar en ese día porque todo había sido oscuridad. ¿Qué le podía responder? Si lo único que aprendí fue que, aun cuando estamos hasta la mierda, podemos terminar más abajo de ahí todavía. Hubiese querido sacar algo bueno de todo eso, pero simplemente no había una razón. Ni siquiera porque era el cumpleaños de la Jeimy, porque al final todo se puso negro. Todo se volvió muerte.
     —Que no puedo creer en Dios, cuando todo lo que me pasó no se tomó su tiempo, y me echó toda la mierda encima —contesté, soltándome a llorar.
     — ¿Culpas a Dios de tus errores, Robin? —regañó con la cara seria.
     — ¿No se supone que él es todo en esta vida? ¿A quién más voy a culpar? El mal no existiera si él fuera tan bueno como dicen...

Estaba muy enojado con él; con Dios, por haberme puesto tanta basura en tan poco tiempo. La muerte de mi madre y mi hermana era algo que no le podía perdonar, porque se llevó a mis dos seres más amados en esta maldita vida y me dejó solo. Ya no quería perder a nadie más y el miedo a que eso pasase se empezó a penetrar en cada parte de mi cuerpo. Perder al Batto, que me apoyó tanto en esos momentos tan difíciles. Perder al Tadeo y a mi sobrina, que eran todo lo que me quedaba de familia hasta que yo pudiese formar la mía.

Yo, ErróneoWhere stories live. Discover now