Eugenzel

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Rapunzel paseaba por la sala de su departamento repitiendo el mismo sendero una y otra vez, sus pisadas tenían tanto vigor que la suave alfombra blanca comenzaba a mostrar vestigios de maltrato; era una suerte que calzara pantuflas porque haber portado los nuevos zapatos de tacón era seguro que el tapete habría quedado destruido.

-¿Debes estar bromeando? -gritó al micrófono de su móvil después de nuevamente recibir el tono de espera.

Ya habían pasado varias horas desde que las fotos se publicaron y aún no podía comunicarse con su novio. Sentía que estaba a punto de enloquecer, por ello decidió que, antes de incrementar los fantasmas que su imaginación tramaba cual telarañas, debía hablar con el responsable de ocasionar dicha situación. Sin embargo, él de alguna manera evitaba responder el teléfono.

La rubia confiaba plenamente en su novio y debido a eso aceptaba su explicación de no querer dar a conocer la relación que mantenían para evitar complicaciones; también era por esa seguridad en la franqueza de sus sentimientos que no le importó que Eugene tuviera una cita con aquella famosa solista. No obstante todo se fue al demonio cuando los medios publicaron diversas imágenes donde se podía apreciar a la cantante colgada del brazo de su novio a la salida del restaurante donde habían almorzado, o susurrando con confianza algo a su oído mientras eran entrevistados.

Ofuscada se dejó caer sobre el sofá y volvió su atención a su laptop.

-Esto es demasiado -presionó los puños al leer las nuevas actualizaciones donde se aseguraba que "la pareja Eugene Fitzherbert y Astrid Hofferson" estaba compartiendo un almuerzo romántico en vísperas de las fecha; incluso las páginas más amarillistas se arriesgaban a insinuar una pronta boda-. ¿Por qué no sales a desmentirlo? -preguntó a la vacía habitación, cubriendo su rostro con ambas manos.

Ella conocía a la perfección que desde el momento en que aceptó entablar una relación deberían sortear mucho más obstáculos que una pareja "normal" debido a permanecer al ambiente artístico, más supuso que todos ellos serían insignificantes si podía compartir su vida con el hombre que amaba. Incluso aceptó sin quejas el esconder su noviazgo por el bien de sus carreras, sacrificando así las actividades típicas que podían realizar juntos, como pasear en el parque de la mano, ir al cine o simplemente sentarse a cenar en un buen restaurante, hasta los obsequios tenían que ser guardados de la vista de los demás para no tener que dar aclaraciones. Pero en esos momentos sus ilusiones se veían pisoteadas ¿Por qué Astrid era libre de compartir sus sueños con su amado? Y más importante aún ¿Por qué él se lo permitía? Lo habían entrevistado y se reusó a contestar las preguntas relevantes al tema.

-¿Será su manera de decirme que nuestra historia acabó? -volvió a hablar al silencio y elevó las piernas para abrazar sus rodillas y hundir su rostro en ellas para llorar como si fuera una niña.

No era su primer romance fallido, pero sentía que esta vez en verdad su corazón se partiría en mil pedazos, que todo color en la vida se convertiría en un borrador en blanco y negro donde transitaría cada día como si estuviera adormecida hundida en una bruma permanente que no le permitiría percibir calidez alguna.

El timbre de su celular la sacó de sus divagaciones, con rapidez se precipitó a cogerlo y atender sin constatar el nombre de quién la convocada.

-Hola -se anticipó a saludar.

-Rapunzel -la conocida voz de su representante rompió toda esperanza-. ¿Ya estás lista?

-¿Lista? ¿Para qué? -la cabeza de la rubia era un torbellino de confusión.

-¿Cómo qué para qué? -la fémina al otro lado de la línea se escuchaba molesta-. El show comienza en una hora ¿lo olvidaste?

-Ah, sí. Lo siento.

Relatos (Jelsa, Mericcup, Eugenzel, Kristanna) Completo.Where stories live. Discover now