Capítulo 14: Basilisco

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— Está sumamente sucio acá abajo — aclaró, Lockhart.

— Bueno, vayámonos — dijo, Harry soltando un gran suspiro

— ¿Oye, Harry? — Myrtle llamo la atención de Harry — si te mueres allá abajo, podemos compartir mi excusado — comentó.

— Oh... supongo que... gracias, Myrtle — dijo, Harry — lo tomaré muy en cuenta — agregó

...

Era como tirarse por un tobogán interminable, viscoso y oscuro

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Era como tirarse por un tobogán interminable, viscoso y oscuro. Podía ver otras tuberías que surgían como ramas en todas las direcciones, pero ninguna era tan larga como aquella por la que iban, que se curvaba y retorcía, descendiendo súbitamente. Calculaba que ya estaban por debajo incluso de las mazmorras del castillo. Detrás de él podía oír a Ron, que hacía un ruido sordo al doblar las curvas.

Y entonces, cuando se empezaba a preguntar qué sucedería cuando llegara al final, la tubería tomó una dirección horizontal, y él cayó del extremo del tubo al húmedo suelo de un oscuro túnel de piedra, lo bastante alto para poder estar de pie. Lockhart se estaba incorporando un poco más allá, cubierto de barro y blanco como un fantasma. Harry se hizo a un lado y Ron salió también del tubo como una bala.

Sus pasos retumbaban en el húmedo suelo. El túnel estaba tan oscuro que sólo podían ver a corta distancia. Sus sombras, proyectadas en las húmedas paredes por la luz de la varita, parecían figuras monstruosas.

— Recuerden — dijo Harry en voz baja, mientras caminaban con cautela — al menor signo de movimiento, hay que cerrar los ojos inmediatamente.

Pero el túnel estaba tranquilo como una tumba, y el primer sonido inesperado que oyeron fue cuando Ron pisó el cráneo de una rata. Harry bajó la varita para alumbrar el suelo y vio que estaba repleto de huesos de pequeños animales. Haciendo un esfuerzo para no imaginarse el aspecto que podría presentar Ginny si la encontraban, Harry fue marcándoles el camino.

Algo se movió de pronto detrás de ellos. Gilderoy Lockhart se había caído de rodillas — levántese — le dijo Ron con brusquedad, apuntando a Lockhart con su varita, él se puso de pie, pero se abalanzó sobre Ron y lo derribó al suelo de un golpe. Harry saltó hacia delante, pero ya era demasiado tarde. Lockhart se incorporaba, jadeando, con la varita de Ron en la mano y su sonrisa esplendorosa de nuevo en la cara.

— ¡Aquí termina la aventura, muchachos! — dijo — cogeré un trozo de esta piel y volveré al colegio, diré que era demasiado tarde para salvar a la niña y que ustedes dos perdieron el conocimiento al ver su cuerpo destrozado, ¡despídanse de sus memorias!

Levantó en el aire la varita mágica de Ron, recompuesta con celo — ¡obliviate! — la varita estalló con la fuerza de una pequeña bomba.

Harry se cubrió la cabeza con las manos y echó a correr hacia la piel de serpiente, escapando de los grandes trozos de techo que se desplomaban contra el suelo

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Harry se cubrió la cabeza con las manos y echó a correr hacia la piel de serpiente, escapando de los grandes trozos de techo que se desplomaban contra el suelo. Enseguida vio que se había quedado aislado y tenía ante sí una sólida pared formada por las piedras desprendidas.

— ¡Ron! — grito — ¿estás bien?, ¡Ron!

— ¡Estoy aquí! — la voz de Ron llegaba apagada, desde el otro lado de las piedras caídas — estoy bien, pero este idiota no, la varita se volvió contra él, ¿y ahora qué? — dijo la voz de Ron, con desespero — no podemos pasar, nos llevaría una eternidad...

— Aguarda aquí — indicó a Ron — espera con Lockhart, iré yo, si dentro de una hora no he vuelto...— hubo una pausa muy elocuente.

— Intentaré quitar algunas piedras — dijo Ron, que parecía hacer esfuerzos para que su voz sonara segura — para que puedas... para que puedas cruzar al volver.

— ¡Hasta dentro de un rato! — dijo Harry, tratando de dar a su voz temblorosa un tono de confianza.

...

Harry sentía la incomodidad de cada uno de sus músculos en tensión. Quería llegar al final del túnel y al mismo tiempo le aterrorizaba lo que pudiera encontrar en él. Y entonces, al fin, al doblar sigilosamente otra curva, vio delante de él una gruesa pared en la que estaban talladas las figuras de dos serpientes enlazadas, con grandes y brillantes esmeraldas en los ojos.
Harry se acercó a la pared, tenía la garganta muy seca, hablo parsél y las serpientes se separaron al abrirse el muro. Las dos mitades de éste se deslizaron a los lados hasta quedar ocultas, y él, temblando de la cabeza a los pies, entró.
Se hallaba en el extremo de una sala muy grande, apenas iluminada, sacó su varita y avanzó por entre las columnas decoradas con serpientes. 

Sus pasos resonaban en los muros sombríos

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Sus pasos resonaban en los muros sombríos. Iba con los ojos entornados, dispuesto a cerrarlos completamente al menor indicio de movimiento. Le parecía que las serpientes de piedra lo vigilaban desde las cuencas vacías de sus ojos. Más de una vez, el corazón le dio un vuelco al creer que alguna se movía.

Al llegar al último par de columnas, vio una estatua, tan alta como la misma cámara, que surgía imponente, adosada al muro del fondo.
Harry tuvo que echar atrás la cabeza para poder ver el rostro gigantesco que la coronaba: era un rostro antiguo y simiesco, con una barba larga y fina que le llegaba casi hasta el final de la amplia túnica de mago, donde unos enormes pies de color gris se asentaban sobre el liso suelo. Y entre los pies, boca abajo, vio una pequeña figura con túnica negra y el cabello de un rojo encendido.

— ¡Ginny! — susurró Harry, corriendo hacia ella e hincándose de rodillas — ¡Ginny!, ¡no estés muerta!, ¡por favor, no estés muerta! — dejó la varita a un lado, tomo a Ginny por los hombros y le dio la vuelta. Tenía la cara tan blanca y fría como el mármol, aunque los ojos estaban cerrados, así que no estaba petrificada. Pero entonces tenía que estar... — Ginny, por favor, despierta — susurró Harry sin esperanza, agitándola. La cabeza de Ginny se movió, inanimada, de un lado a otro.

— No despertará — dijo una voz suave.

Harry se enderezó de un salto. Un muchacho alto, de pelo negro, estaba apoyado contra la columna más cercana, mirándole.

— Tom... ¿Tom Riddle? — preguntó, Harry, Riddle asintió con la cabeza, sin apartar los ojos del rostro de Harry — ¿qué quieres decir?, ¿por qué no despertará? — dijo Harry desesperado — ¿Ella no está... no está...? — decía con un poco de miedo.

— Todavía está viva — contestó Riddle — pero por muy poco tiempo — Harry tomó la mano de la pelirroja, estaba muy fría.

— Todavía está viva — contestó Riddle — pero por muy poco tiempo — Harry tomó la mano de la pelirroja, estaba muy fría

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