Día #5: F.ormal wear

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—Eren se viste mal —espetó secamente Levi, el director del departamento de marketing —. Pareces vago.

Jean trató de aguantar la carcajada,  más por temor a su jefe que al castaño. Era verdad: el bigote no le salía por completo y parecía mugre sobre el labio, su cabello siempre tenía nudos y se esponjaba a pesar de ser lacio. ¿Acaso no conocía los cepillos? Nunca llevaba ropa que no gritara a leguas que era un flojo de primera y tomaba lo primero que encontraba. Al menos, estaban seguros de que todos los días se bañaba y perfumaba, pero no era particularmente agradable a la vista. Había sido contratado por sus habilidades como diseñador gráfico, ni siquiera estaba titulado, pero el sujeto de recursos humanos había encontrado más útil su capacidad que un papelucho.

—¿Jean? —aunque su jefe era muy bajito, inspiraba respeto y mucho temor —Llévalo a comprar ropa. Tendrán el día libre después de eso.

—¡¿Qué?! —hablaron al unísono los otros.

—Con todo respeto, no fui contratado para ser niñera del pordiosero —su ceño fruncido anunciaba su molestia.

—Tenemos una reunión muy importante con los editores de una prestigiosa revista y este mocoso es la parte más importante para que los promotores sigan apoyandonos —ni siquiera los miraba —, así que irás tú, eres el mejor vestido.

—Creo que usted se viste mejor, jefe —trató de liberarse de tal responsabilidad.

—Ya lo sé, pero no seré pilmama de éste. Ahora váyanse, que tengo una cita para jugar Monopoly con el presidente Erwin.

Ambos salieron de la oficina de cristal un poco abrumados por la información recibida. Ni hablar, no había nada más qué hacer que obedecer lo que se les había encomendado. Jean sólo atinó a darle un golpecito en el hombro al otro para que lo siguiera, mientras que el castaño, con las entrañas revueltas al ser enviado a cambiar su apariencia con el chico que le gustaba, lo seguía de cerca. No quería fijar la vista en su compañero pues, aunque no lo admitiera, tenía tiempo ya fijándose en lo guapo que le parecía, sí, incluso con su cara de caballo, y en esa actitud de líder que sólo él parecía desarrollar en la oficina. Tampoco prestó atención suficiente en el entorno y las calles por las que pasaban. Al trabajar en el centro de la ciudad, la zona comercial de alta costura se encontraba a unas pocas cuadras.

En el distrito Trost se alojaban todas las tiendas de diseñador que pudieran imaginar, así como barberías, estéticas y tiendas que complementaban un outfit de primera. Kirstein lo dirigió a una barbería: Macho's barber shop, Se podía leer en una placa. Un lugar con asientos de piel reclinables, seguro que era algo realmente caro, pero la empresa pagaría por todo. El chico más bajo paseó sus ojos de un lado a otro, mirando todo a su alrededor, seguro que los cuchicheos eran por él. Odiaba estar ahí.

—Ya he hablado con el encargado y te afeitarán y arreglarán el cabello —señaló la tienda que estaba cruzando la calle —. Cuando acabes, ve a buscarme a Hugo Boss.

No se detuvo a ver la reacción ajena, sólo salió de la barbería y cruzó la calle con sumo cuidado de no ser arrollado. Afortunadamente, era temprano y no había mucha gente en la calle, si se tratara de la tarde-noche, podían dar por hecho que estaría lleno. Al entrar a la boutique, los encargados le saludaron y sólo asintió con la cabeza, no podía decirles qué quería porque no sabía qué mierda se le vería bien al vago aquel. Probablemente sólo necesitaba buscar algo que fuera hermoso por sí mismo y rezaría por qué las habilidades de un estilista de primera fueran suficiente como para embellecer a ese tonto. Suspiró buscando entre el lugar: ojalá fuera más agraciado. No podía engañarse y sabía que algo en la actitud de Eren era lo suficientemente atractivo, es decir, era hábil y hablaba con determinación, pocas veces lo había visto dudar de sus decisiones, pero era tan desaliñado que no admitiría, ni siquiera a su consciencia, que sentía atracción por él.

•EreJean Week 2k19•Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum