2. el día que te vi sonreír

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Youngjae (GOT7 solo) ; Trauma

Yokohama, Japón. 29 de enero de 2019

Querida Hinata.

Espero que te encuentres bien de salud, realmente espero de ti que te alimentes bien, que cuides de nuestro bebé con ese amor incondicional que te caracteriza. Que sigas sonriendo tan radiante como todo el tiempo cuando me mirabas.

Recuerdo el primer día que te vi sonreír. No lo comprendí, pero ahora puedo asegurar que esa delicada sonrisa clavó una flecha con tu nombre en lo más profundo de mi ser, en mis recuerdos atesorados con candado impenetrable. No era una sonrisa común, no era como las que me regalaba Sakura, o las que le dedicaba a Sasuke. Tu sonrisa era resplandeciente, autentica, transmitía ese sentimiento de bienestar, de calma, de sosiego.

El día que nos casaron, debo reconocer que estaba atemorizado, me temblaban las piernas, las manos, la vista. Tenía que limpiar el sudor helado de mi frente cada cierto tiempo. ¿Compartir mi vida con la niña "bien" embarazada de otro hombre? Era una aterradora pesadilla.

Tal vez lo recuerdes, sostuve el bolígrafo, rígido como el semblante de tu progenitor, negándome interiormente a firmar ese acuerdo que, entonces, sería mi perdición. Porque perdería mi vida, a mi novia, posiblemente a mis amigos y pudiera que hasta mi familia. No quería firmar, quería huir, decir que no aceptaba y alejarme para siempre de ti y de tu sofocante familia.

"No tienes que hacerlo si no lo deseas" me dijiste en voz baja para que Hiashi no pudiera escuchar. Sé que fuiste sincera. Ahí, te ganaste un poco de mi respeto, porque pensabas enfrentar lo que viniera de tu padre para liberarme a mí de todo esto.

Eras valiente, pequeña, siempre lo has sido.

Cuando regrese del mundo de oscuras dudas en mi cabeza ya estaba mi nombre y firma sobre el papel que nos iba a unir. No recuerdo haberlo pensado por mucho tiempo. Después, fue tu turno de firmar, y para mi sorpresa parecías más indecisa que yo. Te vi tragar el nudo en tu garganta y presionarte el pecho con fuerza.

Tú tampoco deseabas esta unión.

"Perdóname" murmuraste apenas perceptible a mis odios porque estaba al lado tuyo. No me lo dijiste a mí. Entonces comprendí que alguien ocupaba ese lugar en tu corazón, que sin saber, en el futuro, lo iba a anhelar con cada brío de mis deseos. ¿A quién le pedias perdón?

Firmaste.

Estábamos casados por la ley.

Estaba tan nervioso que no sabía lo que hacía, o cómo actuar verdaderamente. La mano de papá en mi hombro me ayudó a controlarme, porque realmente estaba a punto de entrar en pánico, pensándolo mejor, estaba en completo estado de shock. El día anterior mensajeaba con mi novia sobre una invitación al cine, hoy, estaba casado con una mujer que apenas sabía su nombre y decía estar embarazada de mi hijo.

—En cuanto tengamos esa prueba de ADN será tu decisión seguir con ella o no. ¿Bien?

Papá sabía que yo no mentía, mamá también. Porque yo estaba completamente seguro de que esa criatura que llevabas en el vientre no era mío. Papá y yo sabíamos que las pruebas arrojarían un negativo, y luego, iba a ser tu problema... ¿Realmente tenía el valor para dejarte desprotegida?

Extrañamente indeciso, te puse atención por primera vez desde que nos encontramos. Mamá sostenía tus manos y te decía algunas cosas que, por tu cara sonrojada, te estaban avergonzando. Te mirabas tan linda, reflejabas una pureza y ternura que me parecía imposible de creer, imposible de imaginar que llevando un hijo en tu interior fueras el ejemplo en carne y hueso de inocencia casta. Llevabas un vestido blanco, con encaje, no estoy seguro, pero era bello como tú. Tu largo cabello oscuro estaba peinado hacia un lado por una larga trenza adornada por pequeñas flores blancas. Parecías una bondadosa hada. Mejor dicho, Un pequeño e inofensivo ángel.

Ese día hice mis maletas, ese día nos mudamos juntos a una casa, a mi parecer innecesariamente grande, que tu padre te había obsequiado como regalo de bodas. Dejar mi hogar, a mis padres, mi vida atrás fue la peor sensación que había sentido en mucho tiempo, pero cuando conversamos por primera vez, cuando me pediste disculpas por meterme en este embrollo, me hizo olvidar esa sensación de desesperación.

Me pediste perdón. Me constaste sobre ese hombre que amabas, el que te dio la espalda cuando supo que estabas embarazada. Ahora que lo recuerdo, jamás mencionaste que tu ex novio fuera el papá del bebé en camino. Nunca mentiste, yo solo me hice a la idea de que la verdad era esa; ese hombre te había embarazado y no se hizo responsable, entonces buscaste a quien culpar del error de ambos.

Maldita sea, Hinata, estuve a punto de ofenderte y dejarte cuando saqué mis propias conclusiones. Pero en seguida, sentí tu calidez en mi mejilla a través de tu mano.

—Gracias por ayudarme. En cuatro meses cumplo 18 años, entonces mi padre no podrá tomar mis decisiones. Te prometo que cuando ese día llegue mi bebé y yo nos iremos, lejos, te dejaremos en paz. Te lo prometo.

Fue cuando lo supe; me casé con una menor de edad. ¡¿Qué clase de padre permitía tal abominación?! 7 años de diferencia nos separaban y al principio me escandalicé por ello, pero con el tiempo me demostraste con tu madures que la edad son sólo números vacíos.

Luego, dijiste lo otro.

—Bueno, si q-quieres puedes ir a buscar a tu novia, a mí no me molesta. Incluso puedo hablar con ella y explicarle que yo no estoy en el medio de ustedes. Anda, ve. Técnicamente es tu noche de bodas, ve a celebrar.

Sonreíste.

Fue impredecible, nunca hubiera esperado lo que esa sonrisa tuya pudo causar. El día gris con el que había despertado ya no era mas de ese color, podía ver la luz del sol desde el iris de tus ojos risueños, podía sentir el viento que provocaban tus pestañas bailarinas aletear inquietas. ¿Estabas coqueteando conmigo? Esa idea se transformó en sangre caliente que ascendió a mi rostro. Era estúpido negar que eras hermosa, muy bonita, pero no podía pensar en eso cuando tenía una novia, o ex, no lo sabía con exactitud... Entonces pensé, hasta cuando tengo mala suerte, tengo buena suerte. Porque tu belleza y tu amabilidad no se comparaban con nadie, con algo quizá; un atardecer en verano, el olor de la primavera, los colores del otoño... la comida de mamá. Verte sonreír, provoca la misma sensación.

Ese día te dejé sola, tomándote la palabra fui en busca de Sakura para explicarle y arreglar nuestra ya medio rota relación. Lo hice, y ella me confesó todo. Sakura terminó conmigo cuando le conté lo que pasó, y como era de esperarse lo tomó de la peor manera. Ella sí estaba segura de que yo le había sido infiel y que sí te había embarazado. Su desconfianza me lastimó, debo aclarar, porque sabía de buena fuente que ella era la infiel. Ella no tenía derecho de molestarse cuando al tiempo que salía conmigo se veía con mi mejor amigo en su departamento.

No quiero entrar en detalles porque no es mi deseo incomodarte, sólo quiero que conozcas la verdad de esa noche; No fue como te hice creer a la mañana siguiente, no tuve una "noche de bodas", no dormí con ella ni con ninguna otra como te lo describí. Esa noche fui un acompañante de las estrellas, un ambulante en la oscuridad de las calles, un sujeto confundido, sin rumbo, con una sola imagen en su cabeza dándole vueltas. No era la imagen de mi relación fallida, tampoco sobre mi reciente matrimonio. Se trataba de ti, específicamente de tu magnifica sonrisa.

Me despido pronto porque debo seguir pintando de azul el cuarto de nuestro bebé, sé que prometimos que lo haríamos juntos pero, no sé si los vuelva a ver.

Perdóname, Hinata. Perdóname por hacerte daño, por no acompañarte en nuestra primera noche de casados, por hacerte creer que mi relación con Sakura era perfecta. Perdóname por no esperarte para pintar juntos.

Y gracias, gracias por darme la imagen de un recuerdo maravilloso, el día que te vi sonreír.


Atentamente: el admirador número uno de tu sonrisa, Naruto Uzumaki.

1:31 AMWhere stories live. Discover now