Capítulo 3 (1/2)

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— Jeannette es mi hermana—repitió, aunque aún lo hacía más fácil de creer—. Y se supone que nos veamos en casa dentro de unas horas. Apuesto a que querrá su teléfono, si es que nota que lo ha extraviado. ¿Dónde puedo recogerlo?

Fruncí los labios, levantando la vista al cielo y reconociendo que iba a llover. No debía faltar mucho para que el agua invadiera las calles.

— ¿Qué tal si yo lo llevo? —quiso protestar, yo se lo impedí—. Lloverá, y puedo llevarlo en el auto para evitar que llegues a casa con la ropa mojada. ¿Dónde estás?

— Yo...—su respuesta fue interrumpida por el eco de las voces a su alrededor. Pude escuchar levemente el sonido de sus pies al moverse y los murmullos. ¿Qué estaba haciendo?—. Estoy en la escuela ahora.

Sentí mis pupilas dilatarse. Debía haber un error, ¿había dicho escuela? ¡tenía que ser una broma!...

¿O no? ¿Era posible que la misma chica de los ojos soñadores y brillante sonrisa que me había hipnotizado en la sala de emergencias fuese una estudiante? ¡Una niña, joder!; jamás me hubiera pasado por la cabeza que aquel aire jovial se debiera a que en realidad aún no había alcanzado la madurez. De pronto me sentí enfermo y temí averiguar su edad. Me parecía que algunos de mis pensamientos hacia ella eran ilegales.

— ¿Escuela? —me aferré a la esperanza de que me hubiese equivocado, pero ella no me corrigió—. Eso...eso suena deprimente. ¿Qué escuela, exactamente?

— No se supone que deba decírtelo—de alguna manera, podía jurar que sentí su sonrisa—. No es seguro.

— ¿Seguro?

— Podías hacerme daño...—ahora se estaba burlando de mí.

— Claro, claro. Recuérdame la próxima vez que eres tú la que debe ser golpeada por el auto, ¿de acuerdo?

— Es un trato—ambos reímos—. Voy a la Academia Westminster

— Oh, entonces olvida lo anterior. Eso sí que es deprimente.

Rió de nuevo y yo hice lo mismo, porque había algo en su risa que me invitaba a acompañarla. La verdad es que no conocía muy bien el lugar del que hablaba, pues yo había asistido a Escuela de la Ciudad de Westminster hace varios años y jamás me había relacionado con alguien de allí. Mi padre creyó que formarnos en una escuela para varones iba a garantizar nuestro completo enfoque en los estudios, y funcionó.

Bueno, con Trey al menos.

— Puedo estar allí en un rato. ¿A qué hora te vas?

— Tres treinta.

— Bien—miré mi reloj. Faltaban apenas quince minutos, y por mi forma de conducir no debía tardar más que eso—.Te esperaré afuera.

— Nathan, no creo...

— Te veré ahora—y sin esperar otra palabra de su parte, corté la comunicación.

El viento golpeó mi rostro con fuerza y me ayudó a asimilar lo que acababa de ocurrir. Había salido en busca rubia desconocida, pero en su lugar había encontrado a la estudiante morena que se había robado mi cordura durante al menos cinco días después del accidente. No podía creer todo aquello, pero la verdad es que no podía quejarme. Una gran parte de mí permanecía sedienta de curiosidad hacia ella, y estaba a punto de saciarla.

Así que subí nuevamente a la oficina de Trey para tomar sus llaves y correr al estacionamiento antes de que pudiera detenerme. Con pulmones defectuosos o sin ellos continuaba siendo más rápido que él o cualquiera de sus subordinados, por lo que no me fue difícil saltar al auto y salir del edificio como si huyera de la lluvia. Para cuando estuve frente a la academia, las primeras gotas aterrizaban sobre el parabrisas. Revisé mi reloj, faltaban apenas dos minutos. Me pasé las manos por el cabello y me recliné en el asiento con los ojos cerrados. El temblor había vuelto a apoderarse de mi mano y estaba comenzando a irritarme. El aire caliente que se encerraba dentro del auto no era de mucha ayuda.

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⏰ Last updated: Apr 01, 2019 ⏰

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