¿Me odias?

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Alya veía preocupada a su amiga quien tenía la cabeza sobre su pupitre.

Vio a Marinette deprimida en algunos pequeños momentos pero nunca como ahora.

-Adrien... Adrien me odia.

Susurró la azabache y la morena parpadeo confundida por unos momentos.

Adrien podía ser un idiota pero jamás odiaria a Marinette.

Hasta Chloe y Lila empezaban a quererla pasé a que no lo admitirian jamás y seguirían siendo "enemigas".

Sí ésas dos querían a Marinette, no había nadie capaz de odiarla.

La de anteojos suspiro profundo y apoyo una mano sobre la espalda de su amiga.

-Calma chica, Adrien no te odia.
Eres una chica increíble y jamás nadie sería capaz de odiarte... excepto Max cuando le ganas en los videojuegos, él es un mal perdedor.

Le dio ánimos y la peliazul la miró de costado, seria.

Cuando se acercaba a ellos, Adrien se iba, cuando le hablaba él la ignoraba, cuando se tropezó, él al verla se dio media vuelta y se fue y hacía lo posible para no mirarla.

¡¿Sí no la odiaba entonces qué?!

Alya suspiro profundo mientras le daba palmaditas en la espalda a su mejor amiga.

Adrien no odiaria a Marinette jamás pero era verdad que ése día la evitaba.

Nino le mencionó que se dio cuenta de algo nuevo en Adrien pero no se lo diría por que era un secreto entre chicos.

La morena abrió sus ojos con sorpresa y miró a Adrien.

¿Será qué ése idiota al fín...

Alya sonrió, se inclinó y le susurro algo a su amiga que sólo la oía, sin levantar un poco sus ánimos.
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Después de las clases de esgrima de Adrien.

Adrien salía del colegio junto con Kagami y se detuvo al ver a Marinette, sentada en las escaleras, dibujando.

Intentó huir pero la japonesa le agarró del brazo y lo empujó donde Marinette.

Aceptaba su derrota de manera honorable.

La ojiazul que dibujaba un árbol, se sorprendido al ver a Adrien caer sentado a su lado.

El chico la miró, ella lo miró, sus ojos se encontraron y Adrien se puso de pie, dándose media vuelta, dispuesto a correr.

No podía ver a Marinette, no sabía por que pero no la podía ver ahora.

-Me odias ¿verdad?

Ésas palabras lo hicieron detener y se volteó para ver como ella lucía claramente triste, hasta el punto de contener las lágrimas.

Reunió valor y se acercó a ella, agachadose y posando una mano sobre la cabellera oscura de ella.

-Claro que no, yo jamás podría odiarte.

Exclamó, sin lograr que ella lo miré a los ojos.

¿Qué le habrá hecho creer a Marinette que él lo odia?

-¿Y por qué me llevas evitando todo el día?- preguntó y el rubio miró al suelo.

Nino no le quiso decir su brillante deducción, así que no sabía que era ésa rara enfermedad que se intensificaba con la presencia de Marinette.

Lo único que le dijo su amigo fue que se lo pregunte a Marinette y ella sabría que responderle y posiblemente sabría como hallar una cura pero estar cerca de su amiga, sólo parecía ser la raíz de la enfermedad.

Adrien suspiro profundo, sacó su mano de la cabeza de ella y se sentó a su costado, mirando al lado opuesto de la azabache.

-La verdad, no lo sé.
Desde que enferme y los médicos no encontraron nada raro en mí, no puedo evitar pensar en ti, perdiendo el apetito, el sueño, riendo con imaginar tu sonrisa, sintiendo algo raro en mi estómago, mirando por horas fotos tuyas sin aburrirme y poniendome muy nervioso al estar a tu lado.
Nino me dijo que tu sabrías cual es mi enfermedad y una posible cura ¿lo sabes?

Preguntó mientras miraba a su amiga y se sorprendio al ver como ella tenía la mirada gacha, parecía estar agitada y sus mejillas estaban muy rojas.

¡¿Le estaba contagiando su enfermedad a Marinette?!

El chico se puso de pie y se situó delante de ella, nervioso.

-¡L-lo siento! ¡Te estoy contagiando! ¡Será mejor que me va...

Antes de que pueda terminar de hablar, sin levantarse, Marinette extendió su mano y tomó la de él, haciendo que él chico se sonroje.

Entrar en contacto directo con Marinette era algo mortal para él.

La azabache levantó su avergonzada mirada, con sus ojos brillosos.

-Adrien... ¿Te enamoraste de mí?

Preguntó y la mirada del chico nunca se vio más sorprendida.

Ahora todo tenía sentido, todo era mucho más claro, todo era lógico y a la vez muy confuso.

Entonces la enfermedad que no lo dejaba ni dormir bien... ¿era amor?

Él, se enamoró de Marinette y cayó en la enfermedad más letal de todas, él se enamoró.

¡¡¡Fín!!!

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¡Hola!

Y aquí damos por concluida está pequeña historia, descubriendo Adrien su enfermedad tal letal, por palabras de Marinette.

Fue difícil hacer que la idea entre en sólo 5 capítulos pero al final logré mi objetivo.

¡Muchas gracias a todos por leer está pequeña historia hasta el final!

Gracias por su tiempo.

Hasta la próxima...

EnfermoWhere stories live. Discover now