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Naruto, 19 años.


La amo, de eso no tengo duda, pero escuchar de su dulce boca lo que dijo a mi yo de 12 años, decirle, o decirme, todo lo que siente me terminó matando de ternura. Cuando pienso que no puedo quererla más, viene esta escena como regalo del cielo para mí y me hace cambiar de opinión.

Salgo del embrujo y me doy cuenta de que hay algunas cosas que no cuadran. En primera, ¿qué hago yo de niño aquí? Y en segunda ¡¿Con qué derecho se pone tan cariñoso con Hinata?!

Apenas me percato de la situación y lo que veo es a mi yo de escuincle sumergido en las tetas de mi esposa que lo abraza como si fuera una parte de ella. De inmediato un enfado se apodera de mí ser. Suena ilógico y estúpido que esté sumamente celoso de mí mismo pero no puedo evitarlo.

¡Ni siquiera mis clones de sombra pueden tocarla sin mi permiso!

Mi yo joven rodea con sus brazos el cuerpo de mi Hinata y no pude evitar apretar los puños y los dientes.

―Relájate, si por accidente lo matas mueres tú también ―Me sermoneó poniendo los ojos en blanco.

Por lo menos me alegro de que sea un niño y no entienda todavía lo excitantes que son los senos de Hinata y lo bien que se sienten tenerlos en la cara... Mierda, y yo que pensé darle una sorpresa e ir directo a la parte de escribirle a la cigüeña.

Ahora tengo que lidiar no solo con separar a mi yo joven de mi esposa sino tener que descubrir qué hace aquí, cómo llegó y cómo devolverlo sin que afecte la línea de tiempo. Espero que Hinata no le haya dicho más de lo necesario, tenemos que ser discretos con él porque, he de admitir, en ese entonces no era el chico más inteligente y esto se puede convertir en un problema.

―Ya, niño, es suficiente ―le digo separándolo de Hinata, tomándolo del cabello.

―¡Naruto-kun! No le hagas daño a Naruto-kun

Hinata sacude la cabeza por lo extraño que sonó.

―¿Cómo llegaste aquí? Tienes que volver ya, no sabes lo peligroso que es que

Me interrumpe.

―¡T-T-T-TÚ...! ¡¿Eres yo?!

Asiento con la cabeza, orgulloso de su sorpresa...o eso creí.

―¡¿Qué le pasó a mi cabello?! ¡Voy a quedar calvo!

―¡No estoy calvo, niño estúpido! Ahora dime, cómo llegaste.

Nos explica que llegó por medio de un jutsu que aprendió del pergamino que robé cuando era niño... no recuerdo esa parte, pero bueno.

No quiere regresar, ¿y por qué? Porque es, bueno, era muy tarado y no comprendía que en su línea de tiempo también hay una Hinata. Él quiere quedarse con la mía, con la adulta. Claro, como si eso fuese a suceder.

―Naruto-kun, yo sé que te sientes solo, quieres recibir cariño como cualquier niño, pero, ponte a pensar, si te quedas aquí puedes alterar las cosas ―No se mira muy convencido, tampoco a dicho algo y creo que eso es buena señal―. Piensa en mi yo pequeña, no tendrá a su Naruto-kun en el futuro. ¿Quieres que se ponga triste por eso?

Sacude la cabeza de lado a lado, negando. Sin levantar la mirada por completo dice que va a regresar. Por lo menos me alegra que sepa cómo hacerlo, y por si acaso, presto atención a la técnica.

Está haciendo un movimiento de manos, sin siquiera despedirse o mirarnos. Un símbolo en el suelo aparece junto a una luz brillante.

Y cuando pensé que todo estaba por volver a la normalidad, el pequeño hijo de nuestra madre estira su mano y toma el brazo de Hinata llevándosela con él. Ambos desaparecen y, respiro profundo antes de entrar en pánico.

Fuera de tiempoWhere stories live. Discover now