6.

460 20 5
                                    

Suspiro cuando siento el agua tibia rozar mis facciones mientras intento procesar todo lo que ha pasado ahí afuera hace tan dolo un par de minutos. Estar cerca de él es algo que me supera, y no estoy segura de si de una buena manera o no. Lo único de lo que estoy segura es que tengo que alejarme de todo lo que tenga ver con él y no meter mis narices en asuntos que no me conciernen en absoluto, como el hecho de coger sus cosas y fisgonear. Sé perfectamente que no debí coger su libreta, pero simplemente es algo que no puedo evitar con él. Es como que cuando me doy cuenta que lo que estoy haciendo está mal, ya lo estoy haciendo y no hay forma de evitarlo. Pero se acabó, ya me cuesta bastante de por sí enfrentarme con él y no quiero crearme enemigos en mi primera semana de universidad. Aunque dudo que Harry me vea como un enemigo, sino más como una persona de la cual burlarse.  No más, yo no soy de las que se dejan pisotear por nadie y luego vuelven a por más. A partir de ahora yo voy por un lado y él por otro. 

Tras mirarme en el espejo por unos cinco minutos, decido salir del baño con la intención de buscar a Hope o a alguna persona que me pueda llevar de vuelta a la residencia. Sabía que venir no era una una buena idea, así que estoy completamente segura de que esta iba a ser la única fiesta que pisara en el semestre. Mientras camino por el pasillo, me topo con varias parejas de borrachos que caminan mientras se van besando de forma salvaje sin realmente mirar por donde van hasta que con suerte encuentran la puerta de una habitación vacía y desaparecen en ella. Quiero irme de aquí cuanto antes, quiero meterme en la cama y no volver a hacer caso a Hope cuando quiera arrastrarme a uno de sus disparatados planes. Una vez que consigo encontrar las escaleras, el fuerte olor a alcohol y alguna sustancia extraña vuelve a inundar mis fosas nasales, tan fuerte que tengo que taparme la nariz mientras intento pasar entre el tumulto de gente en busca de Hope o algún rostro conocido que no sea Harry o su amiga de cabello pelirrojo. Por uno de los huecos entre varios cuerpos me parece ver el castaño cabello de mi amiga, pero en cuanto me voy acercando puedo darme cuenta que no está sola y que sus boca está bastante ocupada por los labios de Warren. No quiero molestar, y mucho menos cortarles el rollo, por lo que cambio la dirección de mis pasos hacia la puerta de la casa. En ese momento caigo en la cuenta de que mi madre tiene que estar como loca y mi teléfono debe estar apunto de explotar de tantas llamadas, eso si no la tengo en la puerta de mi residencia cuando llegue. En medio del trayecto, miro mi reloj y me doy cuenta de que ya son las dos de la mañana. ¿Cuando ha pasado tan rápido el tiempo? Automáticamente me agobio al pensar en lo tarde que es y en todo lo que tengo que estudiar y las cosas que tengo que hacer mañana.
Antes de salir, mis ojos vuelven a dar una panorámica por la zona hasta que se topan con unos intensos ojos esmeraldas. Harry se encuentra sentado sobre uno de los sillones junto con el mismo grupo con el que había aparecido y con el que estaba también el día en el que me los encontré de frente. Sin embargo, no está sentado solo, Loren se encuentra ahorcajadas suya con su rostro metido en su cuello. Por la forma en la que su cabeza de mueve, puedo fácilmente deducir que le está besando la zona. Su sonrisa se amplía cuando observa como contemplo la escena y no tardo apenas nada en volver a girar mi rostro y salir de esta asquerosa casa de fraternidad. Una vez fuera, me sorprendo al notar como no hace ni la mitad de frío que pensaba que hacía, por lo que la idea de irme caminando hacia la residencia pasa por mi mente como la única solución posible para poder dormirme a una hora más o menos decente. Afuera hay incluso el doble de gente y de escándalo que a dentro, por lo que no entiendo como los vecinos aguantan esto y la policía no ponen cierto orden aquí. De todas maneras no iba a volver nunca, así que poco me importaba si ponían orden o no. Nunca me había imaginado que iba a acabar así mi primer fin de semana en la universidad, caminando a casa sola a las dos de la mañana por que no se me ha ocurrido otra cosa que acudir  una estúpida fiesta de fraternidad. En mi mente puedo escuchar perfectamente la voz de Evan diciéndome un "te lo dije", y ahora mismo me entran ganas de llorar por no estar con ella viendo una película o pasando apuntes. En cuanto me escabullo entre el tumulto de gente y el calor humano para comenzar a andar a paso rápido hasta mi residencia, sí que empiezo a notar como la brisa fresca hace que se me ponga la piel de gallina. Por suerte para mi, la residencia está a tan solo unos diez minutos en coche, por lo que si me daba prisa llegaría en unos veinte, o incluso en quince si voy rápido. Si mi madre me viera ahora mismo, posiblemente se volvería tan loca que me arrastraría a su piso y me obligaría a vivir con ella. 

Pieces (h.s)Where stories live. Discover now