Capítulo III La Leyenda Del Tiempo

Comenzar desde el principio
                                    

****

15 minutos antes... (Cristian)

Con una pistola en la mano y con la única intriga de que sería lo que encontraría allí eche a andar por el camino contrario a Silvio. Después de apenas unos metros encontré una puerta de madera maciza que tenía una cerradura, después de intentar abrirla un par de veces decidí seguir avanzando. Tras varios cambios de sentido en el camino llegue a una zona en la que había dos puertas una enfrente de la otra. Las dos eran metálicas y con tan sólo un pomo con el que abrirlas, sin ninguna cerradura, asique probé suerte y entre en la que estaba a la derecha. La sala era como un garaje, suelo de linóleo y paredes con papel pintado. Una silla en medio de la sala y en una de las paredes una puerta frigorífica. Sin pensarlo mucho salí y entre en la puerta de enfrente. Esta tenía el mismo suelo y paredes que la anterior, pero en distintos colores. Una mesa en medio, una encimera en la pared del fondo y un biombo metálico que no dejaba ver el otro lado. Me asome y un golpe en la cabeza hizo que cayera al suelo mientras una alarma empezaba a sonar al fondo. Sentí como me arrastraban y mis ojos se cerraban.

****

Mi móvil empezó a sonar. Al descolgar la voz de Silvio entrecortada me dijo que había perdido en unos túneles a Cristian. Le indique que volviera a casa y acudiera a clase con normalidad que lo resolveríamos todo en unos días. En realidad, mi pensamiento ahora estaba puesto en la misión a la que un grupo dirigido por uno de mis agentes de confianza se dirigía. Cristian podía esperar y mientras Lance y sus amiguitos le interrogaban no estarían en los Alpes buscando el engranaje del tiempo. Tras colgarle, avise a Nora de lo que había pasado y decidimos que era mejor no actuar por ahora. Que lo mejor sería ir a ver a los padres de Cristian y decirles que se habían ido a una excursión y que nos había dicho que se lo contáramos porque a él se le había olvidado a él. Tras la visita a sus padres volvimos a la base y seguimos buscando el último engranaje que nos quedaba por localizar y proteger.

****

Tras instalar a mi sobrino Daniel en una de las habitaciones de invitados, le conté todo lo que había averiguado hasta ahora y le enseñé alguna estrategia de combate por si decidía acompañarme tras la pista de Miriam. Tras los entrenamientos le indique la rutina que debía hacer cada día y llame a un hombre de confianza que tenía para que vigilase a Carolina mientras nosotros no estuviéramos. La semana paso rápidamente y Daniel aprendió enseguida a combatir con y sin armas y a defenderse de ataques sorpresa. Por otro lado, los movimientos de Miriam eran muy reducidos, apenas salía de la residencia del rey y cuando lo hacía era para ver a Axel y comprobar que su nave avanzaba a pasos agigantados. Al final de la semana mi sistema detectó un mensaje en el móvil de Miriam que decía que en unas horas saldrían. Cogí a Daniel y fuimos enseguida a la casa donde estaban construyendo la nave. Apenas llevábamos 5 minutos esperando que Miriam llegará cuando el joven ayudante de la misma salió de la casa y se metió en el bosque que rodeaba la casa, sin meditarlo ni un segundo agarre a Daniel del brazo y nos acercamos a la puerta de la casa. Con un toque de muñeca y mis habilidades psíquicas la puerta se abrió dejando ver toda una sala vacía en la que tan sólo había un ascensor en el centro. Entramos en él y pulsamos el botón de la última planta. Mientras bajábamos veíamos una gran sala con la nave en el centro, a nuestros pies. Al llegar abajo salimos del ascensor y entramos en la nave. Buscamos un buen lugar donde escondernos y esperamos. Tras dos horas empezamos a escuchar voces dentro de la nave eran Miriam y Axel discutiendo. Tras unos minutos de gritos, los motores se encendieron y la nave empezó a elevarse. Daniel se mordía las uñas pensando en que nos podían descubrir. Pero al ver que ninguno de los dos se movía por la nave se acabó tranquilizando y quedando dormido. Todavía nos esperaban unas cuantas horas hasta llegar a la tierra.

****

La semana sin Cristian no había sido fácil. Cada día me acostaba pensando en lo que le podía pasar y que tenían mi arma de donde podían sacar huellas. Pero la semana había transcurrido y en el instituto las cosas seguían igual y yo seguía sin levantar ninguna sospecha. Durante días la idea de bajar yo mismo a por Cristian me rondo la cabeza, pero si le habían rescatado ya y me cogían a mí sería peor asique seguí esperando. Mientras hacia la comida me entró un mensaje en el móvil. Lo abrí, era un vídeo en el que se veía a Cristian con moratones y sangrando por toda la cara. El mensaje venía de su móvil asique eso debía significar que no lo habían rescatado. Decidí no jugármela bajando solo a los túneles y seguí como si nada hasta el día siguiente. Fui como un día más a clase, pero esta vez el ambiente no era el mismo que otros días Paloma y María andaban con cuchicheos en los pasillos más de lo normal. A pesar de todo, seguí con mi plan, pero a penúltima hora mientras esperaba a Lance para dar clase Paloma y María desaparecieron. Solo llevábamos 5 minutos de clase cuando me levante para ir al baño (era la excusa perfecta para poder volver a por Cristian con Lance en clase) pero al llegar al final del pasillo en el silencio se escuchó un pitido y al momento estallaron las paredes y con ello de hundió el suelo dejando una gran humareda de polvo. Al ir al ascensor Paloma estaba tirada en el suelo, sollozaba con una herida en el pecho. Llame rápidamente a una ambulancia y de pronto apareció Melanie, me dijo que me fuera que ella se encargaba. Corriendo baje en al ascensor a los túneles, los recorrí enteros hasta que llegue a un pasillo con dos puertas una a cada lado y mi intuición me dijo que abriera la puerta derecha, eso hice y al otro lado en el centro de una sala extraña encontré a Cristian moribundo sobre una silla. Le sujete la cabeza y lo desate de pies y manos. Cogí mi arma y mientras lo ponía en pie un hombre entro en la sala, levante el arma y dispare con la suerte de darle al hombre en la cabeza, este cayó al suelo. Lo más rápido que pudimos salimos de aquellos túneles, le subí a mi coche y lo llevé a la base.

La enfermería de la organización disponía con lo más avanzado en medicina y tecnología para sus pacientes y antes de que Cristian pudiera apenas quejarse ya estaba como una rosa. Todavía le quedaba reposo por unos días. Mientras contaba a Cristian lo que había pasado en el instituto las alarmas de la base empezaron a sonar y en los pasillos todo tipo de personas iban corriendo de un lado para otro.

****

Despertamos tras sentir un golpe en la nave. Fuera de nuestro escondite se escuchaba a Axel gritar. Debíamos de estar llegando, pero por el tono de su voz algo no iba bien. Desperté a Daniel, otro golpe nos movió. Le di la mano a mi sobrino y me concentré como pude para crear un campo de fuerza alrededor de nuestros cuerpos. Cerré los ojos y tras apenas unos minutos noté como la nave colisionó con tierra. Se empezó a caer todo y salimos como pudimos de la nave. Alrededor todo era bosque y la nave en la que habíamos venido estaba empezando a arder. Cogí a Daniel y corrimos todo lo que pudimos lejos de aquel gigante de hierro que escupía chispas y fuego por todos lados mientras se desvanecía. A lo lejos Miriam y Axel corrían a la contra que nosotros. Antes de llegar a cualquier sitio un grupo de coches blancos nos rodeó y de ellos se bajaron hombres con armas apuntándonos. Diciendo que nos pusiéramos de rodillas. No sabía que hacer solo le dije a Daniel que se arrodillara como yo.

Las siguientes horas pasaron rápidamente aquellos hombres nos llevaron a un lugar al que llamaban la organización 16 y nos metieron en una sala de interrogatorios. Allí pasamos las horas, solos, hasta que apareció la última persona que esperaba encontrarme allí dentó, mi hermana con un pelo rubio y unos ojos marrones además de mucho maquillaje entro en esa sala de interrogatorios. Se sentó frente a nosotros y se presentó como Nora.

Shelena, eres tu... - dije casi sin voz.

No sé a quién se refiere, yo me llamo Nora señor.

Mamá eres tú, te reconocería de cualquier forma – dijo Daniel con voz llorosa.

Lo siento chicos, pero no se de quien me habláis.

Shelena, no vamos a hablar contigo, mientras no reconozcas quien eres. – dije con voz de superioridad

Vale, siento el paripé, pero Silvio todavía no sabía nada y no sabía la forma de decírselo. Pero bueno me alegro de veros.

Se levantó y nos abrazó a los dos. Seguidamente nos sacó y nos llevó a la enfermería con Silvio, Allí nos contó que había sido de ella y que no se había puesto en contacto con nosotros porque no sabía cómo.  

VestalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora