19. HECHICERA.

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¿Y qué se suponía que debía hacer yo? ¿Seguir oyendo o salir corriendo? Desde luego no me apetecía nada seguir escuchándola. Me sentía tan absurda. Engañada, traicionada. Había jugado conmigo como le dio la gana.

-Yo no quería… en serio. -la pintura verde que llevaba comenzó a dibujar parchetones alrededor de sus ojos. -te lo prometo. -agarró mis manos. Me liberé de ellas. No quería que me tocase. -siéntate. Te lo voy a explicar. Te lo mereces.

-¿También merecía que me rematases? ¿No crees que ya lo estoy pasando bastante mal? Parece que a todo el mundo le gusta verme sufrir. ¿Qué pasa? ¿Soy divertida? ¿Os lo pasáis bien? -se quedó callada, mirando al suelo. -venga, desembucha. Y rapidito, por favor. Estoy deseando irme a mi casa, porque llevo aquí horas, días. ¿Sabes lo que es eso? -alcé la voz.

-Empiezo, pero cálmate.

-¡¿DE VERDAD ME PIDES CALMA?! No tienes ningún derecho a pedirme eso.

-Perdona… solo quiero que hablemos más tranquilas. -dijo. Respiré contando hasta 10. Estábamos muy nerviosas. Tanto ella como yo. Comenzó el relato, como si estuviésemos en  una película y de repente empezaran a salir imágenes en flashback. Solo que en este caso, las imágenes se proyectaban en mi cabeza. -estaba buscando una chica para quedar, nada serio. Me sentía muy sola, necesitaba compañía. Alguien con quién ir a la peluquería. -menuda choni. -no me mires así, la peluquería tiene revistas de hace tres años y me aburren. -le di la vuelta a mis ojos. -bueno, que vi a "la" Vane y pensé, ¿de qué me suena esta muchacha? Llamé a mi hermana, que siempre está muy atenta a todo, y me dijo quién era. La acababan de echar del trabajo y apenas tenía para comer. Le propuse un plan.

-Menudas lagartas… -susurré.

-El plan era que yo me hacía con su confianza y conseguía saber dónde y cuándo estabas en cada momento del día…y todo lo demás…

-Te entiendo. Sigue. -quería terminar con aquello ya.

-El problema es que me enamoré de "la" Vane. Y mis hijos estaban encantados con ella, éramos felices los cuatro.

-Ya os vi… -dije con nostalgia. Puede que jamás volviese a ver a esos pequeñajos tan simpáticos por culpa de la avaricia de su madre y de su tía.

-Luego me caíste genial, tú y Malú. Sois encantadoras, de verdad te lo digo. Así que hablé con "la" Rami para abortar el plan. Me arrepentí. Discutimos… ella quería seguir. -parecía muy afectada. Se puso a llorar chillando. -¡yo no quería! ¡yo no quería! Pero me dijo que lo haría sin mí…

-Pudiste impedirlo. -argumenté.

-¡LO INTENTÉ! ¡TE LO JURO POR LA GLORIA DE MI MADRE QUE EN PAZ DESCANSE! -seguía berreando. No había un par de ojos que no nos mirasen. Menudo espectáculo.

-Eh, deja ya de chillar. Me voy. -dije tras oír su historia. Ya había gastado demasiado tiempo en ella. No merecía tanto.

-Perdóname, por dios. -se arrodilló, agarrándome la muñeca con fuerza. Tiré de mi cuerpo.

-Úrsula, suéltame. -me puse firme. Logré distanciarme y corrí hasta el coche. Conduje rápido hasta mi hogar. Necesitaba una buena ducha de agua fría. Fue lo primero que hice nada más entrar.

Pegué un puñetazo a la pared. Me enfadé. No entendía por qué en determinados momentos de mi vida sentía una felicidad irrevocable. Y en otros venían todas las desgracias. Por qué era todo tan extremista. Por qué no podía combinar ambas. Por qué. Por qué Úrsula dejó que su hermana me tendiera la trampa. Por qué Malú no despertaba. Volví a llorar. Últimamente lo hacía cada día. No sabía si era bueno o malo, pero lo necesitaba como respirar. Y más después de enterarme de eso. Mis lágrimas se perdieron con el agua que caía de la ducha, se camuflaban con el resto de gotas para terminar yéndose por el desagüe. Me sentía tan vacía y sola sin ella…

EL MAYOR DESAFÍO DE LA VIDA ES VIVIR (T2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora