11: Las buenas personas

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Se oyeron unas sirenas muy cerca y los hombres se alarmaron. Salió el tipo de las aves y los retuvo para que le ayudaran a esconderlas. Se apresuraron en guardar las jaulas en closets y las rosearon con un extraño gas, el cual las adormiló.

—Al chirricles también —pidió uno—. ¡No queremos que nos lo quiten!

—¡De ninguna manera! Si lo sedan ahora, ya no despertará.

Tocaron la puerta y guardaron silencio unos segundos.

—Escóndelo así no más —susurró.

Me tomó y me arrojó sin cuidado dentro de una gaveta, pero no la cerró por el apuro. Quedé atontado. Abrieron la puerta y los uniformados humanos entraron.

—Venimos de parte de INRENA, con el dato de que usted tiene aves exóticas.

—Claro que no, oficial, si hubiera aves aquí ya lo habrían notado.

Me puse de pie y me di cuenta de que la puerta de la jaula se había abierto, así que con mucho esfuerzo, salí.

—¿Usted no es compadre del pancho? Es mi tío, oficial. Eso basta para que no revise mis cosas, ¿no?

—Ah, sobrino entonces. —Le dio la mano.

Estaba algo renuente pero igual lo vi sonreír. Los humanos se perdonaban incluso las faltas a sus leyes si así les convenía. Estaba perdido. Incluso si nos encontraban, no iban a hacer nada con esos hombres.

Caminé, me acerqué a uno de los closets e intenté tirar de la puerta para que se abriera y delatarlos, mientras ellos conversan sin darse cuenta del pequeño bulto que era yo en el suelo.

—Oye, Sánchez —entró otro humano—, vamos ya si todo está bien aquí.

Empezaron a despedirse y me desesperé. La puerta hizo «crack» pero era demasiado grande y pesada para mí. Esos humanos iban a dejarme morir porque no era importante en este mundo, pero no iba a rendirme aun mientras tuviera algo de fuerza.

—Los veo luego...

¡No!

Me di la vuelta y chillé con todas mis fuerzas, haciéndolos brincar del susto.

—¡¿Qué es eso?! —preguntó.

Chillé otra vez y me alejaron con el pie, haciéndome rodar lejos. La puerta del closet cedió de golpe y las jaulas con aves dormidas cayeron contra los hombres.

Fue todo un estruendo, las aves despertaron y empezaron a gritar atolondradas. El oficial que había entrado recién, al ver el botín, llamó a más y entraron a confiscar a los animales mientras los ladrones intentaban hacerlos cambiar de parecer.

Uno corrió y me agarró, le hizo señas a su compañero y salieron huyendo.

—¡Alto! ¡Se llevan a un espécimen!

Empezó toda una persecución. Pero yo sentía que el oxígeno me faltaba, me estaba apretando en su mano por correr, aparte de todo el malestar que sentía y mi debilidad.

Dieron un giro brusco, casi tropezando, y continuaron. Eso seguro hizo que los perseguidores derraparan y cayeran, porque iban algo rápido y estaban en muy mala forma como casi todos los humanos. Rieron de su casi victoria pero le mordí la mano a mi captor.

Gritó y sacudió la mano con fuerza, dejándome caer.

***

Vi una especie de luz.

Vi a los humanos, maltratando a los animales. Ellos siempre, en su inocencia, les dieron su cariño y confianza, pero las personas casi siempre terminaban fallándoles. Arrebataron a miles de bebes como yo de su hogar, nueve de cada diez perdieron la vida en el viaje y en las casas a donde fueron a parar.

Siempre quise saber por qué les causaba tanta gracia. Cosas como: "Ay, tienes un loro. El loro que tenía se murió, lo pisó de casualidad el abuelo. Es que paraba siguiéndolo, era bien sonso". No, ese loro lo único que hacía era seguirlo porque le tenía un cariño incondicional, que pensaba, como cualquier niño, que le era correspondido.

"Dejé al perico solo con el perro y cuando volví, lo había matado. Pero en fin, se compró otro. Yo adoro a mi perro como si fuera mi hijo". Entonces yo me pregunto, si no van a ser capaces de querer a otro ser vivo, ¿para qué lo tienen?

***

—Ya está más estable. Tenía deshidratación y no había comido por días, pero ya nos encargamos de eso.

—¿Y eso cuánto ira a costarle a la asociación?

—Vamos a la oficina y acordamos...

Me encontraba atontado. No podía moverme, tenía una cosa rara en el pico que soltaba un extraño y frío aire. Los humanos volvieron y me lo retiraron. También retiraron algo que tenía incrustado por la pata y recién me percataba. Un metal delgado y punzante. Me quejé por el dolor con un bajo chirrido.

—Tranquilo, estará bien —me calmó la mujer.

Me sorprendió que me estuviera hablando, los humanos no solían hacerlo, eran muy pocos los que consideraban que los animales merecíamos sus palabras.

—Todo va a estar bien, pequeño. —Me acarició.

—¿Ya le administraste sus vacunas? —preguntó otro vestido de blanco.

—Claro. —Suspiró—. Los de INRENA dijeron que casi lo matan de un pisotón, ¿puedes creerlo? Qué animales.

Me sorprendió más. ¿Estaba diciéndole "animales" a los de su propia especie?

—Una vez que se recupere lo llevaremos a la reserva...

Vi que no todos los humanos eran malos, pero tampoco eran muchos los buenos. Estas personas me cuidaron y mantuvieron hasta que pude volar otra vez. Volví a entonarle mis cantos al amanecer y al ocaso. Volví a ser feliz de algún modo.


[1] INRENA: Perú. Instituto Nacional de Recursos Naturales. Su principal objetivo es el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales renovables, la conservación de la diversidad biológica silvestre y la gestión sostenible del medio ambiente rural.


Este soy YoWhere stories live. Discover now