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Cerró la puerta detrás de él y bajó con mucha pereza las escaleras del edificio ya que el estúpido elevador estaba averiado.  

Estaba de un humor de perros gracias al incidente del día anterior con el idiota ese de cabello negro y su develada que se había pegado de a gratis. No iba a rendirse tan fácil pero necesitaba tiempo para pensar en otra táctica y no comprometer su dignidad inexistente en el proceso, era eso o dejar que Itia le regañara hasta quedarse afónico y que terminara por casi obligarlo a hacerlo. 

Suspiró con cansancio mientras atravesaba el lobby del edificio en dirección a la cafetería de la esquina, admirando el hermoso día que hacía. Era un día frío pero el sol se encontraba resplandeciendo en el cielo, las personas que estaban fuera eran en su mayoría niños con sus padres rumbo al cine, al parque o a cualquier otro lugar de recreación; vendedores ambulantes y uno que otro chico paseando a su perro.

A su mente, llegaron recuerdos de días como ese, en los que salía con su pareja a algún lugar donde pudieran pasar la tarde o cuando se iba con sus amigos de la universidad a hablar de cualquier estupidez que se les viniera a la mente... Bueno, eso hasta que su pareja rompió con él después de haberlo alejado de todos sus amigos quienes le dieron la espalda al igual que su familia hace mucho. 

Fantástico. 

Así que la alegría que antes sentía por aquellos días, se fue transformando en tristeza y nostalgia aunque Krest debía agradecerle a la vida que le enseñara a controlar sus sentimientos y sus deseos, que si no...ya lo hubiera pasado muy mal. Sin darse cuenta, ya estaba dentro de la cafetería que precisamente estaba medio vacía a causa del gigantesco café-bar que habían puesto en la acera de enfrente. 

—Buenos días ¿puedo tomar su orden?

La brillante y coqueta sonrisa del chico de la caja casi lo deja ciego mas solamente le dejó una punzada en las sienes como señal de que no se sentía para esos ánimos y con una mueca indiferente respondió: 

—Un café americano y un baguet, por favor. 

—Claro, son 6 con 99.

—Aquí tiene.— le tendió el dinero mientras buscaba una excusa para no mirarlo a los ojos a lo que el muchacho tomó el dinero con los ojos ligeramente desilucionados y le entregó su ticket.

—Excelente, en un momento le llamo.

Mientras esperaba decidió sentarse en una mesa continua a la caja y sacó su libro para adelantar su lectura que no hizo el día anterior, sin embargo, casi a la mitad del segundo párrafo un gran alboroto fuera del café-bar de la acera de enfrente le interrumpió. Había alrededor de 20 personas estrechamente juntas en la puerta de entrada y otras 20 fuera de ella con la cara pegada al vidrio. 

—¡¿Qué?! ¿Es en serio?— uno de los clientes de donde se encontraba acababa de recibir una llamada y su gesto mostró una emoción genuina así que salió corriendo justo en el momento en que llamaron a Krest para que tomara su pedido, haciéndolo tambalear. 

—Aquí tiene, gracias. 

—Nos vemos. 

Salió de la cafetería con su celular en la mano y en cuanto iba a guardarlo en su bolsillo, comenzó a vibrar avisando la entrada de una llamada, así que contestó sin mirar el identificador de llamada. 

—¿Hola?

Arrepintiéndose internamente al momento que la otra persona de la línea comenzó a hablar.

—¡Kresty! ¿Cómo estás?— la voz de Itia le terminó de otorgar la jaqueca y al verse descubierto tan pronto en su plan esquivo decidió enfrentar de una vez a su extraño jefe.

Stage (Zaphiri x Krest)Where stories live. Discover now