Capítulo 6

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           Hacía rato que no oía a Daniela parlotear con su padre. Gabriel estuvo con ella desde que había llegado de su entrevista, donde le confirmaron que podría empezar a trabajar en aproximadamente unas dos semanas. Estaba realmente emocionado, y trató de explicarle a la pequeña que ya no tendría que irse más, que siempre estarían cerca el uno del otro. Supongo que ella le entendió, reía tanto como él.

Todo ello significaba que yo tendría que compartir con Gabriel mucho más de lo que deseaba.

No era muy tarde, apenas habían dado las ocho y me asomé a su dormitorio. Se me encogió el corazón al verlos a los dos dormidos y abrazados.

Él tenía un cuento que le había resbalado de las manos, el cual intuí que había sido el motivo de tantas risas y voces hacía tan sólo una hora. La pequeña no soltaba la mano de su padre. Sabía que ella lo adoraba, que le encantaba que estuviera cerca y la notaba radiante y feliz. Siempre estaba hablando de su papá y yo dejaba que le telefoneara a todas horas. Lo necesitaba y lo quería. Por fin, después de más de dos años estaba en casa, con ella… y conmigo.

Me acerqué y le quité el cuento que coloqué en su sitio. A Gabriel empezaba a notársele la barba de un par de días y me pareció que estaba muy atractivo. Hacía tanto que se había ido y me resultaba doloroso tenerlo ahí, en la cama de nuestra hija, en nuestra casa.

Por un segundo pensé que no había pasado por él ni un solo año desde el momento en que nos conocimos, parecía igual de joven. Así, tan tranquilo y relajado, casi me trasladaba a los días en que estuvo en coma.

Una lágrima resbaló por mi rostro y la piel se me erizó. Recordé cómo aquel estúpido coche nos había levantado a ambos por los aires. Si yo no hubiera estado ahí en ese momento, nadie se hubiera percatado de que estaban a punto de atropellarlo, quizás él hubiera muerto al instante.

Pero yo huí de Carlos, viajé miles de kilómetros para encontrarme con el amor de mi vida. Esperé todo un día, gracias a Inés que estaba asomada a su ventana y me vio desesperar en el portal del edificio cuando Gabriel no me abría la puerta. En ese mismo instante nos hicimos amigas.

Me ofreció pasar, hablar y dormir en su casa, Inés era como mi ángel de la guarda. Él se había ido a pasar todo el fin de semana con sus padres, desconectó el teléfono y yo no quería encender el mío. No, después de haber huido el día de mi boda. Sabía que tendría mil llamadas de toda mi familia y sobretodo de Carlos… Carlos… aquella misma mañana había hecho el amor con él. Estaba dispuesta a ser feliz a su lado.

Por alguna razón, él sabía que mi amor no era completamente sincero y me engañó con Rosa, una de mis mejores amigas. Que parecía completamente dispuesta a colarse en sus brazos, sin importarle el daño que eso pudiera ocasionarme. Esa fue la razón, el motivo… en definitiva, la excusa que me hizo huir.

Después de haber esperado durante todo un largo día, salí a llamarlo a una cabina telefónica, que se encontraba en una esquina frente al edificio de Gabriel. Fue entonces cuando lo vi. Me pareció que estaba más guapo que nunca y pude intuir en apenas una milésima de segundo, que alguien pretendía robármelo, arrebatármelo y llevárselo para siempre.

Me lancé a la carretera, no podía permitirlo.

Gabriel estuvo en coma tanto tiempo que casi perdí las riendas de mi vida. Siempre estuve a su lado, no me aparté hasta que prácticamente me obligaron y por fin despertó. La angustia que había sufrido en esas últimas semanas, se transformaron en felicidad, la cual estuvo con nosotros en los días y meses que siguieron.

No podía remediar que las lágrimas volvieran a inundar mis ojos nuevamente por el pasado, por unos acontecimientos que nunca dejaron que siguiera adelante con mi vida. No entendía la decisión que Gabriel había tomado. ¿Qué le llevo a abandonarme de esa forma tan cruel y tajante? ¿Cómo pudo estar alejado de su pequeña hija todo este tiempo, que le necesitaba tanto o más que yo? La angustia se estaba adueñando de mí nuevamente. Fui tan feliz, pero todo se desvaneció y parecía como un sueño muy lejano. Si no fuera por Daniela casi juraría que nunca había ocurrido.

Más allá de los LímitesWhere stories live. Discover now