Capítulo III

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-Aún no nos hemos presentado. Mi nombre es Andrey. ¿Cual es el tuyo?- Preguntó por demás impaciente por saber quién había sobrevivido al dragón tanto tiempo.

-No recuerdo mi nombre.- Fue lo que respondió.

-¿Como asi?- Eso si era algo raro, que aquel hombre no recordara su nombre... ¿Cuanto tiempo estuvo aquí? -¿Como es posible olvidar tu propio nombre?- Sin pensarlo preguntó.

-Es posible, si tu ya no lo necesitas.- Contestó pensativo aun mirando como Andrey se aplicaba la planta medicinal en las heridas que tenía en la espalda. Y sin pelos en la lengua le dijo lo que pensaba. -Tú... Eres muy hermoso Andrey.- Haciendo al mencionado sonrojarse, que terminó por ponerse rápidamente la camisa para enfrentarlo.

-¿Me estabas espiando?- Preguntó recibiendo como respuesta otro si, como si fuera lo más normal. -Pues no lo hagas, es incómodo.- Le dijo.

-¿Porque?- Pregunta curioso por su reacción.

-Me pones de los nervios y no te conozco.- Argumentó pasándose la mano por la cara cansado.

-Yo veo a las aves, los peces... Porque no puedo mirarte a tí?- Fue todo lo que dijo y lo que pregunto sin recibir una respuesta, Andrey no se la daría ya se habia cansado de estar intentando explicarle.

Mirando al suelo pensativo, Andrey se dio cuenta de que había un collar de perlas manchado de lodo y le preguntó al sin nombre. -¿Has intentando escapar?- Necesitaba salir de alli como sea y necesitaba al menos que alguien le ayudara para poder hacerlo.

-No hay forma de huír de aquí. Estamos en una isla.- Le respondió.

-Pero podríamos navegar- Le comentó, siendo interrumpido. -El mar también mata.- Le dijo.

Enojado por la poca ayuda que le quizo dar, Andrey se dispuso a buscar. -Necesito una piedra grande.- Dijo en voz alta rebuscando a su alrededor.

-¿Para que la necesitas?- Preguntó confundido al verlo arrodillarse buscando la adecuada.

Sin prestarle mucha atención Andrey se dio la confianza de ordenarle lo que harían. -Haremos lo que yo diga. Los dos juntos.- Comenzó a relatar el plan. -Tú lo distraes mientras yo lo golpeo.- Hablo refiriéndose al lemur que lo había amenazado. -Y mientras el dragón aún duerme huiremos.- Le dijo seguro de que tal vez funcionara y salieran con vida.

Impresionado por ello le dijo. -¡No deberias salir del pozo!- Le regaño advirtiéndole pero una vez más fue ignorado, aún así siguió hablando. -Necesitamos al caza dragones. Solo él sabe como matar un dragón, él vendrá por ti. Sólo debes ser paciente.- Le dijo solo para ser gritado por Andrey cansado de la misma mierda.

-Bien, veamos... Necesito escapar de aquí. ¿Me ayudarás o no?- Le preguntó con una expresión seria.

-¡No funcionará Andrey!- Le gritó el hombre de vuelta. -El lo ve todo, lo escucha todo... ¡No puedes ni imaginártelo!- Le contó enojado. -Ni de todo lo que es capaz.- Dijo suspirando.

Indignado por la actitud tan negativa del hombre, Andrey le preguntó. -¿Sabes lo que eres tú?- Pero él no esperaba una respuesta, la contestó él mismo. -Eres un cobarde. Un cobarde sin pena ni gloria.- Se detuvo por un momento. -Y ni te atrevas a volver a mirarme.- Le dijo tajante y sin pensarlo bloqueo la apertura con la piedra que había encontrado anteriormente.

Mirando hacia arriba, a la salida de de aquel hoyo pensó en una manera de salir, se juro asi mismo que fuera como fuera saldría de ese lugar sin importar que.

No fue si no hasta horas más tarde que decidió cortar su largo cabello y aunque no le gustara la idea, podría servir para subir por él. ¡Dios! Parecía una princesa de cuentos de hadas, con la ventaja de que él mismo salvaría su propio trasero.

Cortó su cabello el cual estaba recogido en una trenza y con el filo de una piedra. Dejándolo por encima de sus hombros, mientras volvía a trenzar el cabello y lo amarraba a una piedra. Cantaba con un tono de voz suave y delicado, desde que tenía memoria siempre le gusto cantar.

Por Bayeux, Bayeux...
Abanicos, abanicos volando.

-Andrey. ¡Hey!- Le llamo el desconocido, interrumpiendo la canción pero fue ignorado. -Andrey ¿Que estas haciendo?- Se escuchó preocupado.

-Nada que te importe.- Respondió.

-Andrey... No soy un cobarde. También odio al dragón.- Parecía estar hablando con sinceridad, asi que detuvo lo que hacía para escucharlo. -Pero no tengo la fuerza para luchar contra él.- Dijo suspirando.

¿Porque seguía pensando de esa manera tan negativa sobre él mismo? Se pregunto Andrey. -Sigue pensando eso, cobarde.- Le dijo rodando sus ojos en el proceso.

-Andrey... - Por favor, me va a gastar el nombre, pensó el mesionado pero no dijo nada al respecto. -¿Que nombre me pondrías?- Le preguntó haciendo que Andrey se sorprendiera.

-Arman.- Le contestó con una sonrisa en sus labios saboreando como le gustaba decir el nombre que le puso al recién nombrado y que le quedaba a la perfección.

-Arman. Hermoso nombre ¿Porque Arman?- Le había gustado el nombre, pero no sabía a que se debía.

Pensándolo un poco Andrey le contó. -Pues... Porque suena extranjero, como tú. Enigmático.- Le dijo con voz calma mientras sonreía.

-¿Que significa?- Pregunto.

-Significa "Sueño"- Terminó de decir parándose de donde se encontraba.

-Perdóname, Andrey.- Sonó sincero. Y el joven no pudo rechazarlo, no estaba tan molesto ni era tan rencoroso. Se acercó de nuevo a la apertura quitando la piedra, dejándolos ver se y extendió su mano hacía Arman, quien aun lo observaba.

-Dame tu mano.- Pidió.

-¿Mi mano?- Dijo ladiando la cabeza confuso.

-Ahora tienes un nombre, presentemonos.- Dijo alegre. -Cuando la gente se presenta, se estrechan las manos.- Le comentó explicándole, viendo como Arman también extendia su mano para presentarse.

-Un gusto Arman.- Le dijo con una sonrisa coqueta. -Yo soy Andrey.

Observó su mano por un momento y luego se la dió. -Un gusto, Andrey.- Le dijo mirándolo a los ojos. -Yo soy Arman.- Acercaron sus manos lentamente y con calma, rosandose hasta por fin estrecharla pero aquella calma no duró mucho. Arman apretó más su mano jalandolo en el proceso con fuerza por la abertura haciendo que se golpeara con la pared.

-¡Es el dragón! Ten cuidado Andrey.- Le advirtió sin soltarlo. -Pase lo que pase... No salgas del pozo.- Le gritó.

Andrey cayó al suelo luego de ser soltado viendo como la pared era golpeada haciendo grietas inestables, escuchando los gritos de Arman y los gruñidos del dragón. Lo escuchó subir apareciendo en la salida e intento entrar en el tratando de alcanzarlo en vano, el dragón era demasiado grande como para entrar, solo viéndolo rugir molesto.

Era tanta la fuerza con la que el dragón quería entrar que estaban desprendiéndose rocas y pedazos de las paredes, Andrey estaba orillado en una de las paredes más distantes cubriéndose la cabeza con los brazos, esperando que pronto se fuera.

Cansado y molesto el dragón se fue rugiendo al no conseguir a su presa, pero Andrey aún estaba alerta a cualquier cosa que sucediera. Corrió hacía donde estaba Arman llamándolo preocupado. -¡Arman! ¡Arman! ¿Donde estas? -Pregunto sin recibir respuesta y no quizo pensar en que pudiera estar muerto, lo buscaría y ayudaría si estaba con vida y los sacaría a los dos de aquella maldita isla.

Tomando una respiración profunda se armó de valor y rabia, cogiendo la cuerda que había hecho con su propio cabello arrojándola decidido y probando que estuviera bien sujeta, emprendió la subida pero su cabello no resistió su peso haciéndo que cayera.

Furioso por no lograrlo, cogió una piedra golpeando la pared por la que hablaba con Arman mientras gritaba. -¡Arman! ¡No me dejes solo!- Así siguió hasta que la pared cedió, igual no hubiera aguantado por mucho pero los golpes de Andrey aceleraron la acción de ello, dandole una salida.

Del otro lado se veía oscuro y como el humo con destellos de fuego flotaban en el viento. -¿Arman?- Le llamó una vez más, sin recibir ni siquiera una señal o algo de movimiento por lo que decidió salir por allí.

Andrey estaba mas que dispuesto a encontrarlo.

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