N O P U E D E S V O L V E R

18 3 2
                                    

Me llevó de la mano hasta la habitación del piano, se sentó y comenzó a tocar.
Teníamos que aprovechar el tiempo que nos quedaba juntos.

Mi piel se erizaba y mi corazón latiente exclamaba el nombre de Víctor.

Afuera, notaba una ligera llovizna que poco a poco se tornaba más fuerte.
El viento hacía estremecer a los árboles.
Pronto comenzó un frío tan intenso, lo que hizo que fueramos a la habitación para abrigarnos.

—Dios, pero qué cosa tan extraña. —Dijo Víctor asomándose por la ventana.

—¿Acaso por aquí no llueve muy seguido?

—No.

Caminé hasta él y abracé su espalda.
Casi de la nada, mis ánimos se habían venido abajo, ¿por qué? si todo estaba bien. Sólo un sentimiento de preocupación llenó mi pecho, ¿preocupada? ¿por qué habría de estarlo? , era más bien, miedo, miedo a perder algo. Mejor dicho: de perder a Víctor. Aunque no había una posibilidad de que eso pudiera ocurrir.

Víctor acariciaba mis manos, sentía la suave calidez que me daba en esta noche tan helada.
Finalmente se dió la vuelta para poder hundirme entre sus brazos, esa estúpida sensación seguía allí intensificándose cada segundo que pasaba.

El cielo comenzó a tronar, el ruido me dejó aturdida y mejor nos alejamos de la ventana.
Todo mi cuerpo había empezado a temblar, sentía que algo pasaría.
Estreché con fuerza a Víctor.

—¿Estás bien, Anne?

—Sólo estoy asustada.

Había ruidos en mi cabeza, era una voz tan conocida.

«¿Anne? Despierta Anne, no te vayas. Sé fuerte»

¿De dónde provenían? esa voz femenina seguía en mi cabeza, susurrándome con desesperación.

¿Mamá?

Mis labios sólo pudieron decir aquello, era ella, mi madre me estaba llamando. ¿Por qué sonaba tan desesperada?

De la nada, afuera de casa todo se comenzaba a desmoronar. La lluvia no se detenía al igual que los truenos.
Tomé la mano de Víctor, él se veía tan asustado y confundido.
Todo se estaba callendo a pedazos, ya era tarde para salir de allí, todo se derrumbaba sobre nosotros, pero no sentía dolor.
Dejé de sentir la mano de Víctor y me alarmé, no podía moverme, todo estaba oscuro y los susurros en mi cabeza se convertían en gritos y llanto.

(...)

El ambiente estaba tan callado, escuchaba mi agitada respiración y los fuertes latidos de mi corazón.
Lo único en que pensaba era en Víctor,
no sabía nada de él y seguía inmóvil.

«¿Estás bien, Anne?»

Sonó una voz masculina, era Víctor.
Intenté decir algo, pero tampoco tenía fuerza para hablar. Gritaba internamente pero sabía que nadie podía escucharme.
Ya empezaba a desesperarme demasiado, no sabía en dónde estaba, no podía moverme ni hablar.

Hice un intento más por decir algo; nada. Al instante las luces se encendieron causándome molestías en la vista. Veía unas manos sobre el piano, y, me escuché hablar.
Mi boca no emitía ningún ruido, pero podía escucharme, las palabras ya las había oído antes.

—¿Entonces es sólo un sueño, Víctor?

—Mhmm...

El panorama cambió por completo, veía a mamá preparar la cena, mi padre estaba sentado leyendo sus típicos periódicos y yo, yo estaba sentada junto a él.

Intenté pedir ayuda, pero no hablaba.
Frente a mis ojos pasaban distintos eventos, eran recuerdos, de Víctor, de mi vida normal. Seguía tan confundida.

La voz de mis padres y de Víctor se confundían, me causaba molestía, escuchaba a Víctor pedir ayuda, ahora ya no podía ver nada, quería morir.

Me levanté asustada y con la respiración acelerada, miraba a todos lados buscando a Víctor.
Nuevamente estaba frente a la casa, pero había algo distinto, en todo a mi alrededor.

El cielo estaba nublado y una brisa fría tocaba mi piel. Me quedé parada frente a las puertas, vestida de negro y con un porte no muy común en mí.
La casa se veía desgastada.

Abrí las puertas, parecía todo abandonado. Anduve por toda la casa, parecía cómo si hubiesen pasado tantos años. La cocina estaba vacía, el piano estaba llenó de polvo y con telarañas. Las cortinas rasgadas y cona gran capa de polvo.
Las flores marchitas y las velas apagadas.

Corrí hasta la habitación de Víctor, tenía la esperanza de encontrarlo allí.

Él estaba allí, recostado sobre la cama.
Parecía dormido. La madera bajo mis pies crujía, a pesar de ese ruido, no despertaba.

—¿Víctor?

Vestía de negro, completamente de negro. Su rostro estaba pálido y sus labios estaban teñidos con un morado muerto.
Le tomé la mano, era tan fría.
No estaba muerto, aún podía ver cómo su pecho subía y bajaba lentamente.
Había caído en un sueño profundo.

La habitación era el único lugar que parecía estar intacto, tal y cómo lo ví la última vez.


Escuché pasos fuera de la habitación.
Abrí la puerta y ví algo pasar a la cocina.
Bajé corriendo y me asomé.

Una niña estaba sobre la silla dejando un recimo uvas en la mesa.
Se percató de mi presencia y de inmediato se dió la vuelta.

—¿Anne?

—¿Quién eres tú?

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Mar 08, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

EL PIANISTA Where stories live. Discover now