E L B A I L E

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Víctor me esperaba en la puerta, con un lindo y atractivo traje azul oscuro.
Fuí corriendo hasta él y salté a sus brazos, ahí estaba otra vez ese delicioso aroma.

—Buenas noches, niña. —Saludó cordialmente.

—Muy buenas.

Al separarme de él, miré a mi alrededor. Había un gran salón de baile, tantas personas vestidas elegantemente mientras comían y bebían. El ambiente era agradable, al menos por primera vez me sentía cómoda en una fiesta, contando que siempre me daban ataques de pánico.

—Qué linda. —Alagó mientras rodeaba su brazo.

—Gracias, tú también te vez... increíble.

Escuché una ligera risita. A mi costado había una pequeña orquesta.

(...)

Víctor me llevó a la pista de baile, sólo le miré. Jamás había bailado en mi vida.

—¿Sabes hacerlo? —.Le pregunté y el sonrió tranquilamente.

—Sí.

—Pues espero que puedas enseñarme.

—Descuida, sigue mis pasos.

Me guiñó el ojo. Tenía su mano en mi cintura y miraba abajo para tratar de imitarle. Se me dificultaba un poco hacerlo bien.
Mis ojos se habían dirigido a mi alrededor, donde había tanta parejas bailando al compás de la música.
Todos parecían hacerlo bien, pero yo, yo era una novata en todo esto.

Creo que te estoy poniendo en ridículo, Víctor.

—De ninguna manera, sólo déjate llevar por la música.

Respiré profundamente, dejé de mirar al suelo y mejor me dispuse a mirarlo a los ojos. Esa sería una guía perfecta.
Tenía una hermosa sonrisa en los labios, sus ojos brillaban tanto, incluso la mismísima luna se quedaría muy chica a lado de ese hombre.

Dejé de pensar en el resto de la gente, mis pasos mejoraban y pronto bailabamos en una perfecta sintonía.

—Te extrañé. —Dije.

—También yo; siempre espero con ansias el momento de volver a verte.

Sentí cómo apretaba mi mano y me acercaba más a su cuerpo.

El baile terminó en un abrazo, cerré los ojos y me escondí entre su cuello.
Él no dejaba de suspirar, y yo sentía los latidos de mi corazón en los oídos.

—¿Podemos ir a casa? —.Propuse mirándole. —De repente me siento muy agotada.

Víctor asintió.
Nos fuimos sin despedirnos de nadie.
Se quitó la chaqueta y me la puso sobre los hombros, le agradecí mientras tomaba su mano; era tan cálida.

Caminamos de regreso, esta vez el camino parecía ser más corto.
Nos acercabamos a la casa cada vez más y más rápido.

—¿Cómo te ha ido? —.Preguntó.

—Me invitaron a una fiesta. —Comenté. Esta noche...

—¿A sí? ¿Irás?

—No lo creo, no me gustan mucho esos eventos y además no tengo boleto.

—Mhmm... me gustaría poder acompañarte.

Sentí una punzada en el corazón, sería increíble que pudiera hacerlo.

—Bueno, sea cómo sea, opino que deberías aparecerte por allí.

—¿A qué iría?

—A divertirte, haz travesuras a los chicos que te molestan.

—Sí, para que luego me den mi merecido por jugar con ellos.

Rió y luego me dió un ligero empujón, sólo apreté más su mano.

—Pues si no irás, quédate conmigo.

—Eso me agrada, espero que aún no sea el tiempo de irme.

—Aguanta un poco más por mí.

Abrió una puerta, me soltó la mano pero cuando entramos, volvió a tomarla. Me llevó casi corriendo hasta la cocina, estaba oscuro y el ambiente era frío.

Ayudé a Víctor a prender la velas.
Luego lo miré sacando dos copas y en las manos tenía una botella de Vino.
Me senté y él se dirigió a mí.

Le observé con una sonrisa traviesa.
¿Vino? interesante. Ya lo había probado anteriormente, en casa nunca puede faltar una botella de Vino.

Destapó la botella y sirvió las copas por la mitad.

—Hoy es una fecha especial, así que, por lo tanto, hay que beber de una reserva especial. —Comentó mientras tomaba asiento.

—¿Especial? ¿Qué celebramos?

—Que mi queridísima Anne está aquí.

Sólo rodé los ojos y sonreí, mi corazón se había acelerado por su comentario.

Sostuvimos las copas y chocamos vidrio con vidrio. El sonido de estos pudo escucharse por todo el lugar debido al gran silencio que habitaba la casa.

El sabor amargoso de éste llenó mi boca, explotando tantas emociones en todo mi cuerpo.
Miré a Víctor, que ya me observaba atentamente.

—Y bien, ¿qué dices? —Preguntó arqueando una ceja.

—No recuerdo haber probado un Vino mejor que este.

Sonrió satisfecho y volvió a
tomar un trago.

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