El momento llegó. Frente a mí estaba el chico de sudadera azul marina. Los nervios aparecieron de nuevo.
—Mm, hola.
—Hola. Creí que no ibas a venir, te tardaste mucho, ya casi tocan para iniciar las clases de nuevo.
—Sí, lo siento.
—¿Te gustan las galletas?
—Sí.
—¿Quieres unas? También podría ser buena idea un capuchino de esos -señaló una hilera de ellos.
—¿Me ofreces?
—No importa si ya desayunaste, puedes guardarlas para después -dijo.
—Pues, gracias.
¿Por qué me compró unas galletas?
—Tu helado me hizo sentirme mejor ayer.
Sonreí sin que él se diera cuenta. Era demasiado lindo.
—¿Sí?
—Ya sé cuál es tu adverbio favorito -me miró y sonrió.
Se refirió a mis tres "sí" seguidos.
—Ayer estaba vagando en Instagram y me di cuenta de que veías mis historias desde antes de que nos conociéramos.
—Te agregué a principios de año —confesé.
—¿Ya me conocías? —acortó la distancia entre sus cejas.
—Eh, un par de veces me topé contigo.
—¿Cómo supiste mi nombre? —preguntó.
—¿Por qué tantas preguntas?
Se encogió de hombros.
—Bien, ya terminó el interrogatorio respecto a ese tema —alzó las manos para disculparse—. ¿Hacemos videollamada al rato?
—Lo consideraré.
—Nos vemos. No te duermas en clase —se rió y se retiró de la cafetería.
—¡No me duermo! -contesté.
—Yo sé que sí.
¿Al pasar por mi salón, me busca entre todos?
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El jardín de mi mente © [✔]
Storie breviMe enamoré. Mi mente se convirtió en un jardín. De la nada comenzaron a brotar raíces de distintos tipos de flores. Todo era demasiado bello, cada capullo iba abriéndose y dejando ver una flor de distinto color. Le regalé a aquella persona cada una...