Una situación que no le gusta.

5.6K 566 519
                                    

Era martes por la mañana, todos en la agencia luchaban consigo mismos para poder terminar los montones y montones de papeleo que por semanas se habían ido acumulando. Pero ¡vamos! No se confundan, no es que fuesen unos flojos sin remedio, simplemente.... Simplemente tenían cosas más importantes en las que pensar y una de ellas era ¡la inminente cita de Dazai! Porque si, ya lo tenían todo preparado.

El viernes por la tarde llevarían a cabo todo el plan. Los mandarían directo a un bonito restaurante, bastante tranquilo y acogedor; luego, les reservarían en una cafetería y es ahí cuando la mafia debía comenzar, por último el parque, un paseo y listo, todo lo demás quedaba en manos de Osamu.

Eso era lo que tenían pensado.

.....

—¿¡E-eh!? –El terrible grito que todos interpretaron como de sufrimiento, se escuchó por todo el lugar; alertando a los presentes quienes rápidamente volvieron sus miradas a donde Naomi, Yosano y Kyouka acorralaban al delgado albino.

—Vamos Atsushi-kun... ¡Sabemos que te gusta! –Inquirió su ajena, acusándolo con el dedo.

—P-pero Kyouka-chan...–Estaba muy nervioso. De pronto se vio envuelto en esa situación donde todas las féminas de la agencia aseguraban que él gustaba de alguien, y él definitivamente no sabía que hacer o como reaccionar ante eso.

—¡Ni te atrevas a mentirnos, Atsushi-kun! –Le reprimió la pelinegra a lo que la doctora asintió.

—Exactamente, Atsushi. Sabemos que él te gusta, ¿cual es el problema? –El aludido estaba completamente coloreado de un potente color rojo, escondiéndose entre sus propias rodillas.

—¿C-como lo supieron? –Estaba muy avergonzado, si pero también sorprendido de que pudiesen darse cuenta; si el trató demasiado el hecho de mostrarlo.

—¡Eso es un si! –Alardeó la Tanizaki menor. —Y respondiendo a tu pregunta, bueno.... Es porque es muy obvio, Atsushi-kun. –Las otras simplemente asintieron, dándole la razón. —Su relación a mejorado muchísimo desde que se conocieron, y ahora parecen más cercanos, por lo que es totalmente natural que se enamoren uno del otro.

—¿E-enarmorados....?

—Si, es decir... Esta muy claro que también le atraes, entonces ¿porque no tienen una cita?

—B-bueno es que él.... Es... Es mayor y...

—¿Mayor? Bueno, ni siquiera son demasiados años. –Le animaron todas.

—¿Y si... Sino le agrada la diferencia de edad? –Les cuestionó inseguro y con las mejillas al borde de lo ridículamente rojo.

—¡No lo creo! Es más... ¡Creo que es más romántico así! Pero si tu no quieres pedirle una cita, está bien... ¡Nosotras lo haremos por ustedes!

—P-pero...

—Pero nada, será éste viernes... ¡Preparate! –Y sin más lo abandonaron, dejándolo hundido en un mar de pensamientos vergonzosos con los que no sabía como lidiar. Sus compañeros, quienes lo escucharon prácticamente todo sintieron pena por él, luchar contra un montón de chicas ansiosas por romance no debía ser nada fácil.

Así que con cautela se acercaron a donde el de ojos bicolor se encontraba hecho bolita.

—Así que nuestro Atsushi tendrá su primera cita. –Le sonrieron cálidamente Tanizaki, Kenji y Kunikida; éste último con un notorio toque melancólico.

—Y-yo...–Al levantar la vista pudieron notar como los preciosos ojos del albino se encontraban repletos de gruesas lágrimas y temor. Sin pensarlo dos veces, el rubio se lanzó a abrazarlo protector; acción que tomó por sorpresa a los dos que le acompañaban, más no al menor de ellos.

—Todo está bien, mocoso. No tienes que llorar, si el maldito se atreve a hacerte alguna cosa extraña... Ten por seguro que no podrá hacerlo de nuevo. –Tal afirmación no hizo más que volver a sorprender tanto a Tanizaki como a Kenji, ¿qué estaba pasando ahí?

—Gracias, Kunikida-san...–Atsushi pronto se abrazó aún más fuerte al rubio, mostrando la más cálida y radiante sonrisa que nadie en la agencia jamás había visto. Justo en ese momento Dazai estaba adentrándose en la oficina, pudiendo presenciar la escena a la perfección; cosa que poco o nada le agradó, ¿no se suponía que le ayudaba?

—No es nada, mocoso. –Y cuando las cosas no podían ponerse más extrañas o densas, Doppo acarició más mejillas del más delgado, limpiando los rastros de lágrimas y provocando que la sonrisa del menor se hiciese más grande al mismo tiempo que el mostraba una suave y llena de cariño. Bien, nadie se esperó ver alguna vez a Kunikida sonreír y menos de esa manera. El castaño simplemente se fue a donde su escritorio y se tumbó, observando lo que restaba de la escena desde su sitio y con recelo.

—K-kunikida-san... De verdad, muchas gracias. –El otro asintió, dándole la mano para que pudiese levantarse, y cuando lo hizo Atsushi hizo algo que por poco provocaba que Osamu asesinara a su compañero; acarició su cabello. —Está más suave desde la última vez.

—Si lo he cuidado un poco más. –Respondió restándole un poco la importancia, se sentía ligeramente apenado.

—¡Siga así, Kunikida-san! Su cabello me gusta mucho. –Y con esas palabras Nakajima se ganó dos tipos completamente diferentes de sonrojos, uno debido al alagó [cosa sumamente sorprendente para todos los ajenos] y otro debido al coraje del momento.

—Lo haré, mocoso. –Así finalizaron la conversación. Dejando a un castaño sumamente molesto, por poco furico.
¿Desdé cuando esos dos eran tan cercanos? No lo sabía pero eso no le estaba gustando para nada, ese idealista no le podía quitar al amor de su vida, ¡no! Eso no iba a pasar, comenzando porque él, si, ¡él! Tenía una cita con ese hermoso albino y podía asegurar por todas las cosas que al término de ésta, Atsushi definitivamente sería para él y para nadie más.

.....

—Akutagawa-Senpai...–Le llamó la rubia en un tono bajo y respetuoso.

—¿Qué pasa, Higuchi?

—La secretaria de la Agencia Armada de Detectives llamó para concretar una cita.

—¿A que te refieres?

—Ellas mencionaron que Mori-sama y Fukuzawa de la agencia esperaban que usted y el chico tigre tuviesen una conversación y pudiesen arreglar sus diferencias.

—Tch... ¿Cuándo es?

—El viernes, Akutagawa-Senpai.

Ligeramente Enamorado.Where stories live. Discover now