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Una tarde, mientras me encontraba en el laboratorio, recibí una llamada de mamá,
estaba un poco angustiada.

Papá tenía problemas, desde hacía un mes las cosas en el corporación no marchaban muy bien.

Varios de los socios se habían marchado a la competencia y papá había estado muy preocupado y estresado por lo que podía suceder.

Él no quería que yo me enterara de la situación, pero mamá realmente estaba muy intranquila, lo veía mal y temía que pudiera enfermar.

Le prometí a mamá regresar a valorar la situación y ayudar a papá.

Regresé al país que había dejado diez años atrás y esa vez no fue para pasar unas vacaciones. Papá estaba descontento de que yo me hubiera enterado de lo que pasaba con la corporación.

No quería reconocer que no marchaba bien y que la
situación se le había salido de las manos.

Sin embargo, yo sabía que por otro lado estaba feliz de que yo estuviera a su lado.

La situación realmente era mala. Mamá tenía razón al estar preocupada.

Fue un momento difícil para mí.

Me sentí culpable, ya que, por estar inmersa en la locura de mi propio trabajo, dejé a papá solo y no me enteré de que todo se
estaba yendo abajo.

Sabía que no podía hacer mucho desde afuera, papá no
podría sacar a la corporación adelante.

Necesitaba un socio, pero sobre todo necesitaba ofrecer algo importante a ese socio para que se uniera a la C.C.

Después de una semana de meditarlo, llegué a la conclusión de que debía dejar mi trabajo en EE.UU.

Solo sería por un año, me encargaría de sacar a la Corporación de papá de la situación en que estaba y volvería a mis proyectos
personales.

Yo era una cientifica e inventora con vasta experiencia y tenía clientes muy importantes en mi haber a los que no les importaría conducir unas horas de más con tal de tener mis servicios.

Por supuesto que iba a tener que renunciar a muchas cosas a las que ya estaba acostumbrada, como mi casa y un buen salario, pero lo más importante
era papá.

Me di a la tarea de encontrar un apartamento cerca de la casa de mis padres.

No fue tan difícil, por la zona había varias opciones.

Me decidí por uno frente al
parque. Estaba muy bien amueblado, solo tuve que dar unos pequeños retoques a
mi gusto y listo.

Mamá varias veces me insistió en vivir con ellos, pero yo
necesitaba mi privacidad como cualquier chica de 28 años.

Me reuní cuanto antes con papá y con los pocos socios que aún
quedaban tuvimos que tomar la decisión de buscar un socio.

Era la única opción o tendríamos que cerrar la C.C.

Eso habría destrozado a papá por completo.

Había dedicado toda su vida a ese lugar.

Ahora más que nunca yo debía de trabajar duro para que eso no sucediera.

Ese mismo día, mientras regresaba en coche a mi apartamento justo antes
de llegar, observé a un perrito en la cuneta.

Detuve el coche y me bajé a observar,parecía que algún coche lo había golpeado y lo había dejado abandonado.

Me acerqué lentamente y llamé su atención, no podía dejarlo ahí tirado.

Parecía un poco lastimado y asustado. Me miró con desconfianza y se alejó un
poco, pero yo no me detuve.

-No tengas miedo -susurré-. No te voy a hacer daño.

Extendí mi mano a unos centímetros del animal y dejé que me oliera.

Poco a poco fue acercándose a mí. Acaricié su cabeza suavemente y revisé sus
heridas, afortunadamente no eran graves.

Descubrí que era macho.

Era hermoso, una pequeña cosita blanca. Estaba un poco sucio, pero no me importó.

Lo tomé en brazos y lo metí al coche, después lo llevé al
veterinario. Allí me indicaron que solo eran unos pocos golpes, que con mucho amor y cuidados se repondría pronto.

No pude dejarlo solo, sus ojitos me buscaban constantemente y cuando me acercaba comenzaba a mover la cola de un lado a otro como si estuviera
encantado de mi compañía.

Fue así como de pronto decidí adoptar un perro.

Lo llevé a casa y lo llamé Sachi.

Sería un buen compañero, mi amigo fiel.

Durante una semana lo cuidé y le di los medicamentos indicados por el veterinario, hasta que ya estuvo completamente recuperado.

《♡》

-Ven, Sachi, atrapa la pelota. Atrápala, es tu pelota favorita. Estás  emocionado, ¿verdad?-
Acaricié su cabeza, él movía su cola feliz, saltando sobre mí una y otra vez,esperando mi gran lanzamiento.

Tomé la pelota, levanté mi mano derecha y la lancé fuerte y lejos, tanto que sin intención alguna le di a alguien en la cabeza.

Desde lejos pude notar que era un hombre. Estaba sentado en una banca del parque y leía un libro hasta que yo y mi fantástico lanzamiento lo interrumpimos.

-Ohhh, por Kami -murmuré.
Corrí hacia él muy apenada, pensando: «Kami, lo maté, lo maté».
Al llegar lo encontré muy aturdido, no me atreví a mirarlo al rostro, pero tomé su mano y
le hablé:

–¿Te encuentras bien? No fue mi intención, lancé la pelota a mi perro y no medí mi fuerza, de verdad lo siento.

Levantó su cabeza y cruzamos la mirada. No lo podía creer…

Esos ojos negros los conocía de memoria. Desgraciadamente. Me quedé congelada.

-¿Vegeta?

-La Mitad Faltante-[A.U][Vegebul]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora