Prólogo

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Regresando del entierro, sintió una obstrucción en la garganta. Ya no sabía si era por la corbata o la tristeza.

Hiro no se sentía capaz de respirar normalmente, lo hacía de forma inconsciente e instintiva.

Bajo la excusa de ir a recoger algo a su antiguo cuarto, que una vez fue compartido con Tadashi, buscó un poco de tiempo a solas.

Quería llorar como sus ojos le permitiesen, eso quería, derrumbarse otro poco. Llorar y destruirse, para volver a pegar sus piezas con la venganza.

Su familia se había vuelto tan grande. Tenía una cuñada, una sobrina a la que amaba con su alma, y de un pestañeo lo había perdido, había perdido su familia... su alegría.

El fuego se convirtió en su más grande enemigo, lo que más odiaba. Pensar en las llamas que consumieron sus cuerpos era un castigo, el karma y el odio acumulados.

Hiro hubiera sido más que feliz, muchísimo más, si le hubiese pasado a él. ¿Por qué a Tadashi? El mejor hombre, con un respetado trabajo y una amada familia. Todos padecieron un odio y dolor que no merecían. Ojalá hubiese sido él para que Tadashi estuviera allí, con su familia, una familia con quien superar su muerte. Él no tenía nada.

Quemada totalmente tanto en exterior como interior la casa de su hermano, el fuego había arrebatado memorias a las que pudo haberse aferrado. El único recuerdo que tenía ahora, eran las cenizas.

Se acurrucó en la antigua cama de su hermano y se permitió llorar.

Sufrir un poquito, callar los gritos de dolor que se escapaban de su garganta con la almohada de su fallecido hermano; romperse.

No es seguro cuánto tiempo estuvo en ése estado, lo único de lo que estaba consciente, es que sentía que sus lágrimas se habían acabado temporalmente. Hubiera seguido sollozando por un largo tiempo, de hecho, pero un recuerdo fugaz lo hizo salir de su trance.

La gorra de su hermano.

Estaba casi seguro de que al mudarse, la había olvidado entre algunos cajones. Tadashi siempre mantenía la promesa de ir a buscarla cuando tuviera tiempo, pero nunca lo hizo.

Y recordando la excusa que había impuesto con su tía, de sólo haber subido a buscar algo, se dispuso a revisar cajones, rincones y otros distintos lugares en los que la mencionada gorra pudiera estar.

El sonido de los cajones abriéndose, llegó a desesperarlo, terminó tirando algunas cosas hasta el cansancio. Finalmente se dejó caer en la cama frustrado y sin esperanza alguna.

Su vista se mantuvo centrada en el techo un rato, y después divago por las paredes pulcramente blancas, recordaba el anterior color de las paredes, recordaba todos los momentos felices que vivió con Tadashi; Ahora solo era eso, memorias.

Entonces lo vio: una caja tristemente olvidada en uno de los rincones, con algunas carpetas y papeles sobre ella, la dejaban levemente oculta. Supuso que no estaría de más revisarla, así que a paso lento se acercó a ella y sin muchas esperanzas o motivación la abrió.
Sus ojos iluminandose subitamente al toparse con el color azul intacto y sin polvo, gracias a la protección que le brindaba la, posiblemente antigua, caja que solía resguardar unos tenis de la marca adidas.

Con adoración y cuidado la levantó para tenerla de frente, suspirando contra la superficie de tela y abrazandola. Atesorando el último recuerdo que podría guardar de su adorado hermano mayor, que le había llevado con tanto esmero por el buen camino.

Sus ojos se dirigieron por inercia a la caja nuevamente, sorprendiendose al ver algo anormal ahí:

Una carta.

En perfectas condiciones y en hiragana. El papel blanco, indicándole que era técnicamente reciente. La letra de Tadashi.

La tristeza y melancolía dominando, lo hicieron tomar la carta y abrirla, aún sosteniendo la gorra de su hermano contra su pecho, como si quisiera tenerlo lo más cerquita de sí mismo, tanto como pudiera.

Quizá sea algo personal, pensó. Dudando un momento, titubeando y pensando en si debía leerlo o no.
Finalmente se encogió de hombros y decidió leerla; entre Tadashi y él nunca hubo secretos, después de todo. De manera delicada abrió el documento, vacilando por unos instantes comenzó a leer la carta. Su rostro inició con una sonrisa rota, nostálgica; conforme avanzaba, su mueca de descomponia, en una facción indescriptible ¿era dolor? ¿ira? Hamada sintió como su corazón se apretujaba de nuevo.

El dolor de su pecho le hizo tomar una elección. Lo que había elegido traicionaba lo que Tadashi le inculcó, pero el desconsuelo en su alma era fuerte. Abandono su postura para retirarse de la habitación, sosteniendo la gorra y cartel de su hermano. Metió el papel en su bolsillo y bajó para reunirse con su tía, no debía dejarla sola en momentos así.

Su vista captó a su querida tía Cass. La mujer se encontraba sentada, dando la espalda a Hiro, uno de sus brazos se hallaba recargada en una mesa; igual que su sobrino, intentaba acallar sus sollozos. Hiro camino hacía ella con el único fin de reconfortarla. Sus pasos se detuvieron al notar un documento en el mueble; El joven sentía como su cuerpo se helaba, como si el estuviera muriendo.

Era el chiste schadenfreude del universo. La infelicidad y la pena de su familia era la comedia del mundo, y ese papel, que ordenaba el desalojo de su tía, se lo confirmaba. Su rabia crecía contra aquel que había firmado dicha hoja;

Miguel Rivera.














[°°°]

Hola florecitas de la creación, aquí Thom adelantando la publicación de MPA.

Espero que les guste, ya que tuvimos que hacer un motín en el cártel para sacar capítulo antes de ls fecha establecida (solo nos adelantamos un día ajio).

Bienvenidos y esperemos que sigan con nosotros hasta el final de la historia~

Empezamos fuerte, pues les entregamos un Tadashi al carbón. (?

Sin más me despido.

Besos en la nalga UwU

Muerte, Pólvora y Adicción[Hiatus Indefinido]Where stories live. Discover now