† 𝕿𝖗𝖊𝖘 †

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¡Detente! ¡No! Mark.

Estás en peligro. Corre. Salvate.

¡Corre!

Mi cuerpo se contrajo, provocando que despertara de golpe. El sudor caía con desdén por mí frente, en tanto mis pulmones trataban de regularizar mi respiración. Demonios. Una vez más la misma pesadilla. Las puntadas en mi cabeza aumentaba su intensidad logrando que la apoyara contra el respaldo de mi palma. Por incontables veces que tratase de ver más allá, no lo conseguía. Aquella voz me era tan familiar. Solo era capaz de ver el bosque moviéndose a mi alrededor, estridente. Me estaba matando. Por más que intentara adivinar si esa mujer huía de mí o de otra cosa, me era inviable.

La sed se apropió de mi, consiguiendo que me levantara hacía la cocina. Necesitaba hidratarme. No podía evitar sudar como un desquiciado cada vez que esa pesadilla se adueñaba de mis sueños. Comprimí con recelo la orilla del lavaplatos queriendo deshacerme de mi furia interior.

— ¿Quién eres?

Me pregunté por lo bajo. La voz de esa mujer permanecía en mi memoria, constantemente acechando. Atormentandome.

Una vez más los suaves golpes llamando a la puerta tensaron cada articulación en mi anatomía. El extravagante reloj de pared colgado por sobre el sillón, marcaban las 3:00 a.m. en punto. Aunque no tuviese conocimiento de quién se trataba, tenía una idea vagando por mis pensamientos.

Sus ojos se profundizaron cuando tuvo la noción completa de mí silueta frente a ella.

— _______. Supongo que está de más preguntar el porqué estás tocando mi puerta a las tres de la mañana — Crucé los brazos por sobre mi pecho.

— Sí. Yo — Se petrificó de un segundo a otro. — Bueno...

Cabizbaja, jugaba con sus dedos. Buscando alguna que otra palabra con sentido. Alzó la barbilla dejando al descubierto el ligero color rojizo en sus mejillas. Casi como por arte de magia mi pecho comenzó a doler por los agudizantes latidos.

— ¿Quieres pasar? — Apoyé el costado de la mano derecha en el marco de la puerta, en tanto buscaba indicios en su expresión acerca de que era lo que pasaba por su cabeza en aquel instante.

— Sí — Murmuró.

Recosté el respaldo en la pared más cercana para así poder permitirle la entrada. Sus pasos parecían pesarles, estaba seguro de que algo no andaba bien. Ya de por sí temía al "¿Qué le sucedió mientras estuvo con Taeyong?". No me sentía lo suficientemente competente de soportar el choque al enterarme de que Taeyong le había contado sobre mi pasado. El cual me condenaba.

Se detuvo en medio del salón, solo era capaz de ver su espalda, pero aún así divisaba con suma precisión como se abrazaba a ella misma.

— ¿Tienes frío? — Cuestioné, antes de aproximarme hasta ella con detenimiento.

— No. — Todavía se negaba a levantar la mirada — Estoy bien así.

Aclaré la garganta. Realmente me sentía intimidado. Ansioso de querer saber lo que pasaba por su mente, pero incapaz de lograrlo.

— Iré a por una manta.

Me distancié lo más rápido posible, en dirección a mi cuarto. No comprendía como es que de un momento a otro su opinión sobre mi comenzó a percutir en mis actuares. Daba igual los diversos caminos que tuviera que elegir, al final de este, siempre terminaría llegando hasta ella; Sin razón aparente. Sin voluntad propia.

Observé como la grácil luz de la noche se adentraba por toda la habitación, como si tuviese la necesidad de iluminarla por completo. La manta permanecía sobre las sábanas hecha un desastre, las incontables pesadillas provocaban que mi cama se desordenara ante los incontrolables impactos con la realidad.

— Te dije — Su suave voz consiguió frenar mi acción — Te dije que estoy bien, Mark.

Mi mandíbula se apretó por sí sola. Y como si no fuese dueño de mi cuerpo, voltee. Ella mantenía su vista fija en el suelo, pretendiendo que no estaba ahí.

— Estaré bien — Continuó, cerrando los párpados con dureza.

— ¿A qué te refieres?

Avancé unos cortos centrimetros obteniendo su atención. Su aroma se apoderó de mí órbita, era tan frágil y dulce. Casi adictivo.

El tibio calor de sus manos traspasó la piel de mis brazos desnudos, ascendiendo hasta mi cuello. Podía ver como se daba altura con paciencia, mientras yo era incapaz de moverme, necesitaba esto. Quería saber cómo se sentía ella.
Reposó una de sus manos en mi nuca con delicadeza, en tanto acortaba el poco espacio que sobraba entre nuestros rostros; Juntando sus labios con los míos.

Esto. Una sensación desconocida. Recordaba haberlo hecho, pero nunca de esta forma. Tan persistente. Tan eterna. Tan llena de emociones.

Mi corazón comenzó a latir de una manera estruendosa. Acomodé con atrevimiento mis dedos en sus caderas. Hasta que de un instante a otro se separó.

Siempre solía tener mi temperatura fría pero, por primera vez, supe el verdadero significado de sentir frío.

— Puedo...— Soltó — ¿Puedo dormir aquí ésta noche?

"Let Me Sign..." † Mark Lee & Tu †  [SEGUNDA TEMPORADA]Where stories live. Discover now