Escritos sobre La Muerte

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Lectores, lo que voy a contarles en este momento es algo que nadie ha vivido jamás. Para todos, la muerte es un pasaje, un instante. Estás vivo y al siguiente estás muerto. Es una línea apenas pensable que separa la existencia de lo que ya no es. En mi caso, no fue así.
Me encontraba sentado frente a la pantalla de mi computadora escribiendo las palabras finales de un cuento cuando ella apareció. Se situó detrás mío y a la altura de mis hombros. No me di vuelta para verla a los ojos pero me percaté de su presencia por el reflejo de su imagen en mi pantalla. Estaba al costado de mi texto como si me leyera y a la espera del punto final. Ella sabía que yo había advertido de su presencia y yo sabía que ella sabía, pero ninguno de los dos hizo ningún movimiento que desarticulara esa impostura en la que nos encontrábamos. El tiempo se había detenido en el momento de su aparición y me di cuenta por la intensidad del silencio reinante.
No alcanza el lenguaje para poder contarles esa experiencia, porque es algo que está más allá de lo humano. No estaba vivo porque me encontraba fuera del tiempo, pero tampoco estaba muerto porque aún respiraba. Permanecí con plena conciencia en ese pasaje, que al mismo tiempo resultaba ser un intersticio del que nadie pudo dar cuenta jamás. Lo que para todo el mundo es apenas un instante imperceptible que cambia el estado de cosas de manera radical, para mí fue una eternidad.
Ella aguardó a que yo pudiera terminar de escribir, pequeño y gran gesto que solo la muerte puede dar. Entendí que fue un regalo por haberla escuchado durante tanto tiempo, pero simplemente extendió lo inevitable que llegó con el último tecleo. El peso de su mano cayó en mi hombro. El aire se revolvió con intensidad y una presión en mi pecho que comenzó siendo grande y generalizada se volvió pequeña, aguda y concentrada en la zona del ombligo. Y no por pequeña fue menos dolorosa.
Cuando abrí los ojos vi mi cabeza caer sobre el escritorio, y por primera vez en todo ese momento me volví para mirarla de frente. Sentí su pesar, y para no hacerle más difícil la cosa, agradecí el gesto que me dedicó.
Mi escritura fue un culto a su hacer. Intentará contarles cómo es que llegué aquí.

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Imaginé a la muerte como una mujer fornida, con aspecto castigado por el tiempo, pero con visible enjundia. Se me antojó que en su rostro tuviera una sonrisa casi habitual -y hasta obligada- como gesto mínimo por estar dando por terminada la existencia de alguien. ¿Acaso no sería lo mínimo, sonreír? Aunque pensándolo mejor, rozaría con una especie de cinismo burlesco. No quise morir, pero deseé a la muerte y me recordó al encuentro con una mujer.
¿Acaso no hay muerte ahí?

La primera vez que la vi fue cuando escribí ese pequeño texto. Su aparición fue escueta y lo hizo sin manifestarse del todo. Supe que estaba allí porque me miró desde el reflejo del espejo que tenía enfrente. No sé si apareció por lo que escribí o porque quería leer lo que había escrito, pero lo cierto es que allí estuvo y yo lo noté.

Fue como un camino lento hacia la muerte. Cada paso me acercaba inevitablemente hasta el final y lo sabía. Y aunque hubiera tomado otro camino, aunque hubiera deseado con todas mis fuerzas esquivar el punto final, de todos modos habría llegado allí.

Recuerdo que por medio de un personaje construí ese texto. A decir verdad, fue un pensamiento propio que surgió al imaginarme el final de mi vida, pero se lo doné a Claudio -mi personaje- que pareció necesitarlo para acudir a la escena en la que debía morir. Esa tarde fue la primera vez que Tánatos -como a ella le gustaba que la llamaran- hacerse presente ante mí. Se acercó en silencio y me susurró al oído "cuando alguien acepta que va a morir, la vida se le hace más sencilla; más disfrutable."

Muchas veces la muerte me visitó. Confieso que la primera vez le temí, pero mi curiosidad sobrepasó al miedo y a la tercera vez la interrogué. Según ella nadie le había hablado nunca, y su sorpresa fue tan genuina como sus ojos azabaches dejaron ver. Me interpeló para evitar responder, pero aduje que si iba a morir quería saber cómo. Ella esperaba un porqué. No sé si por mi extraña pregunta o por mi curiosidad sin límites, pero desde allí ella me ha visitado con asiduidad. Tal vez necesitaba alguien con quien hablar, alguien que deseara esucharla por primera vez, y fue así que presté mis oídos e intriga a las palabras de la muerte durante tantos años que hoy solo deseo morir.

Hacía tiempo que se me había tornado muy difícil seguir viviendo. Ella necesitaba tanto que alguien la escuchara que la inmortalidad me había sido dada con un alto precio. No se trataba de escucharla a ella, eso lo disfrutaba siempre que sucedía. El costo fue la inmortalidad misma, porque a pesar de que el tiempo transcurre uno siente que está más allá del tiempo. Posiblemente para ella habrá sido peor que para mí, pero no pude más y escribí este texto en una hoja de papel y con pluma para conectar de la manera más estrecha mi cuerpo con la escritura.

Que la cosa acabe, que se acabe, esa es la cuestión ¿Se imaginan una continuidad absoluta, sin cortes, interrupciones prolongadas o cambios de ritmo?
Se me antoja una tortura, es decir, interminable. No acabar perpetúa la falla sin la ilusión de un nuevo comienzo con nuevas chances.
Lo que acaba emula a la muerte pero sin posibilidad de que eso nos prepare frente a ella. Acabar es muerte y llama a la muerte cada vez en un tono más alto. Lentamente la muerte.
La sola idea de una existencia eterna me perturba y vuelve impotente a toda acabada parcial.
Necesitamos sentir que acabamos, que terminamos, que finalizamos, y allí están los años, los ciclos, las rupturas y las decisiones. Pero al final, terminar es morir y nada más.

Al escribir eso me quedé mirando el papel. Me leí al menos diez veces continuadas y con cada vez el pecho era testigo de mi excitación. Ahí estaba mi deseo, vivo como nunca y aspirando a morir. Busqué mi computadora y lo transcribí volviendo a sentir ese irrefrenable deseo de morir. Fue el instante en que apareció para verla por última vez.

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⏰ Última actualización: Mar 06, 2019 ⏰

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