Cap 3: Digno de alagar

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Ya había finalizado las pocas y extrañamente cortas tareas que habían mandado de la escuela, cuando me digne a posar mi vista en el reloj de la cocina.

16: 47

Hubiera sido estúpidamente  placentero si fueran las 4 y 50 o incluso y 45, pero ni modo.

Recordé que había dejado la muerte de "Jiraiya el galante" por la mitad, así que con pesar y desolación me fuí a mi cuarto para poder seguir viendo esos capítulos llenos de emociones, que serían acompañados indudablemente por mi llanto escandaloso.
           
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Estaba soñando, pero un sueño envidiable, estaba besando a Hidan... mansa belleza cargaba ese papucho, pero pese a estar imaginando esas cochinadas sentía la baba salir de mi boca y mojar mi cara, escuchaba mis ronquidos, respiraba el aroma de mi cabello. Estuve así unos segundos  o tal vez minutos, no era consciente del tiempo hasta que me despertó  un anormal y grotesco ronquido de mi parte.

Erguí mi cuerpo maloliente, estaba exaltada, incluso sentía que me había olvidado de algo, odiaba despertarme sintiendo eso. En ese momento no me importó de que me olvidaba, si mi cerebro no lo recordaba no debía de ser tan relevante.

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Entré al baño con un calzón y sostén en mano, pensaba seguir mi día con la misma ropa con la que había ido al Instituto, que era con la misma que había dormido, la vagancia había vencido a la incomodidad.

Ya en la ducha pude darme cuenta que debía comprarme cera para hacerme una depilación completa.
Que pereza.
  
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Respire hondo, estaba fuera de la casa, el aire era frío, podía sentir como limpiaba mis pulmones de manera impoluta. Tenía en mente ir al puesto de Clarissa, la señora con olor a incienso a la cual solía comprarle la cera depilatoria y con la que he compartido muchos años de mi vida, pero esa es historia para otro momento.

Estaba caminando cuando decidí adentrarme un poco a la realidad viendo la hora.

19:57

Tenía llamadas perdidas pero la falta de ganas me impidió devolverlas, en otro momento lo haría.

El puesto de la abuela Clarissa estaba a unas 15 cuadras y ya estaba oscureciendo, sinceramente tenía miedo de que me pasara algo así que fui por el lado más iluminado y lejano de los callejones perturbadores.
No era una luz tenue y penumbrosa la que alumbraba esa parte del pueblo, de hecho podía imitar a una iluminación citadina, y eso me gustaba en cantidad, me hacía sentir una falsa seguridad.

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Ya estaba llegando a la puerta de la tienda "Sainteté", ese nombre era curioso ya que la dueña del local era todo menos una mujer santa, en realidad, era toda una pervertida del closet, además de una vieja traviesa de alma joven, se pasaba leyendo sus libros de tapas viejas que ocultaban relatos eróticos. Solía decir que la forma en la que se describían poeticamente las relaciones carnales era de suma exquisitez. Ya quisiera yo ser tan fresca con 60 años.
Con mi cabeza negué sonriente, esa mujer me facilitaba los días.

Estaba parada delante de la entrada, se podía ver que no había nadie así que con sigilo abrí un poco la puerta con la mano y la patee ligeramente con cuidado de no romperla, mientras gritaba:

Golden Tears   ||  The Originals//Teen Wolf//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora