Capítulo 1 Pater noster, qui es in caelis

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Pater noster, qui es in caelis:

sanctificetur Nomen Tuum;

adveniat Regnum Tuum;

fiat voluntas Tua,

sicut in caelo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a Malo

El cántico de los clérigos hacía eco en la catedral, las paredes hechas de fría piedra vibraban al ritmo de las notas y un hombre con traje gris se internaba sin levantar sospechas, las plegarias de los feligreses morían antes de llegar a su destino, los pecados que tenían hacían pesadas las plegarias haciéndolas caer. El hombre se detuvo y giro al percatarse que una plegaria se alzaba hacia su destino.

Para él, que llevaba 20 años siendo el cazador le era difícil encontrar el dueño de esas oraciones, pero aquella pureza era difícil de ocultar, las sombras que la rodeaban no la ocultaban de todo, era una pena, otra alma corrompida, el hombre que le sostenía la mano era su carcelero... El Cazador negó con la cabeza y siguió su camino, la Sombra lo esperaba.

Las escaleras que llevaban a las catacumbas estaban envueltas en la oscuridad, los cánticos se dejaban de escuchar conforme se internaba en el bajo terrenal, cada paso lo acercaba a su destino, el frió y la humedad se hacían presente y las suplicas se alzaban.

El Cazador renuncio a encender una antorcha, el camino lo había hecho cientos de veces, giro hacia la izquierda, camino solo unos cuantos pasos más y se detuvo, giro a la izquierda y extendió su mano, se tomó con un pomo, incluso antes de abrir sabía que ella, la Sombra, ya lo estaba esperando, sonrió, ella siempre lo complacía, ella le entregaría su reporte y le pediría su paga. La ropa seria sacada de su cuerpo y los gritos de placer y dolor rivalizarían con los cantos de arriba, esto si era el cielo. 

Así en la tierra, como en el infiernoWhere stories live. Discover now