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Viktor se había dedicado a caminar yendo de un lado a otro en aquella improvisada sala de espera durante horas, literalmente. Inclusive evitaba parpadear, temeroso de que al cerrar los ojos, aunque fuera por unos breves instantes, la imagen de Yuuri siendo brutalmente aplastado lo asaltaría nuevamente.
Desesperado, alzó la vista como si a fuerza desearlo la luz roja que indicaba las reparaciones seguían en proceso al fin cambiaría de color y le permitirían entrar y estar con Yuuri de una vez por todas. Ansiaba verlo y escuchar su voz, abrazarlo... tan sólo tomar su mano.
─Viktor.
Alzó la vista para toparse con un hombre que lo observaba con evidente preocupación. Usaba un elegante uniforme blanco y su cabello encanecido todavía conservaba unos cuantos mechones obscuros entre sus marcadas entradas.
─¿Alguna novedad?
Negó con la cabeza y volvió a contemplar la puerta cerrada y la luz roja. El hombre suspiró y le colocó una mano en el hombro.
─Tranquilo. Él es fuerte y muy valiente. Soportó años solo en un planeta destruido y contaminado. Saldrá bien librado, estoy seguro.
─¿De verdad? ─inquirió Viktor, con un matiz de esperanza en la voz.
─No me cabe la menor duda─le sonrió para alentarlo─¿Sabías que hay muchos que desean verlo para darle las gracias? Tanto a él como a ti. De no ser por ustedes, nunca hubiéramos desactivado a L-1LY4, ni encontrado el camino de vuelta a casa. Son unos héroes.
Las curvas de los labios de Viktor se alzaron ligeramente. Su Yuuri era en verdad maravilloso, tan especial y único.
─Capitán, ¿cómo están los demás?
─Algunos más optimistas que otros, pero el consenso general es que volver fue lo mejor─expresó el hombre en tono serio─Ya se están realizando cálculos para determinar el crecimiento poblacional en los próximos siglos y creando un plan de desarrollo sustentable que nos permita reconstruir cuidando los recursos naturales al máximo. No queremos tener que abandonar la Tierra otra vez porque la arruinamos de nuevo. Estamos decididos a trabajar y no cometer los mismos errores de antaño.
Viktor asintió sólo por hacer algo y devolvió su atención a la maldita luz roja, considerando muy seriamente romper la puerta a disparos. Menos mal su cañón continuaba cargado. A su lado, el capitán carraspeó y frunció el ceño, como si adivinara lo que pensaba hacer y Viktor ocultó sus manos detrás de su espalda con fingida inocencia.
─Capitán... ¿cree que Yuuri esté enfadado conmigo?
─Viktor, los robots no están programados para guardar resentimiento.
