Disclaimer: 10 things I hate about you y Yuri on ice!!! No me pertenecen, es obra de sus respectivos autores. Fic hechos sin fines de lucro.
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Adaptación: 10 things I hate about you
El aire fresco siempre servía para aclarar su mente, sus ojos vagaban distraídos por la calle de su vecindario mientras golpeaba suavemente con la punta de su lápiz sobre la libreta en su regazo, dándose tiempo para pensar en la siguiente línea.
Gruñó a la vez que retomaba la escritura, tachando las palabras que ya había redactado y sustituyéndolas por otras.
Una suave mano tocó su hombro, alzó la vista topándose con un par de ojos verdes que le miraban con pena, pocas veces vista en él.
Entonces notó lo que este llevaba en sus manos, una pequeña sonrisa tiro de sus labios al comprobar que se trataba de su plato favorito.
—Tu hermana me dijo que lo trajera. No puedo creer que rechaces un plato de katsudon— comentó totalmente extrañado, empujándolo un poco para sentarse. —Creo que debí golpear a ese idiota también, eh— Yuuri negó con la cabeza, revolviendo el contenido de su plato. Yuri, mordiéndose el labio, se levantó tras un par de segundos en silencio, entonces escuchó que alguien llegaba, a juzgar por el ruido y tras comprobar el vehículo, el joven de ojos verdes volvió a tomar la palabra.
—Escucha, ehm...— Otabek había estacionado la moto en la acera y se acercaba a ellos, Yuri le hizo una seña para que aguardara. —Otabek y yo iremos a la pista de patinaje, ¿Quieres venir?
Negó con la cabeza, sonriendo apenas y volviendo a contemplar su plato. Yuri y Otabek intercambiaron miradas y el rubio se acercó a su homónimo.
—Cuando quieras hablar... tu...bueno, ya sabes dónde encontrarme— Yuri miró al plato aún lleno del japonés, — y comete eso o Mari estará muy enojada.
Yuri soltó una risa leve diciéndole que lo haría.
Soltó un suspiro al escucharlos partir.
Al menos este desastre había traído algo bueno para variar.
La noche anterior, que, suponía debería ser un bonito e inolvidable momento, lo fue... Pero no de la forma en que pensaba.
Una acuerdo. ¡Un maldito acuerdo! ¿Qué demonios eran? Un par de imbéciles inmaduros y...
Yuri dejo el plato del katsudon en el espacio que había dejado Yurio, como le llamaban para no confundirse. Realmente amaba esa comida, pero ahora no tenía ánimos para ingerir alimento alguno.
Yurio, su pequeño e irascible amigo. Ambos eran inseparables desde que tenían memoria, al menos hasta la preparatoria, donde, los intereses y caracteres de ambos comenzaron a distanciarlos, aunque no enemistarlos.
Yurio era un chico popular por su andrógina belleza y su fuerte carácter, chicos y chicas siempre trataban de llamar su atención fallando miserablemente en el proceso, pues el rubio tenía una regla que su abuelo había pactado hace tiempo al ver la belleza de su nieto: el no saldría a citas ni tendría una relación si su amigo de toda la vida, Yuri Katsuki no lo hacía.
Aunque poco le importó a Yuri al principio, esa regla comenzó a ser una molestia cuando un chico proveniente de Kazajistán ingreso a la preparatoria ese año.
Y con él, la mayor decepción y el más grande tormento a la vida de Yuri.
