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La perfecta mente del Señor Tenebroso era un completo caos. Miró sin expresión al mocoso Potter, incapaz de saber qué hacer. Él aún jadeaba, aún se estremecía, aún gemía por más.

Ciertamente, nunca había estado en una situación similar. Sí, quizá había tenido relaciones sexuales en el pasado con muchas personas, pero nunca con un mocoso, mucho menos alguien que realmente detestaba.

Le costaba admitirlo, le dolía hacerlo, pero estaba confundido. — ¿Qué es lo que quieres, muchacho? Dilo, fuerte y claro de preferencia.

—C-crucio... —El niño tartamudeó. —Necesito que me lances otro crucio, por favor. —Voldemort, sintiéndose extrañamente benevolente, cumplió su petición.

— ¡Crucio! —Gritó una vez más, deleitándose con los gritos de Potter. Sin embargo, su sonrisa comenzó a borrarse cuando observó atentamente al muchacho. Acaso... ¿Lo estaba disfrutando?

No. Era imposible. La maldición cruciatus era el peor tipo de tortura que un ser vivo podía experimentar. Sólo alguien lo suficientemente masoquista, desquiciado y trastornado podría disfrutarla.

Pronto, en su mente se reprodujo la escena del ministerio.

Harry diciéndole a Bellatrix que no quería lastimarla (aun cuando momentos antes había asesinado a su padrino).

Harry pidiéndole a Bellatrix que lo llevara consigo.

Los hermosos orbes color verde de Harry mirándolo con emoción mientras le mostraba la profecía.

Harry gimiendo y suplicando que lo torturase.

Con una risa, afirmó mentalmente que Harry Potter estaba loco, desquiciado.


TMR/HP

Al día siguiente, nuevamente se reunió con sus Mortífagos. Potter estaba sentado a su lado izquierdo, frente a Bellatrix, y miraba con evidente aburrimiento la reunión. —He visto la profecía, mis queridos amigos. —Musitó con voz suave, obteniendo la atención de todos. —Según ella, tengo que matar a Harry Potter si quiero dominar el mundo mágico.

El niño ni se inmutó. Las manos de Bellatrix temblaron y su rostro se deformó por el miedo. — ¡P-pero, mi Lord...!

— ¿Estás cuestionándome, Bella? —Voldemort casi se sintió ofendido. Casi.

La mujer no borró su expresión. —Pienso que el bebito lindo podría ser de utilidad, mi Lord. Sabes que no te cuestiono y que respetaría tu decisión sin dudar, ¡Pero él nos sirve! Podemos exterminar al anciano Dumbledore de una vez por todas.

Voldemort lo pensó seriamente. Narcissa interrumpió suavemente el intercambio de palabras. —Estoy de acuerdo con Bella, mi Lord. Tengo la creencia de que Potter no es como pensamos, y que podría ayudarnos con muchos de nuestros planes.

—Pero la profecía dice que uno no puede vivir mientras el otro sobreviva. ¿Qué podríamos hacer respecto a eso? —Las hermanas Black se quedaron en silencio, sin saber que responder.

Harry suspiró. —Si vas a matarme, ¿Podrías cumplir mi gran sueño, mi Señor?

Voldemort lo miró con el ceño fruncido. — ¿Quieres que te mate?

—Por supuesto que no. —El niño aseguró. —Sin embargo, no estoy en contra de que lo hagas. Dame mucha diversión, cumple mi deseo, y quizá te deje hacerlo.

— ¿Qué es lo que quieres, Potter? —El Señor Tenebroso comenzaba a sentirse ansioso. El chico lo hacía sentir así. Lo odiaba.

Harry lo miró, incapaz de creer que lo escucharía. Se sonrojó un poco, sonriendo dulcemente. —Oh, mi Señor, usted es tan bueno... Espero me tenga un poco de paciencia, porque mi historia es un poco larga, pero muy interesante.

—Sólo habla. —Siseó el Lord.

Harry rió. —Fíjate que en mi segundo año ocurrió algo bastante curioso: la cámara de los secretos fue abierta. —Los ojos de Voldemort se abrieron por la sorpresa. —Los gallos murieron, los alumnos fueron petrificados... Hasta el horrible gato del conserje estuvo involucrado. Ilusamente creyeron que yo era el autor de tales magníficos actos, pero desgraciadamente yo no sabía la ubicación de la cámara, así que evidentemente no pude ser yo.

Observó al joven tomar agua lentamente, no pudo evitar preguntar. —Entonces, ¿Quién fue?

— ¡Esa es la parte más interesante de todo! Primero, mis horribles compañeros y yo pensamos que se trataba de Draco. ¡Lo siento, tía Cissy! Fue inevitable para mí creer esa barbaridad. —Relamió sus labios, sonriendo. —Hermione preparó poción multijugos para descubrir la verdad, y, ¡Diablos! Sabía jodidamente horrible, me dan ganas de vomitar cada que...

— ¡Ve al punto, Potter! —El joven hizo un puchero con sus labios, fingiendo estar herido.

— ¡No seas tan malo conmigo! Siguiendo con mi fantástica historia, ese día descubrimos un misterioso y viejo diario tirado en el suelo del baño. Ya sabes, mi Señor, soy un humano demasiado curioso, así que lo llevé conmigo. —Los orbes rojizos de Voldemort brillaron peligrosamente, la cara de Lucius Malfoy palideció considerablemente.

— ¿De quién era ese diario, mi querido niño?

—De Tom Riddle, mi hermoso Señor. ¿De casualidad lo conoce? El chico me cayó sumamente bien. —La sala se quedó en completo silencio, verde y rojo se enfrentaron durante unos largos segundos.

—Esta plática la continuaremos a solas. Pueden retirarse. —Voldemort se levantó, se aferró al brazo de Potter y lo jaló consigo al despacho de Lucius Malfoy. Una vez que estuvieron encerrados, se aseguró de poner protecciones para que absolutamente nadie los escuchara ni molestara. — ¿Podrías seguir contando tu fascinante historia, querido niño?

Harry delineó su labio inferior con su dedo índice, sonriendo traviesamente. — ¿Sabes? Tom me mostró una serie de memorias de cuando estaba en Hogwarts. Supongo que quería que creyera que Hagrid fue quien abrió la cámara de los secretos, sin embargo, ¿De verdad un imbécil como ese tipo era capaz de hacerlo? ¿Lo estuve subestimando todo ese tiempo? Era imposible.

El Lord sonrió. —Ciertamente yo también lo creo.

—Me sentí furioso al principio, ¿Cómo un maldito idiota como Hagrid pudo engañarme? Quise matarlo en ese instante. —Suspiró. —La sensación disminuyó luego de que el diario desapareciera de mis pertenencias. Mi Señor, ¿Puedes imaginarte cómo me puse? Ayer te dije que era un maldito bastardo egoísta con las cosas que me pertenecen, y ese diario había pasado a ser mío, pobre de la persona que se atrevió a molestarme ese día. El desenlace llegó rápidamente. Gracias a mi preciosa compañera sangre sucia, descubrí donde estaba la cámara de los secretos. Cuando entré a ella, me encontré con una moribunda niña de primero. Su nombre es Ginny Wealey.

— ¿Es? —Voldemort preguntó, curioso.

—Aún sigue viva. Yo, como el jodido héroe del mundo mágico, la salvé. —Al mayor no le gustó escuchar tal respuesta.

—Destruiste mi diario. —Aseguró, furioso.

—Esa es una afirmación muy grave, mi Señor...

— ¡¿Por qué demonios lo hiciste!? ¡Era demasiado importante para mí! —A Harry le hizo bastante gracia su repentino ataque de ira. ¿Debería sentirse afortunado por sacar de sus casillas al Señor Tenebroso? —Maldición, justo ahora debería matarte ya que mis castigos no funcionan de la manera que quiero en ti.

El joven rió. — ¿Me matarás sin escuchar la historia completa? Quizá no te guste demasiado mi opinión, pero eso sería demasiado estúpido de tu parte.

Voldemort se tragó el "crucio" que estaba por escapar de su boca. Inhaló y exhaló, tenía que calmarse. —Termina ya antes de que realmente te asesine.

Harry sonrió, burlándose. —Lo haré. —Dijo con voz clara y fuerte. —Pero primero... ¿Qué te parecería enseñarme Oclumancia? A ambos nos conviene que la aprenda.

Voldemort juró que nunca olvidaría la jovial risa de Potter después de que logró esquivar la maldición asesina.   

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