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El mar está helado y en calma

Pero mis latidos van desacompasados

Al ritmo de tu vivir

Pues fuiste tú quien me devolvió las ganas

Para escribir, respirar y sentir.


Fueron noches en vela

Bajo la luz de una linterna

Con el manto de estrellas por encima

Y sólo una manta que me cubría.


Los versos salen despedidos

De mi mente a través de la pluma sin orden

Llenando el folio en blanco

Para plasmar las canciones y suspiros

Dentro de mí que acumulo y guardo.


Fueron noches de pena,

Aullidos a la luna nueva,

Sin un sol que alumbrase mis alegrías

Y hojas en sucio sin melodías.


          Natalia soltó el bolígrafo y contempló las cuatro estrofas que había escrito. Había algo en ellas que no la terminaba de convencer, pero no sabía identificar qué era lo que la hacía sentir de aquella manera.

          Sabía perfectamente que Alba estaba detrás de aquellos versos. Su voz rasposa acariciaba sus pensamientos, se la podía imaginar perfectamente en el bar cantando mientras leía lo que acababa de escribir. Se había convertido en su musa involuntariamente, salida de un día de mala suerte que a la mañana siguiente se pudo remendar con unas cuerdas y un poco de música. Pero ¿por qué le tenía que influir hasta el punto de aparecer en su poesía? Alba en sí era arte y no concebía una forma de plasmar en palabras lo que ella significaba. Escribía sobre lo que le hacía sentir cuando entraba en trance y no controlaba las palabras, ya que no se veía capaz de hacerlo de ninguna otra forma. Tuvo el impulso de arrugar el papel en un arranque de rabia, pero la pantalla de su móvil se encendió, indicando que tenía un mensaje nuevo. Sintió una pizca de decepción al ver que no era Alba, pero una bombilla se iluminó sobre su cabeza cuando vio que era Damion el que requería su atención. Él era un excelente letrista, seguro que sabía lo que le faltaba al poema.

- Gracias, Damion, no sé qué haría sin ti -marcó su número y esperó hasta que el chico decidió coger la llamada.

- ¿Nat? Joder tía, que cuando decía que si te apetecía salir, no me esperaba que contestases tan rápido.

- ¿Te importa venir a mi casa antes? Porfa. ¿Y qué es eso de salir?

- ¿No has leído el mensaje?

- Que va.

- Ah, mira tú qué bien.

- Da igual. ¿A dónde, con quién?

- Al convento. Se vienen Alfonso, Marta y a quien tu quieras invitar. Estábamos hablando de hacer el pre en mi casa pero si tu ofreces la tuya...

- Vaya forma de liármela en un momento, chaval. Está bien. Pero ven tú antes que tengo que enseñarte una cosa.

- ¿El qué?

- Cuanto antes vengas, antes lo sabes.

- Que sepas que no considero justo este hype -colgó la llamada sin esperar una respuesta.

El Gato Negro // AlbaliaWhere stories live. Discover now