❁Disperazione

465 79 55
                                    

Louis llevaba más de media hora sin emitir palabra alguna; intentaba ordenar todas sus ideas para gritarle a su padre un discurso coherente, pero sabía que si abría la boca solo saldrían groserías, lágrimas y un par de golpes a lo primero que se cruzara en su camino. Estaba furioso, dolido, roto y frustrado. Había sido una noche tan maravillosa, que le molestaba no haberse dado cuenta antes, que estaba siendo un iluso al creer que su padre había dejado de buscarlo, que simplemente había rendido con la idea del matrimonio arreglado. Pero no era así, a su lado, su padre le observaba de reojo, esperando que su hijo comenzara su basura verbal.

El auto se detuvo lentamente y el chofer apagó el motor. Louis no se removió un solo centímetro.

—Louis, baja—ordenó con tono áspero el Sr. Tomlinson, pero el ojiazul siguió inerte. —Louis, te dije que bajes del auto.

—No, no pienso dormir en el mismo lugar que tu esta noche. No quiero verte, o terminaré diciendo cosas que no quiero.

Su padre frunció el ceño, extrañado. —¿Estás drogado?

Louis bufó, exasperado. Se bajó del auto y azotando la puerta comenzó a caminar hacia la que supuso era la salida. Su padre corrió hasta él y le tomó el brazo, deteniéndolo.

—Basta, Louis. ¿Por qué haces tanto drama por esto? Tú sabes que puedes estar con quien quieras después de casarte con Regina. Solo necesitamos unir las empresas.

Louis se removió el brazo con violencia, logrando que su padre lo soltara. —¿Ah, sí? Pues busca otra forma que no sea pasar por encima de mi para seguir consiguiendo dinero. ¡De todas las ideas, siempre caen en la misma basura de siempre!

—Necesitamos que te cases con ella, Louis. Estamos tan cerca de la bancarrota y la empresa de Regina es casi tan enorme como la nuestra, es nuestra única oportunidad—explicó, intentando suavizar su voz, pero sólo logró que los ojos de Louis se llenaran se lágrimas.

—Si solo les importa el dinero, déjame casarme con Harry entonces—sugirió, firme. —Su empresa es aún más grande que la de Regina. ¡Ganarías mucho más dinero si se unieran a los Styles, cómo no lo ves!

Su padre negó, aterrorizado por la idea. —Olvídalo, ¡Jamás nos asociaremos con los Styles! Y comienza a olvidarlo, porque no lo verás más.

Apenas dijo aquello, chasqueó los dedos y el mismo guardia que lo metió al auto, lo tomó en brazos para llevarlo al hotel en donde se hospedarían aquella noche. Prácticamente lo arroparon y lo acostaron en su cama; confiando en que Louis lloraría la noche entera y al otro día se largarían de Italia. Pero esta vez no sería tan fácil. Apenas el ojiazul sintió la ausencia de voces en el pasillo, del estanque del baño, o simplemente la tos de su padre, se levantó sigilosamente y organizó las almohadas bajo las sábanas como si fueran un cuerpo.

—Demonios, no soy tan alto—se quejó al observar su obra maestra desde lejos. —¿O si?—se encogió de hombros y rogó que nadie lo notara.

Buscó con desesperación su teléfono para saber dónde rayos estaba y a cuántos kilómetros estaba de Harry. En pocos minutos se memorizó la ruta y con silencio absoluto, Louis escapó del hotel por la ventana. Le esperaban tediosos 4 kilómetros, pero con solo recordar la mirada rota de Harry al dejarlo, sus piernas apuraban más y más el paso. Era una noche endemoniadamente fría y Louis solo contaba con su suéter, por lo que apenas se ubicó en la ciudad, decidió pasar al hotel a buscar sus maletas. Sabía que era arriesgado, pero necesitaba cambiar de ropa o su padre lo reconocería de inmediato. Se acomodó las 3 chaquetas, buscando verse más fuerte y ancho. Manchó sus zapatillas con todo lo que encontró, especialmente pasta dental y se echó a correr por las antiguas calles de Verona. Se veía bastante vagabundo e irreconocible.

Pudrete Shakespeare. //larryWhere stories live. Discover now