❁La destinazione

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Louis lanzó con fuerza el teléfono hasta la otra habitación. Las lágrimas volvían a caer por sus mejillas, esta vez solo era frustración e ira. Tenía 25 años y su vida pendía de las decisiones de sus padres, que no le dejaban ser libre y feliz. De nada sirvió la conversación sobre su homosexualidad y el "te apoyamos, hijo." ¿De qué le servía aquella mentira barata ahora que le querían casar con Regina Leitburg, solo para no perder los ingresos? ¿Valían más todos esos papeles verdes que la felicidad de su hijo? ¿Solo era una marioneta más para los negocios de sus padres?

Al parecer, sí lo era. Con las tarjetas canceladas y la amenaza de encontrarlo en cualquier punto del planeta, Louis tomó sus cosas y se largó del hotel 5 estrellas en el que se estaba hospedando en Verona. Creando un enorme ruido al pasar la maleta sobre los antiguos adoquines de la calle, Louis buscó desesperado algún hostal, más no había más que cafeterías y pizzerías por doquier. Era la primera vez que Louis caminaba por aquel rústico y romántico pueblo Italiano, pero le encantaba. Le reconfortaba sentirse en alguna clase de libro de aventura, aquella atmósfera inexplicablemente literaria le hacía sentirse menos fuera de lugar, pues incluso el color pastel del cielo y las flores acompañaba su drama y su melancolía.

Sin embargo, el hambre también le acompañaba, por lo que se detuvo en la pizzería "La destinazione" tomando muy en cuenta el título del local y entró en busca de algún delicioso trozo de pizza que saciara su apetito. Le atendieron de inmediato y mientras esperaba su pizza observó desinteresadamente a su alrededor. Un par de asientos más allá, estaba una chica pelirroja sentada junto a un muchacho de largo cabello rizado, de contextura fuerte y un bonito perfil. Louis reconoció de inmediato el cabello del muchacho; era el tan nombrado Harry Styles. Según el mundo entero era el famoso modelo de Gucci, elegante y perfecto. Según sus padres,  era su enemigo. Los Styles también eran importantes empresarios y siempre estaban a la altura de los Tomlinson, cosa que a sus padres les parecía indignante. A Louis, que solo había visto a Harry por fotos, solo le parecía que era ardiente y atractivo. No le interesaba demasiado las riñas internas entre sus familias, pero sabía que hablar o solo tocar a Harry sería como sabotear su propia vida. Sería su suicidio.

La pizza llegó, logrando aquel delicioso sabor a queso derretido con especias sobre este, distraerlo de sus pensamientos tanto extremistas como hormonales y sin sentido. Aunque, de repente, el nombre le trajo los recuerdos de la fiesta. Harry, como su Harry de aquella preciosa y mágica noche. Osea, ayer. Aquel ser humano disfrazado de mosquetero, debió ser el orgullo creativo de Dios. Tan amable, caballeroso, de sonrisa encantadora y voz profunda. Sus chistes no era lo mejor entre sus cualidades, pero aquello solo lo hacía más adorable.

Era precioso, al igual que ese tal Harry Styles que se estaba levantando de su asiento. Definitivamente Harry era un buen nombre, otorgaba belleza inmediata. De hecho, demasiada. Aquel Harry volteó en su dirección, caminando lentamente en busca de la salida, hasta que sin querer su mirada chocó con la de aquel pequeño muchacho que devoraba su trozo de pizza. Aquellos labios se le hicieron familiares, al igual que aquellos brillantes ojos azules. De pronto las comparaciones terminaron y el rompecabezas se completó.

Harry se detuvo en seco frente a la mesa.

A Louis se le cayó el trozo de pizza de las manos.

—Louis—balbuceó, incrédulo. Sin quitarse la mirada de encima, Louis sentía que le faltaba la respiración.

De fondo, la voz del anfitrión principal resonó con fuerza: "Benvenuto a la destinazione"

—Harry...Styles—susurró Louis. El rizado frunció el ceño, extrañado, hasta que recordó que era modelo de Gucci y su cara era reconocida en todos lados. La muchacha pelirroja se despidió, haciéndolo reaccionar.

—¿Puedo sentarme?—preguntó. Louis observó hacia todos lados y luego asintió. —¿Cómo me reconociste tan rápido?

—Porque soy Louis Tomlinson—soltó, cortante. Para cualquiera aquello hubiera sonado engreído, pero sabía que Harry comprendería lo que intentaba decirle.

—Tomlinson—repitió incrédulo. Lo observó con cuidado, sus facciones, sus ojos y entonces se preguntó como había sado tan idiota en no haberse dado cuenta antes. —No entiendo cómo no lo noté antes ¿Podría esto ser más extraño?

Louis rio.—Lo sé, no entiendo cómo no nos reconocimos. 

—Estabas vestido de Batman, Louis—explicó Harry con ironía. —Y yo muy ebrio.

—Buen punto. Quizás si hubieras estado sobrio no te hubieras acercado a mí. Esto de que seamos enemigos según nuestros padres es una mierda.

—Si tan solo nos hubieran visto bailando anoche—recordó, haciendo sonrojar a Louis. Harry mordió su labio, intentando no lanzarse sobre la mesa y besarlo. —Bueno, de todas formas, ¿Qué te trae por aquí?

—Estaba en busca de hospedaje cuando el olor a pizza me arrastró hasta acá-respondió, mientras Harry se tapaba la cara con frustración. —¿Qué pasa?

—Mierda, yo estaba arrendando una de mis habitaciones, ¡Y acabo de finalizar el trato con Rose!—se quejó, haciendo que Louis volviera a sonrojarse.

—Agradezco tu amabilidad, Harry, pero si mis padres se hubieran enterado de que vivíamos juntos, me hubieran aniquilado sin pensarlo—confesó, encogiéndose de hombros.

—Buen punto. Los míos probablemente hubieran reaccionado igual.

—No sé por qué tanto drama, dinero es dinero, solo diferimos en el apellido-expresó Louis, riendo tras lo último. —Lo siento, tantas referencias a William Shakespeare, ya me causa hasta gracia.

Harry hizo una mueca. —Ni me lo digas.

Luego de mucho tiempo conversando en aquella cultural y cálida pizzería, ambos decidieron ir a dar un paseo por los alrededores, buscando un hospedaje para Louis. Se sentían extrañamente cómodos con la compañía del otro y por sobretodo, compartían el mismo humor tonto.

—La gente siempre olvida que los famosos somos gente normal—comentó Louis. —Una vez una fan se horrorizó porque tenía una lagaña. ¡Se negó a tomarse una foto conmigo! Me sentí realmente ofendido.

Harry rio. —Que indignante. Louis Tomlinson canta, así que biológicamente ha perdido su poder de tener lagañas. ¿Así razona el ser humano ahora?

Louis fingió que caía una lágrima por su mejilla. —Nos discriminan.

—A mi me discriminan por no andar por la calle con mi cara photoshopeada. No puedo tener ni siquiera un grano...es una verdadera basura.

Se sinceraron por un largo rato, riéndose de sus anécdotas hasta que el estómago les dolía, rozaban sin querer sus manos, sonreían tras aquello y el corazón les latía a mil por hora. La atracción que sentían era enorme, inexplicable, incalculable. Incluso, habían tomado tanta confianza que Harry se atrevió a confesarle la verdad: que odiaba Romeo y Julieta de William Shakespeare. Louis rio, creyendo que era una broma; pero al ver que Harry no reía, se detuvo en seco.

—Lo siento, creí que jamás llegaría el día en que esta tragedia sucedería. Creí que a todas las almas en Tierra amaban esa historia bendita.

—Para mi la idea es bastante poco realista.

Louis sonrió de lado. —¿Estás seguro? Yo creo que pasa más seguido de lo que piensas.

Harry captó de inmediato la indirecta, desesperado por todo lo que estaba sintiendo, solo apretó el bolsillo de su chaleco. Necesitaba hacer algo, necesitaba demostrarle a Louis que podía conquistarlo como correspondía.

Alrededor de las coloridas casas de aquella pequeña calle por la que transitaban, Louis por fin encontró un aviso de hospedaje. Estaba apunto de despedirse de Harry, cuando este se acercó a su oído y susurró:

—Mi casa está en la cuadra siguiente, es la única que tiene balcón. Ya sabes qué hacer.

Y Louis lo supo, pues por primera vez Harry hacía referencia al libro que más odiaba en el mundo, solo para verlo sonreír.

Con el corazón acelerado, se apresuró hasta el hotel. Esta noche no dejaría que el rizado se le escapara como en la fiesta de máscaras.

Pudrete Shakespeare. //larryWhere stories live. Discover now